Rosali llegó cerca de la escuela intentando evitar que alguien viera a su loba, casi nadie sabía que su loba era blanca y ella lo prefería así. Se transformó rápidamente en humana y corrió hacia la fiesta.
Entró como pudo intentando encontrar a Jose, ni siquiera podía encontrar su olor, así que se dispuso a buscar el olor de su sobrina. El cual se hacía más fuerte mientras se ingresaba más en la escuela.
Oliver salía con la cara mojada y sintiendo que ya la ebriedad se le estaba pasando de a pocos, su lobo se movió inquieto ya que percibió el olor de Rosali cerca. Siguió el olor extrañado, pensando que tal vez su lobo se había vuelto loco pero vio a su esposa entrando a una especie de almacén.
***
—No puede ser —Jose la vio totalmente desnuda y sintió que la vida se le escapaba en ese instante.
Estaban sobre un escritorio viejo, enredados y desnudos. Jose tragó saliva intentando no colapsar, al tomar la pócima y rejuvenecer su cuerpo, su lobo habría aprovechado su debilitamiento y había salido para marcar a Gabriela. El pudo evitarlo en última instancia, pero no pudo evitar sus deseos descontrolados por Gabriela.
Se sentía demasiado culpable, debió recordar que cuando era joven no era alguien que podía controlarse a sí mismo, sus impulsos habían provocado esto.
La había tomado como cualquier cosa en un lugar horroroso, Gabriela no merecía esto, sentía asco de sí mismo.
Se vistió como pudo y acarició el rostro.
—Gabi —intentó despertarla—. Amor despierta.
—Hmm... —Gabriela se quejo abriendo un poco los ojos—. Este escritorio es incomodo.
Soltó una risita pero Jose no se rio.
—Te ayudaré a vestirte —dijo entregándole el vestido y su ropa interior sin mirarla—. Vámonos de aquí.
—¿Que está mal contigo? —pregunto Gabriela poniéndose la ropa interior, Jose le ayudaba a ponerse sus zapatos pero seguía sin mirarla.
—Solo quiero irme de aquí.
Gabriela le arrancó el vestido de sus manos.
—Puedo hacerlo yo sola —dijo con un nudo en la garganta.
—Gabriela por favor...
—¡No quiero tu ayuda! —exclamó enojada.
—Gabriela puedes por un momento —Jose intento no explotar—. Solo por un momento dejar de comportarte de manera infantil y entender que tenemos que salir de aquí rápido y que hablare contigo cuando estemos en mi casa.
Gabriela lo miró lastimada.
—¿Te arrepientes de haberlo hecho cierto? —miró al suelo—. ¿Es eso?
—Gabriela no quiero hablar de eso aquí...
—¡Respóndeme!
—¡Puedes vestirte de una vez! —Jose se sujetó el cabello—. ¡¿Cómo te hago entender que no quiero seguir aquí?!
Gabriela lo abofeteó una vez, intentó hacerlo de nuevo pero Jose detuvo su mano.
—¿Por qué? —Gabriela tenía lágrimas en el rostro y lo miraba con dolor—. ¿Por qué me tratas así después de lo que acaba de pasar entre nosotros?
