Narra Katy
A la mañana siguiente, me desperté y me encontré atrapada entre los brazos de Daniel. Después de que nuestros padres se fueran a su cama, Daniel entró a hurtadillas en mi habitación y nos quedamos dormidos sobre mi cama.
Me di la vuelta y me quedé contemplando su hermoso rostro dormido.
-Buenos días -le susurré y le di un corto beso en los labios.
-Buenos días -dijo sonriendo sin abrir los ojos- ¿Cómo has dormido?
-Genial, hacía tiempo que no dormía tan bien. ¿Y tu?
-Mejor que nunca -abrió los ojos y besó mi frente.
-Dani, hay una cosa de la que no hablamos ayer.
-¿De qué se trata?
-Diana -contesté.
-¿Qué pasa con ella?
-¿Cómo que qué pasa? No me hacía gracia que antes estuvieses con ella y mucho menos ahora que eres mi novio.
-Cariño -me agarró de la cintura e hizo que me sentara a horcajadas sobre él- En cunato vea a Diana la dejaré. Te lo prometo.
-Más te vale. Es una perra.
-¡Hey! Las niñas buenas no dicen esas cosas -dijo riendo.
-¿Quién ha dicho que sea una niña buena? -dije arqueando una ceja.
-Ponte alas y pasarás por un angelito caído del cielo.
-¿Un angelito haría esto? -lo agarró del cuello y lo besé intensamente dejándolo sin aire. Se me quedó mirando y soltó una risotada.
-Un angelito intentando parecer un diablito, que monada -sonrió con ternura- ¿Y tú que vas a hacer?
-¿A qué te refieres? -pregunté confusa.
-A tu novio, no pensarás seguir con Raul, ¿verdad?
-No, claro que no.
-Bien, pues déjalo hoy cuando lo veas. Le dices que ya no quieres estar con él y punto.
-No es tan fácil... -me mordí el labio- No es como lo tuyo con Diana, Raul siempre ha sido mi mejor amigo, no quiero hacerle daño. Te prometo que cortaré con él, pero con calma.
-Katy, no hay forma de cortar con alguien sin que alguien salga herido a no ser que sea de mutuo acuerdo. Lo mejor que puedes hacer es serle sincera, cuanto más tardes en contárselo, más le dolerá.
-Supongo que tienes razón... -agaché la cabeza- Está bien, hoy cuando lo vea romperé con él -le di un beso en la mejilla- Oye, ¿qué hora es?
-Em... -alargó su brazo y cogió el despertador de la mesilla- ¡Joder, las ocho!
-¡¿Qué?! -me levanté rapidamente de la cama- ¡Vamos, muévete, llegamos tarde! -abrí el armario y escogí un conjunto en cuestión de segundos.
-Tranquila -dijo riendo- Era broma, son las siete y cuarto.
-¿Perdón? -pregunté hecha una furia. Eché la ropa al suela y me abalancé sobre él- ¡casi me ha dado un ataque! -agarré una almohada y comencé a pegarlo en la cabeza.
-Para, para -me arrebató la almohada y me agarró las muñecas. Tiró de ellas y me dejó debajo de su cuerpo- Solo era una broma.
-Pues no tenía gracia -conseguí soltarme y me levanté de la cama.
-Vamos, lo siento, no te enfades -dijo pero podía notar en su tono de voz que se estaba riendo.
-Hay que ver... menudo novio tengo... -rodé los ojos.
-¿Te he dicho que me encanta que me llames novio? -me sonrió y se acercó para darme un tierno beso.
Daniel se fue a la ducha y mientras yo bajé a preparar el desayuno. Me senté en la encimera de la cocina y me quedé pensando; analizando la situación. Me sentía la persona más feliz del mundo. Estaba saliendo con una persona maravillosa y no podía estar más agradecida.
De pronto se me ocurrió una idea, una idea que iba en contra de mis principios feministas pero que aun así pensaba llevarla a cabo.
Cuando acabé de preparar la sorpresa, subí a la habitación de Daniel, tras comprobar que seguía en el baño, y metí el paquete en su mochila.
Sentí que la puerta del baño se abría así que salí disparada de su habitación y corrí a la cocina.
Daniel bajó en seguida y ambos comenzamos a desayunar juntos. Cuando acabamos de prepararnos, nos montamos en su coche y me llevó a mi instituto.
Me despedí de él con un corto beso en los labios, no sin antes haberme asegurado, claro está, de que nadie nos estuviese viendo. Salí del coche y entré en el instituto.
< Bien, ahora a romper el corazón de Raul >
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Enamorada de mi hermanastro
RomanceCuento las horas, los minutos, los segundos, cuento el tiempo que falta para que podamos estar a solas, para que solo estemos él, yo y nuestro amor. No sé por qué, puede que siempre lo amase o tal vez fue por la ternura con la que me trataba o tal v...