Capítulo 38: Mi cuerpo

131K 5.7K 282
                                    

-¡Daniel! -lo llamé desde el salón.

-¡¿Qué pasa?! -me respondió desde la cocina.

-¡Ven por favor!

Escuché el sonido del frigorífico cerrarse y luego unos pasos hacia el salón. Daniel apareció descalzo, con unos vaqueros gastados y una camiseta blanca con escote en V que dejaba a la vista algo del vello de su pecho. Se sentó sobre la alfombra granate a mi lado.

-¿Qué pasa? -me preguntó mientras abría su lata de Coca-cola.

-Has dado historia, ¿verdad? -asintió-. ¿Me explicas lo de las guerras carlistas de España?

El intento de Daniel de explicarme historia fue algo exasperante pues resulta que él estaba tan o más perdido que yo en el tema.

No tengo ni idea de cuando dejamos de lado el tema de la historia, y mucho menos sé cuándo nos tumbamos sobre el sofá y comenzamos a besarnos fogosamente.

Dejó mis labios de lado y comenzó a besar mi cuello mientras comenzaba a acariciar mi espalda por debajo de la camiseta. Poco a poco comenzó a coger confianzas hasta que se lanzó y agarró uno de mis pechos por encima del sujetador.

-Hey, para -le aparté la mano del pecho-. Despacio, ¿recuerdas?

-Sí, es solo que ya llevamos bastante tiempo juntos, ¿no crees?

-Apenas vamos dos meses -me hundí de hombros al ver como se apartaba de mi y se sentaba; frustrado.

-Pero nos conocemos desde hace mucho, ¿qué pasa? ¿no confías en mí?

-Claro que confío -me incorporé rápidamente-. Pero es que no me siento preparada. Sabes que te quiero mucho.

-Y yo a ti, por eso me frustra... esto.

-No sé qué responderte a eso.

-Da igual -sacudió la cabeza-. Te dije que acepto ir despacio. Que la idea no me emocione no significa que vaya a forzarte o algo parecido.

Me quedé en silencio. No tenía ni idea de qué tenía que responderle. No me sentía preparada para acostarme con Daniel, no tenía nada que ver con la confianza, no es que no confiase en él, simplemente, no me sentía lista para entregar así mi cuerpo a alguien. Así de simple.

Se levantó, cogió su lata y se fue a su habitación sin decir nada más. Tal vez no estuviese enfadado, pero sí estaba molesto, y me frustraba, me frustraba muchísimo porque no podía hacer nada. Si no me sentía preparada, no me sentía preparada, y ya está. No pensaba acostarme con él para que pudiese echar un polvo y quedarse contento, era mi cuerpo, y yo decidiría cuando acostarme con alguien.

Amaba a Daniel, y tenía bastante claro que acabaría perdiendo mi virginidad con él, pero no iba a ocurrir aquel día; eso lo tenía aun más claro.

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora