Capítulo 8: ¿Qué hora son estas?

197K 8.2K 422
                                    

Una vez hubo aparcado la moto Raúl me acompañó hasta la puerta de mi casa.

-Aquí estamos -dijo. 

-Sí... -murmuré mordiéndome el labio sin saber bien qué decir.

-Me lo he pasado muy bien esta noche -dije mirando sus ojos oscuros. 

-Yo también me lo he pasado muy bien contigo. 

-¿Hablamos mañana? 

-Claro -sonrió- Hasta mañana

-Hasta mañana -le sonreí de vuelta- Saqué las llaves de mi bolso y comencé a abrir la puerta. 

-Katy, espera -me detuvo Raul agarrando mi brazo. 

-¿Qué pasa? 

-Dime la verdad, ¿te ha resultado raro lo de esta noche? 

-Un poco, aunque, no sé, ha sido agradable. Ven, sentémonos -cogí su mano y nos sentamos en el banco e madera que había en el porche- Dime qué te ha parecido a ti. 

-Bueno, ha sido raro, sabía que sería raro cuando te pedí salir, pero aun así no me arrepiento -se encogió de hombros- ¿Si te pregunto algo me responderás con la verdad?

-Sabes que sí. 

-¿Crees que esto podría funcionar? Lo nuestro, digo. 

-No lo sé -bufé- Nunca me lo había planteado, pero podría ser, al fin y al cabo siempre hemos sido muy buenos amigos. 

-¿Crees que podrías llegar a enamorarte de mi algún día? 

-No lo sé -me encogí de hombros- Raúl, siempre has sido mi mejor amigo, jamás me he planteado tener algo más contigo, pero tal vez, con el tiempo podría llegar a amarte -abarqué una de sus manos entre las mías- Dime, ¿me quieres?

-Más de lo que te puedes llegar a imaginar -cogió mi mano y acarició su mejilla con ella. 

-Dame tiempo, ¿vale? Dale tiempo a mi corazón para poder corresponderte.

Me incliné hacia él y besé castamente sus labios. Me separé de él y lo miré con una pequeña sonrisa. 

-Buenas noche Raúl -besé su mejilla y me levanté del banco. Abrí la puerta y me giré para ver como Raúl se montaba en su moto y se ponía el casco. Me despedí de él con la mano y él me devolvió el gesto. 

Entré en casa y cerré la puerta tratando de no sacar apenas ruido. 

Mi reloj de muñeca decía que eran algo más que las doce, por lo tanto, todos estarían ya durmiendo. Colgué mi cazadora en el perchero y cuando me giré mis ojos se encontraron con dos intensos ojos de color azul que me miraban de manera penetrante. 

 -¿Qué horas son estas? -me preguntó Daniel con firmeza.

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora