Capítulo 7: ¿Daniel?

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Me encantaba montar en moto con Raúl. Me encantaba rodear su cintura con mis brazos y apoyar el pecho contra su espalda. Era una situación muy agradable y cálida. Me encantaba montar en moto con mi mejor amigo. 

Fuimos a cenar a un Mc Donals que quedaba no muy lejos de mi casa. Muchas chicas se esperarían algo más elegante y caro en una primera cita, pero para mí aquello era perfecto. Estaba con Raúl, y cuando estaba con él daba igual si te comías un faisán en un restaurante de cuatro tenedores o una hamburguesa con queso en una pequeña hamburguesería, él conseguía que todo resultase perfecto en cualquier situación. 

En todo momento Raúl no dejó de hablar y hacer el ganso, y yo no podía dejar de reír y reír. Aquella era una cualidad de Raúl que siempre había admirado. Daba igual dónde estuvieses, o qué hora fuera, o si estuvieras feliz o deprimido, Raúl tenía la habilidad natural de hacer sentir bien a cualquiera que estuviese a su lado. 

Tras salir del local, volvimos a montarnoss en su moto y condujo hasta un aparcamiento que quedaba cerca de un parque. Aparcó la moto, y tras guardar los cascos, enredó sus dedos con los míos y comenzamos a caminar en silencio por los jardines de aquel bonito parque. Caminamos en silencio durante un buen rato, pero por extraño que parezca, no era un silencio incómodo, al contrario, era muy agradable caminar junto a él sin tener que decir nada. 

Raúl siempre había sido mi mejor amigo, pero aquella noche me planteé la posibilidad de tener algo más con él. ¿Por qué no? Él era encantador y cariñoso conmigo, y estar con él era simplemente fácil, no había complicaciones, no había que forzar nada. Aquella la ventaja de que fuésemos buenos amigos. Aquella noche me planteé que tal vez lo nuestro podría funcionar, que tal vez llegaría un momento en el que me enamoraría perdidamente de él. 

La noche era realmente fría. Mis manos estaban congeladas, sin embargo, las de Raúl estaban muy calientes. Era un contraste muy agradable. 

Las luces de las pocas farolas que  iluminabal el parque arbolado y perfectamente cuidado. 

-Este sitio es precioso -dije. 

-Sí, aunque lo más hermoso aquí eres tú -dijo y sentí como me ruborizaba un poco. 

-Ya empezamos con esas... -rodé los ojos.

-Es la verdad -soltó mi brazo y rodeó mi cintura con su brazo- Eres preciosa.

Me detuve y me giré para mirarlo fijamente a la cara. Sus ojos cafés me miraban fijamente. Aquella fue la primera vez que su mirada intensa me dejaba sin aliento.

-Eres preciosa -murmuró abarcando mis mejillas con sus manos.

-Raúl... -murmuré cuando rozó sus labios con los míos.

-No digas nada -sentí su cálido aliento en mis labios entreabiertos- Solo déjate llevar.

-Vale -susurré y cerré los ojos. 

Sentí sus suaves labios sobre los míos. Fue un beso corto, un beso casto. Pero el segundo beso que lo siguió fue profundo e intenso. 

Una de las manos de Daniel yacía en mi nuca y la otra en mi cintura. 

< ¡Espera! ¡¿Qué?! >

Abrí los ojos de golpe. No, no eran los labios de Daniel, eran los de Raúl, pero por un momento mi cabeza empezó a imaginar que era él. 

 ¿Por qué me había venido Daniel a la cabeza en una situación como aquella?

Enamorada de mi hermanastroWhere stories live. Discover now