Capítulo 37: Insidious 3

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Compramos las entradas y nos fuimos a comprar las palomitas y las bebidas. Daniel iba a comprar las palomitas para los dos, así que me fui con Raul, el cual ya se había comprado su bebida y sus nachos con queso, a mirar los carteles de los próximos estrenos que había en las paredes. 

—Mira, Katniss -dijo señalando un enorme cartel de Sinsajo Parte II.

—Dios mío, es increíble. Vendremos a verla, ¿verdad?

—Por supuesto, al menos yo no me la pienso perder. Pero esta vez no quiero que vengan Alicia y Luis. 

—¿Por qué?

—Porque son unos hungers, estoy harto de que cada vez que vemos una película digan "no lo entiendo... entonces, ¿por qué Peeta ha intentado matar a Katniss?... ¿Como que el distrito 12 ya no existe?...". Que se lean la trilogía de una vez por todas. De verdad, me desesperan -comencé a reirme a carcajada limpia-. ¿Qué pasa?

—Nada, es que me encanta cuando sacas tu lado friki. Cuando sacas el tributo que llevas dentro. 

—Sabes que me tomo muy en serio mis libros.

—¿Y por qué no te opones a que María venga con nosotros? Ella tampoco ha leído los libros. 

—Ya, pero estaba leyendo la trilogía de Divergente y le destripé el último libro diciéndole sin querer quién se moría al final. No puedo oponerme a que venga a ver Sinsajo después de lo que pasó. 

—¿De qué estáis hablando? -preguntó Daniel apareciendo en medio de la escena. 

—De Los Juegos del Hambre -le contesté señalando el cartel con la cabeza. 

—Espero que la última película sea fiel al libro y no una chapuza como la primera. Mira que no cortarle la pierna a Peeta -sonreí sin poder evitarlo-. ¿Qué pasa?

—Nada -negué con la cabeza. 

< Este es mi novio. Un friki de Los Juegos del Hambre al igual que yo >

(***)

Casi eran las ocho y media cuando volvimos a casa. Nos despedimos de nuestros amigos y entramos a dentro. Nuestros padres estaban en la cocina tomándose un té con galletas. 

—Hola -nos saludó mi madre-. ¿Tenéis hambre? Tenéis pollo con macarrones en la nevera. 

—Yo no tengo hambre -cogí mi taza preferida y me serví el poco té que quedaba en la tetera. 

—Pues yo sí que tengo -respondió Daniel sacando la fuente de cristal de la nevera.

—¿Que tal estaba la película? -preguntó Rob mientras me alcanzaba un par de galletas. 

—Genial -respondió Daniel. 

—Genial para vosotros. Para mí ha sido horrible.

—¿Qué habéis visto? -preguntó mi madre. 

—Insidious 3 -respondimos los dos a la vez. 

—¡Oh! Vi el trailer en la tele hace unos días. Me encantaría verlo -le dijo mi madre a su marido. 

—¿Es que soy la única a la que no le gustan las películas de terror?

—Me parece que sí -me respondió Daniel dejando su plato en la mesa y sentándose a mi lado. 

—Eres una rara -me dijo mi madre-. Eres capaz de ir a un rodeo de toros pero te asustan las películas de terror. 

—¿Has participado en un rodeo de toros? -preguntó Daniel con los ojos como platos. 

—Solo abría y cerraba la puerta de la jaula del toro -dije restándole importancia. 

—Lo suficiente para provocar una taquicardia a tu pobre madre. 

—Eres de las personas más sensatas que conozco, ¿dónde tienes guardado ese lado loco y salvaje? -preguntó Daniel con una mirada de emoción. 

—En el cajón de una granja de Houston.

—Deberíamos de volver a Texas algún día -dijo Rob dedicándome una sonrisa. 

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora