Capítulo 10: Solos

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Narra Daniel

Apenas había pegado ojo en toda la noche. No podía dejar de pensar en lo que había pasado con Katy. Había estado tan cerca, tan cerca de besarla, tan cerca de probar sus labios. Me preguntaba cómo sería besar a Katy, cómo sería sentir su lengua batallando contra la mía. Me preguntaba cómo sabría besarla, cuál sería su sabor... 

< ¡Basta Daniel! > me reprimí a mi mismo.

Katy era mi hermana, aquello no debía pasar. Era mi hermana pequeña y mi cometido era protegerla de todo aquello que quisiera dañarla, no aprovecharme de ella, de su dulzura, de su bondad. 

Debía encontrar la manera de controlar mis impulsos, aquello no volvería a pasar, no lo permitiría. 

Todo volvería a ser como lo era antes. Volveríamos a ser los que éramos antes, muy buenos hermanastros que se apoyaban y se querían mutuamente. Volveríamos a tener aquella relación tan especial que teníamos. Unos estúpidos impulss de adolescentes no estropearían lo que tanto nos había costado tener. 

Narra Katy

Estaba dentro de mi cama, plácidamente dormida, cuando de pronto alguien llamó a la puerta de mi habitación.

-Pasa -dije sentándome perezosamente en la cama. La puerta se abrió y un Daniel vestido con tan solo un pantalón de pijama gris entró en la habitación. Cerró la puerta y se me acercó con paso decisivo- ¿Daniel, qué pa... -antes de que pudiese terminar la frase Daniel me interrumpió con un fogoso beso. 

-Ya no podía soportarlo más -dijo separándose unos pocos centímetros- No podía pasar un segundo más sin probar tus labios -murmuró acariciando mi labio inferior con su pulgar. 

-Danie, ¿qué estás... -volví a comenzar pero Daniel volvió a callarme con otro beso. 

No dije nada, pues las palabras sobraban. Sabía lo que sentía por él y sabía lo que él sentía por mi. Todo lo demás dama lo mismo. 

Me dejé llevar por el beso y por sus sutiles caricias. Me agarró por los hombros y me empujó suavemente hasta tumbarme en la cama. Se posicionó encima de mí con cuidado de no poner todo su peso sobre mí. 

Comenzó a repartir pequeños e intensos besos por mi cuello mientras yo recorría su ancha espalda con mis manos. 

-Te quiero -dijo con voz ronca, lujuriosa, llena de pasión y de deseo. 

Me desperté de golpe. Me incorporé en la cama y vi que aun llevaba puesto el vestido que me había puesto para mi cita con Raúl. Me había quedado dormida mientras miraba las estrellas de Daniel. Había sido un sueño. Nada había sido real. 

Llevé mi mano a mi frente y noté que estaba sudando, lo cual no me extrañó demasiado debido a la intensidad del sueño del que acababa de despertar. 

Miré el despertador que había en mi mesilla y vi que eran casi las ocho y veinte minutos de la mañana.  

Intenté volver a conciliar el sueño ya que era sábado y tenía por qué madrugar, pero no conseguí volver a dormirme. Aquel sueo había conseguido despejarme completamente.

Me levanté de la cama y fui directa al baño. Me quité la ropa y me metí en la ducha sin vacilar. Dio un pequeo bote al sentir el agua fría, pero poco a poco se fue calentando y el calor envolvió mi cuerpo como en un cálido abrazo.

Dejé que el agua recorriera mi cuerpo, dejé que me calmara, que eliminara las tensiones de mi cuerpo, pero ni siquiera todo el agua del mundo conseguiría sacar aquellos pensamientos de mi cabeza. No podía dejar de pensar en él. En Daniel.  

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora