Quien revela su secreto, pierde su libertad

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Capítulo 10


Cuatro semanas antes...

—Oye, idiota.

Naruto sintió como un enérgico zarandeo comenzaba a despertarlo de su reconfortante sueño, y reticente a abrir los ojos y abandonar el confort que le proporcionaba aquellos preciados minutos de descanso, gruñó molesto girando el cuerpo hacia el lado contrario.

—Te estoy hablando, dobe.

La sacudida se detuvo y el rubio suspiró aliviado. ¿Qué maneras eran esas de despertar a nadie? Seguro que se trataba de algún descerebrado carente de compasión y empatía. Ladeó la cabeza murmurando algo entre dientes acabado en ttebayo, sin llegar a abrir los ojos.

—¿Acaso tengo que patearte el culo para que te despiertes?

Una de sus mejillas fue pellizcada cruelmente obligándolo a despertar de su sopor.

—Sasukeee... —murmuró dando un ruidoso bostezo al tiempo que se frotaba los ojos y centraba la mirada sobre el hermoso rostro del moreno con su habitual ceño fruncido. No, definitivamente no era un sueño, Sasuke era real.

—Estabas babeando, usuratonkachi —se jactó.

Más despierto pero no por ello menos confuso, Naruto se pasó el dorso de la mano por la boca, eliminando los restos de saliva. Fue entonces cuando recayó en su total falta de ropa, la cama desecha y la forma dentada de la almohada allá donde era fácil de adivinar que había dormido otra persona. Sus ojos volvieron de nuevo hacia la figura impasible de Sasuke, pulcramente vestido y aseado, con las manos metidas en los bolsillos de forma distraída.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente de forma precipitada, dando paso sin escatimar a todo tipo de imágenes obscenas y desinhibidas dentro de su baño. Notó como un leve rubor coloreaba su rostro, y avergonzado, desvió la mirada hacia un lateral. Habían tenido sexo, y después de aquello ambos se habían quedado profundamente dormidos en brazos del otro. Y fue lo más maravilloso que le había pasado en mucho tiempo.

—Buenos días —musitó incorporándose y arrugando las sabanas a la altura de su ingle en un gesto por cubrir su desnudez.

Resultaba sumamente gracioso ver a Naruto cohibido, con los alborotados cabellos cayendo rebeldes sobre la frente y aquella expresión tímida y ruborizada que trataba de ocultar. Sasuke no pudo evitar pensar a dónde había ido a parar la máquina sexual que la noche anterior había asumido por completo el mando. ¿Ese era realmente el verdadero Naruto? Se iba a divertir mucho descubriéndolo.

—¿Qué te resulta tan divertido, teme?

La socarrona sonrisa de Sasuke se hizo más amplia, antes de que desapareciera de un plumazo cuando, sin ningún tipo de pudor, el rubio apartó la sábana y se alzó como su madre lo trajo al mundo. Un cosquilleo en el estómago hizo a Sasuke removerse inquieto mientras lo analizaba detenidamente. Le gustaba lo que veía, el bronceado de su piel, la curvatura de su espalda, el redondo trasero, y los músculos que se marcaban sutilmente sobre sus piernas. Una visión demasiado tentadora para aquellas tempranas horas de la mañana.

Se sorprendió así mismo siguiéndolo absorto con la mirada, hasta que se detuvo frente al armario, de donde extrajo unos pantalones negros de algodón.

—¿Quieres desayunar? —le preguntó el detective girándose hacia él—. Tendrá que ser ramen, es lo único que tengo en la despensa.

Desayunar no era precisamente lo que sus hormonas comenzaban a reclamar. A menos que el plato principal fuera Naruto. Al instante sacudió la cabeza enérgicamente. Maldición, no. Lo había despertado con un propósito que durante unos instantes casi olvida.

8 SemanasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant