Capítulo 17: Un pibón

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Narra Daniel

Aquella mañana tras dejar a Katy en el instituto me dirigí a la universidad. Aparqué el coche en el aparcamiento de estudiantes y me dirigí directamente al edificio tres: a la clase de matemáticas. 

Me senté en mi sitio habitual y al rato sentí la mano de alguien en mi hombro. Me giré y me topé con la gigantesca sonrisa de una compañera de clase; Diana. 

-Hola Daniel -me saludó. 
-Hola Diana -le devolví una forzada sonrisa. ¿Por qué me estaba hablando esta?
-¿Qué tal el fin de semana? 
-Ha estado bien -dije deseando que se marchara. 
-Me alegro, oye, ¿qué te parecería si mañana a la tarde fuésemos a tomar algo? -se mordió el labio. 
-¿A tomar algo? ¿Como una cita? -inquirí. 
-Exacto, como una cita.

¿Una cita con Diana? Si claro... me estaba rebanando los sesos para pensar cómo convencer a Katy de que saliese conmigo e iba a salir con.... ¡Eso es!

-Me encantaría -le dije sonriendo ampliamente- ¿Qué te parece si quedamos en el café Garden a eso de las cinco?
-Perfecto -exclamó emocionada- Aunque tal ve tardar''e un poco, se me ha averiado el coche y ahora tengo que ir en autobús a todos los sitios. 
-Bueno, ¿no vives muy lejos de mi casa, verdad?
-Pues, a unas cuantas calles de distancia, la verdad -río. 
-Pero, ¿cómo para venir andando hasta mi casa y que luego yo te lleve en coche?
-Supongo que sí, podría hacer eso. 
-Entonces pásate por mi casa, e iremos juntos. 
-¡Genial! 

Las clases de la mañana fueron bastante aburridas, no me entusiasmaban demasiado las estadísticas pero si quería aprender a analizar las rutas de los peces tenía que aguantarme. 

Los lunes tenía una hora y media de descanso hasta la última clase, y aquel era mi momento favorito porque coincidía en la cafetería con mi mejor amigo; Luis. 

Lo divisé mirando una vitrina en la que se apreciaban un montón de tipos de bocatas.

-¿Por qué siempre miras todos y cada uno de ellos si todos los lunes comes lo mismo? -le pregunté. 
-¿Por qué tienes que cuestionar todo lo que hago? ¿Nunca has pensado que hay una razón lógica y racional para que haga esto?
-¿La hay?
-No, pero podría haberlo -la camarera se nos acercó con una sonrisa- ¿Me pones un bocadillo de albóndigas?
-Claro, ¿y tu? -me preguntó. 
-Lo de siempre, uno de lomo con patatas -le contesté. 

Pagamos nuestra comida y nos sentamos en una de las mesas. 

-Tal vez deberíamos de traer la comida de casa, nos gastamos un dineral comprándola -me dijo.
-Ninguno de los dos sabe ni freir un trozo de carne sin armarla -dije sacando de mi mochila mi botella de agua. 
-Tu al menos tienes a Katy, yo solo tengo un bastardo de diez años que se alimenta a base de oreos. 
-Cada vez que le digo a Katy que me prepare algo me manda a freir espárragos, lo cual no tiene ni pies ni cabeza porque si supiese hacerlo no le pediría que cocinase. 
-Ya ves -rió- Hablando de Katy, ¿qué tal está?
-Bien, supongo -le di un bocado a mi bocata- Está saliendo con un imbécil. 
-Pues el imbécil tiene suerte.
-¿Suerte? -fruncí el ceño. 
-Sí, tienes que admitir que tu hermana es un pibón. 
-Oye no hables así de ella. 
-¿Por qué? No es tu hermana de sangre, no deberías de ponerte así. Claro que tal vez lo que te pasa es que estás celoso -me miró sonriendo- ¿Es eso?
-¿Por qué iba a estar celoso?
-¿No lo estás? Yo lo estaría si supiese que ahora un imbécil tiene derecho de meterse entre las piernas del pibón de mi hermanastra. Y más aún si quisiese ser yo el imbécil afortunado. 
-¿De dónde sacas que quiero ser el imbécil afortunado?
-De que estás celoso. 
-No estoy celoso, y además, ¿estar celoso implicaría que quiero estar con ella?
-Quieres estar con ella  -sentenció. 
-No, claro que no -mentí. 
-Y una mierda que no. Tío, nadie tiene la relación que tu tienes con ella si no está interesado, nadie. A no ser que seas gay. 
-No lo soy. 
-Entonces si quieres estar con ella. 
-Bueno, y si así fuese, ¿pasa algo?
-¿Estás admitiendo que te gusta Katy?
-No, te estoy haciendo una pregunta hipotética. 
-Si te gustase te diría que intentes estar con ella, osea, no sé cómo se lo tomarían vuestros padres, pero si te gusta, deberías intentarlo. 
-¿Crees que se lo tomarían muy mal? 
-No lo sé, puede -se encogió de hombros- Te gusta ¿verdad?
-Ya te he dicho que... 
-¿Podemos tener una conversación adulta? -me interrumpió- Admítelo, joder. 
-Vale, sí, lo admito. Me gusta, pero ella no quiere estar conmigo. 
-¿Por qué? ¿Por el otro chico?
-Puede que también, dice que no se atreve a hacerle eso a nuestros padres. 
-Bueno, tienes que entenderla. Además, hay otra cosa que no entiendo. ¿Qué hacías en clase de matemáticas con Diana? 
-¿Nos has visto? -fruncí el ceño. 
-Me lo han comentado en física, ¿qué hacías con esa? 
-Me ha pedido que quedemos mañana. 
-¿Y qué le has dicho? 
-Que sí. 
-¿Que sí? -preguntó asombrado- ¿Tan desesperado estar por echar un polvo?
-Oye, no hables así de ella. 
-¿Por qué? Los dos sabemos la clase de chica que es, no quiere precisamente una relación. 
-Lo sé, yo tampoco quiero una relación con ella, la quiero con Katy. 
-Entonce,s ¿por qué... ¡oh! ¿Quieres ponerla celosa?
-Bueno, ¿funcionaría?
-Veamos, ¿si se pondría celosa al verte con una chica alta, guapa, y con un noventa y cinco de pecho? Si no lo hace, su cerebro no funciona como el de la mayoría de chicas -ambos reímos. 
-¿Cómo sabes que tiene esa talla de sujetador?
-Que mono -me miró enternecido- Se nota que no has soltado muchos sujetadores en tu vida. 

(...)

Después de comer con Luis, fui a mi última clase, y tras ello fui a la salida a por mi coche. 

-¿Ya te vas? -me preguntó Diana que se acercaba rapidamente. 
-Sí, tengo que ir a por mi hermana a su instituto. 
-¿Dónde estudia? 
-En el San Marcos. 
-Que casualidad, tengo que ir a una tienda que queda cerca. ¿Me llevarías? -preguntó pestañeando mucho.  

< ¿Se supone que eso es sexy? >

-Claro, sube -le dije. 

Ambos nos montamos en mi coche y conduje hasta el instituto de Katy. Salimos y entablamos, o mejor dicho, entabló, una conversación conmigo. Empecé a hablar sin ganas hasta que de pronto la ví, mirándonos atentamente y cerrando los puños con fuerza. 

Comenzó a caminar con paso decidido hacia nosotros. Me recordó a un puma que se acerca con sigilo hacia su presa, parecía que se preparaba para lanzarse sobre Diana en cualquier momento.

< Tal vez lo de poner celosa a Katy sí funcione al final >


Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora