Capítulo XXXI

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Era increíble como la doble moral y el macabro juego de la conveniencia siempre estaba a favor de los más poderosos, para así satisfacer deseos de meramente carnales, los cabaret's seguían trabajando y las prostitutas seguían ganando dinero, el negocio seguía produciendo a pesar de que con la llegada a Hitler en el poder, las prostitutas habían sido elegidas también, como parte de esos grupos antisociales que debían de destruir. En el campo donde Adler trabajaba habían unas cientos de ellas, todas de procedencia judía o gitana, incluso solamente por ser la favorita de algún comunista era motivo suficiente para condenarlas a ese lugar, algunas ni siquiera hablaban el alemán, pero lo cierto es que se encontraban ahí, sufriendo y muriendo por culpa de los nazis pero ¿que hacían ellos en las noches? Salían a las calles, asistiendo a los mejores cabaret's de la ciudad, en busca de una compañía femenina. Pero, en esos momentos, la cabeza de Adina no estaba para pensar en las mil y un razones del porqué los alemanes eran unos hipócritas, al contrario, su mente se encontraba batallando, pero en una guerra muy diferente. El estruendo de las copas cayendo al suelo, le dio el tiempo suficiente como para pensar sobre el hombre que sostenía su cadera, estaba tan cerca él y quizás, si su identidad hubiera sido otra, ella no se encontraría tan nerviosa.

No sabía en qué creer y a quién culpar por la terrible coincidencia del destino, estaba claro que ella por fin logrado tener una nueva vida, quizás a un costo muy alto, pero estaba dispuesta a pagarlo con tal de mantener sano y salvo a su hijo, al hijo de Adler. Hombre que se encontraba todavía mirando por los hombros de su compañera, al igual que el resto de soldados como el joven torpe recogía los trozos de vidrio y de como era regañado por su jefe. Gracias a ello, Adler no se percató de cómo al decir su identidad, la joven se volvió pálida como una hoja blanca, sus manos estaban frías y sintió por unos segundos como podría desmayarse ahí mismo. Pero, eso no ocurrió, cuando Adler volvió a mirar a su compañera, está tenía la boca entreabierta, sus labios curvados daban la sensación de que quería decir algo, pero en su garganta se había atorado un nudo que no la dejaba hablar.

—¿Seguimos bailando? — preguntó amablemente Adler mientras poco a poco soltaba de su agarre al cuerpo de Adina. — ¿o prefieres tomar un trago?

La chica, seguía inmóvil como una estatua y ahora no siquiera sabia como actuar.

—¿Q-que quieres hacer tú? — dijo tartamudeando un poco, su garganta estaba seca y por primera vez desde que había llegado, estaba sintiendo un extraño calor en todo su cuerpo.

—Quisiera ir a un lugar más privado, si te soy sincero. — murmuró, esbozando una sonrisa pícara, sonrisa que Adina después de darse cuenta quién era, conocía muy bien. — pero, soy del tipo de hombre que prefiere cortejar un poco antes para después pasar a ese tipo de situaciones.

La tristeza se asomó delante de Adina, Adler parecía ser todo un hombre hecho y derecho, de apellido casanova si no estaba en lo correcto, su porte, todo lo que demostraba dejaba en claro que había hecho esas jugadas un millón de veces y pensar que a pesar de que lla no había podido sacárselo de su cabeza ni un solo día de su vida, él parecía tan relajado, dispuesto a divertirse con cualquier chica, sin medir las consecuencias.

¿Se acordaba siquiera de ella? En el fondo de su corazón, Adina deseaba que así fuera, pero viendo al Adler que tenía delante de sus ojos, entendió que esa jovencita que antes se había entregado en cuerpo y alma a él, la misma que prometió y predicó quererlo por el resto de sus días, solo había quedado en el pasado, como un recuerdo de juventud amargo. Rápidamente la tristeza se transformó en rabia, él había prometido buscarla y esperarla para un tan anhelado reencuentro, pero eso no había ocurrido, no de la manera en la que ella pensaba. Debía de convencerse, Adler ni siquiera se acordaba de ella y eso, dolía.

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Onde histórias criam vida. Descubra agora