Aries Potter, quién diría que aquella loca y rarita chica era la hija mayor de los Potter. Cuándo tienes una pérdida importante y no tienes a nadie para apoyarte entras en la locura, por culpa de esa escacez de amor, de cariño, de una familia. Aries...
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Aries se encontraba en su camarote peinando su coleta alta. Ya no tenía rosa en sus puntas, ahora tenía la mitad roja y la otra mitad azul, según ella como una psicópata de unos cómics de DC, amaba a aquel personaje, ya que sin quererlo se sentía identificada. El barco paró, ya habían llegado a hogwarts.
-Todos a su posición, no quiero ni un sólo fallo.
Aries asintió e iban caminando hacia el interior del castillo. La chica sentía una energía que la envolvía y sin poder evitarlo sonrió. Se situaron enfrente de la puerta del gran comedor, tenían delante a un grupo de estudiantes de otra escuela con uniformes azules, tanto las chicas como los chicos desprendían un aire elegante y coqueto.
-Demos la bienvenida a los señoritos y señoritas de Bauxbatons_gritó una voz que hizó encoger el corazón de Aries, esta miró a su director y se acercó a él.
-No puedo hacerlo, tengo ganas de matarlo, no voy a poder entrar ahí como si nada.
-Aries, solo intenta pensar que lo hizo por tu bien.
La rubia asintió y se abrieron las puertas del comedor. Los estudiantes de dumstrang entraron con un aire de brusquedad y dureza, mientras golpeaban el suelo con unos bastones al estilo militar. Aries sonrió y al llegar al centro hizo un hechizo que hacía colgar un aro del techo e hizo la coreografía que había estado practicando.
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Todos miraban asombrados, pues había una chica entre ellos al igual que el campeón Víctor Krum. Aries bajó haciendo unas volteretas y cayendo enfrente de Dumbledore e hizo una reverencia. Albus miró con los ojos como platos a la chica, sabía que era Aries, la chica que hace años había mandado a un horfanato, ahora la tenía enfrente de sus narices. Aries controló el impulso de ahorcarlo o de sacarle los ojos y se sentó junto a sus compañeros, miró por el comedor y se encontró con unos ojos verdes que reconocería en cualquier lugar. "Mi pequeño Potter" fue lo que pensó mientras sus ojos se humdecían y antes de enpezar a llorar soltó su típica risa que le ayudaba a tapar sus sentimientos. Por culpa de esos pensamiemtos no escuchó el discurso de dumbledore sobre el torneo, lo único que logró escuchar fue "el jueves saldrán los elegidos" . Todos los estudiantes de dumstrang se levantaron a la vez y se fueron a los cuartos que les iba indicando su director.
