No creas que será fácil.

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Ocho años atrás

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Ocho años atrás.

Ya en el estacionamiento de la clínica, Leila nuevamente dudaba respecto a la decisión que había tomado. Observaba los vehículos estacionados y la poca gente que caminaba por el lugar, dilatando con ello descender de su automóvil y sentir el frío del lúgubre ambiente, creyendo que con dejar pasar los minutos encontraría la manera de disipar sus dudas. Y aunque uno de sus miedos era el no tener un porvenir que darle a la criatura que llevaba en su vientre, producto de la situación económica que estaban atravesando, en el fondo de su corazón, su temor más grande era el asumir su embarazo, no tenía manera alguna de darle aquella noticia a Quentin.

Tenía claro que éste no lo comprendería, muy por el contrario, sentía que el revelarle esa noticia sería el equivalente al fin de su matrimonio, y eso era algo que debía evitar a cualquier costo. Un precio elevado que no estaba del todo convencida de pagar, pues la moneda de cambio para mantener su matrimonio era la vida de aquella inocente criatura que se gestaba en su vientre. Descendió de su automóvil y se dirigió a la recepción de la clínica, con más miedo en cada paso que la acercaba al lugar. El frío del gélido estacionamiento subterráneo no se comparaba al frío que recorría por completo su cuerpo, invadida por el miedo e incertidumbre.

Sin darse cuenta, sus pasos la tenían frente al mesón de recepción preguntando por el doctor José Luis Campos, su médico de cabecera. Tuvo que aguardar unos minutos antes de reunirse con él, pues se encontraba en una junta médica, la que ya estaba por finalizar. El médico en cuestión llevaba años siendo parte de la familia, cuidando de sus enfermedades, monitoreando los cuidados de los embarazos de Leila, asistiendo sus partos. Sabía todo lo que tenía que saber respecto a la familia. Incluso lo inimaginable.

Sin embargo, no estaba preparado para escuchar lo que Leila estaba a punto de decirle. No era algo que precisamente un médico como él esté acostumbrado a oír de parte de una paciente en su condición, pero Leila creía que comprendería su petición dado los años que llevaban juntos y la confianza mutua. Tenía la esperanza que José Luis era la persona idónea para ayudarla en ese complicado momento por el cual estaba atravesando.

Finalmente lo veía caminar por el pasillo hacia la sala de espera. Su corazón en ese instante aceleró sus latidos, sentía que sus pulsaciones se elevaban al punto de dejarla sin aliento, y como un flash de una cámara fotográfica su mente le repetía una sola pregunta, ¿es lo correcto? Sus dudas con aquella hostigante pregunta se acrecentaban, sembrando nuevamente la duda en si debía estar ahí para pedir semejante “favor”. Pero era tarde ya, sin darse cuenta José Luis se paraba frente a ella, extendiéndole la mano para saludarla.

Rápidamente Leila se reincorporaba de su asiento, saludándolo y evidenciando un estado de alteración y nerviosismo, lo que José Luis notó de inmediato. Sabía que las cosas en su matrimonio no estaba bien, pero a su vez también estaba consciente de que Leila no recurriría a él para buscar un consejo, por lo menos aquel día. Leila jamás recurrió a él cuando se encontraba de turno en la clínica, siempre lo hizo cuando éste se encontraba libre, lo que le daba a entender que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.

Pandora (EN PAUSA)Where stories live. Discover now