Capítulo XXXXIX

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Desde el cielo, contemplando la inmensidad del universo, los problemas de las personas parecían tan insignificantes, pero haciendo un pequeño vistazo de cerca, más de un problema habitaba entre las calles de Linz, asuntos que no se trataban hasta estar en completa privacidad, justamente eso era lo que ocurría en el apartamento que Adler y Joseph compartían. La escena era propia de una película de terror, sacada de alguna fantasía o fetiche de un desequilibrado mental que sólo necesitaba acabar con su sed de venganza. Atado de manos, Adler se encontraba prisionero en su propio hogar siendo rehén de su hermano menor, el cual parecía no tener la intención de confesar de que todo se trataba de un chiste, porque no lo era.

—Al fin te tengo donde te quiero hermanito. — enfatizó la última palabra al final, moviéndose de un lado a otro mientras que al frente de Adler, se hallaba una Adina atada de manos y pies, acostada en la cama. — te preguntaras como llegamos a éste punto. — hizo una pausa. — es simple; todo es tu culpa.

Adler observó a su hermano y frunció su ceño, mostrando así la clara ignorancia que tenía ante lo que el menor estaba hablando. Adina estaba frente a él — atada de manos y piernas — sollozando en silencio con la vista enfocada en el suelo y con un pensamiento fijo; su hijo. Joseph comenzó a hablar, relatando la historia completa, con lujo de detalles de todo lo que había sufrido en su vida, el mayor lo observaba con detenimiento, en parte, decir todo lo que tenía acumulado por dentro, funcionó como mecanismo de drenaje para depurar un poco toda la ira y el dolor que tenía clavado en su corazón, pero Joseph quería más, necesitaba desesperadamente ver a su hermano sufrir, quería verlo en el suelo, con lágrimas en sus ojos, con el corazón roto; justo como le había sucedido a él. Joseph quería que Adler sintiera una pequeña parte de todo su sufrimiento y no estaría en paz consigo mismo hasta lograrlo. Ya era muy tarde para él, sabía bien que desde el momento en el que entró en esa habitación, todo cambiaría, nada sería igual y probablemente, alguno de ellos — o los tres. — no saldrían con vida de esa habitación.

—¡Pero todavía no cuento la mejor parte! — exclamó Joseph con euforia, enfocando su mirada en la testigo silenciosa que se encontraba en la habitación; Adina.

El menor de los Firgretmann se acercó a la joven de la misma forma en la que león se acercaba a un siervo, con la mirada enfocada en el suelo Adina no se percató de que ahora Joseph se encontraba a un costado de su cuerpo, Adler miraba con atención los movimientos y a pesar de que había pedido perdón, su hermano no había querido escuchar su disculpa, porque en el fondo pensaba que no podría decirlo en serio.

” Está muñequita no te ha dicho toda la verdad ¿cierto nena? — preguntó tomando su cabello en un movimiento rápido y jalando su cabello hacia atrás, dejando al descubierto un rostro enrojecido por la fuerza en la que sus lágrimas salían, su cuello había quedado expuesto y Joseph no pudo mirar con deseo la piel pálida de la jovencita.

—¿¡De qué demonios hablas Joseph?! — gritó Adler enfurecido. —¡Deja tus malditos juegos! — exclamó. — Tu problema es conmigo, no con Helen, ellos no tiene la culpa de nsda.

El menor negó repetidamente con su cabeza y un movimiento de su índice le dio a entender a Adler de que estaba equivocado.

—Las cosas no son como crees hermanito. — dijo con sarcasmo, manteniendo aún el cabello de Adina en sus manos y su cabeza completamente extendida por detrás de su espalda, la joven chillo, indicando el dolor que Joseph estaba causándole y sin embargo, el no hizo nada al respecto. — eres tan estúpido que ni siquiera fuiste capaz de notar cierto parecido que tiene está mujer con alguien que tú y yo conocíamos muy bien. — hizo una pausa. — ¿recuerdas cuando estábamos en nuestro pueblo? Éramos sólo unos críos y tu ya te creías Dios. — murmuró enojado para ejercer más fuerza en el agarre del cabello de Adina, la cual no dejaba de llorar. — Había una jovencita, cabellos rubios ondulados, piernas escuálidas, con las clavículas sobresaliendo por su piel, mejillas enrojecidas, nariz respingada y una inocencia extremadamente encantadora.

Volvió a hacer una pausa y observó a su hermano directamente a los ojos, esperando contemplar la reacción que éste tendría, pero no recibió nada como repuesta, cosa que lo hizo enfuerecer aún más, pero luego se carcajeo, enfocando su vista en Adina.

—Vaya, parece que fuiste tan poca cosa para nuestro querido comandante Adler Firgretmann que ni siquiera recuerda quien eres. — dijo, fijándose cómo las lágrimas caían por sus mejillas hasta sus senos.

—¡Ya basta de juegos Joseph! — exclamó Adler, enfurecido.

—¡Dejame terminar! — pidió. — te aseguro que esta historia no tendrá perdida, por lo menos no para ti. — murmuró. — esa muchacha, era una adolescente, pero no era como las demás, no. Ella era especial ¿sabes por qué? — preguntó sin esperar respuesta. — porqué era una joven dedicada al estudio, tanto así que fue la tutora de un pobre diablo, pero el problema es que se enamoró y jugaron con ella, porque eso fue lo que tu hiciste con Adina Schwartzheim ¿o me equivoco hermanito

Un balde de agua fría cayó nuevamente sobre Adler, quien miró a la mujer que estaba atada frente a él, todos los recuerdos de Adina llegaron a su mente; cuando se conocieron esa tarde lluviosa en la escuela de Joseph, todas las veces que fue a su casa para darle lecciones a su hermano, el casi beso que tuvieron delante de su edificio, luego el beso que lograron darse en la biblioteca, su aparición en el apartamento de ella, la nota que lanzó desde su ventana, el encuentro en el parque cuando se entero que iría al ejército y esa misma tarde en la que estuvieron juntos por primera vez, el collar que le había entregado, la despedida en la estación del tren y esa promesa que nunca cumplió. Recordó todo claramente como si hubiera ocurrido ayer y sin embargo, a pesar de que tenía muchas cosas que decir, su boca se encontraba entre abierta, su cerebro no era capaz de conectarse con sus labios para hablar, se había quedado mudo y lo único que hacía era mirar a su hermano y luego a la joven que estaba siendo sometida.

—Yo sí habría regresado por ti. — comunicó mirando a Adina. — te habría salvado del ghetto en el que estuviste, habría sido un excelente hombre para ti, todo lo que quisieras, yo te lo pude haber dado. Pero no pudiste ver más allá de tu nariz. — se lamentó, fingiendo secarse una lagrima imaginaria. — y ya es muy tarde mi querida muñequita judía.

Adler intentaba asimilar todo lo que su hermano había dicho y cuando por fin pudo hablar, miró a Adina.

—¿Es eso cierto? — preguntó.

Adina no podía observarlo, pero había escuchado como su corazón se rompió en mil pedazo cuando afirmó con un hilo de voz. — Sí.

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Mis pequeños saltamontes ❤️ un gusto saludarles de nuevo en esta pequeña nota de autora xd la hago porqué me complace (a la vez que me entristece) comunicarles de que estamos muy muy cerca del final de éste recorrido que hemos hecho juntos 😭

LSDMR casi llega a su fin, luego del capítulo XXXXX (que es el final) viene el prólogo y podemos dar por terminada ésta gran aventura 😊 se me parte el corazón 💔 porque es la primera historia que escribo (y re escribo xd) aquí en Wattpad y le tengo muchísimo cariño 😭

Sí todo marcha bien, probablemente actualice el capítulo final y el prólogo en está semana, así que estén super pendientes 🤓🤓🤓

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora