Capítulo XIX

446 53 17
                                    

Los latidos de su corazón se hacían cada vez más rápidos y produndos, cada bombeo de sangre incrementaba su fuerza con el paso de los minutos, un ataque al corazón amenazaba la estabilidad de Adina, la cual estaba empezando a sufrir los síntomas de la desesperación.

"Hoy era el día" repetía una y otra vez en su cabeza, como si todavía no pudiera creer lo que estaba por suceder, luego de un mes, su hermano Frederick había creado el plan perfecto para su huida de aquel lugar, pero sólo había pensado en cómo salir, lo que pasará después, era lo que proeucpaba de sobre manera a Adina.

—Luego vemos como resolver. — susurro Frederick, dándole un sobro a la cuchara con algo de sopa. — tenemos que salir lo mas rápido de aquí. — dijo soltando el pequeño cazo de aluminio. — los trenes han empezado a salir.

Adina sabía muy bien a la perfección lo que eso significa, era un secreto a puerta abiertas, todos lo sabían, pero nadie era capaz de decir nada al respecto, de un día a otro, los trenes dejaron de traer personas, al contrario, se las llevaban del ghetto tres veces a la semana y los rumores de que esas tres veces se convertirían en una vez por día, azotaba la mente de Frederick con la presión latente de que debía de salir del ghetto como diera lugar.

—Tengo miedo. — musito Adina, acurrucandose en el pecho de su hermano, el cual acarició su cabello y beso su frente, sin importar los rastros de hollín que se había acumulado con el paso del tiempo en su cuerpo.

—Todo saldrá bien. — dijo el mayor, intentando tranquilizar sus nervios y los de él también.

El tiempo de la comida terminó y el arduo trabajo comenzó nuevamente, el día siguió su curso normal hasta muy entrada la noche, Adina caminaba con prisa, dado que el bebé ya tenía unos seis meses, no era posible que ella pudiera llevárselo a donde día a día trabajaba y de baja su alma por un mísero plato de sopa, así que se quedaba con las ancianas y el resto de los niños que deambulaban y jugaban en el ghetto, los más pequeños se quedaban dentro de una pequeña casita, o lo que quedaba de ella ya que la construcción se venía abajo poco a poco y los mayores corrían por todo el ghetto, divirtiéndose o buscando algo que hacer, a pesar de que la mayor parte del tiempo sus estómagos estaban vacíos, ellos seguían sonriendo. Antes de poder llegar, unos brazos la sostuvieron fuertemente, tomándola por sorpresa y antes de que pudiera abrir la boca, unas manos se colocaron ferozmente sobre sus labios.

—shh cariño... — el olor a whisky inundó sus fosas nasales y la tensión se volvió real, Adina empezó a patalear y buscar la manera de librarse del enemigo. — si te portas bien, te doy un premio. — murmuró el desconocido mientras intentaba el inmovilizar los movimientos de la chica. — no me gustan las niñas malas.

Fueron esas palabras, más el asqueroso olor a whisky y un acento austriaco muy marcado, lo que hizo comprender a la muchacha el verdadero peligro que estaba corriendo. Las pesadillas y el miedo que causaba aquellos pensamientos, se estaban personificando en la vida real, lo peor que le podría suceder a cualquier mujer, sucedía día a día en el ghetto y aunque Adina intento con todas sus fuerzas librarse, en el fondo, sabía cuál sería su trágico destino.

Las lágrimas habían comenzado a bajar por sus ojos, cuando se percató que ya no se encontraba a la vista de todos, no. Ahora estaba escondida en un callejón con aquel agresor, el cual se le estaba dificultando abrir su pantalón, pues sabía que si quitaba su mano de la boca de la muchacha, está empezaria a gritar y si por el contrario, soltaba el fuerte agarre que estaba ejerciendo sobre su cuerpo, no dudaría ni un segundo en salir corriendo.

—Si gritas, iré a matar a tu pequeño bastado. — luego de que la amenaza fue dicha, el desconocido retiro su mano de la boca de Adina, la cual, hizo silencio, colocando su seguridad en un menor plano.

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Where stories live. Discover now