Un nuevo día.

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Reprimenda que se suscitaba una vez que la familia se encontraba por fin en casa

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Reprimenda que se suscitaba una vez que la familia se encontraba por fin en casa. Pese a que la pequeña corrió despavorida hacia su habitación, su escape sería infructuoso, pues a muy corta distancia su madre la seguía. Facundo también se dirigía a la habitación de la pequeña. Sabía de antemano que Gabriela estaba en extremo enfadada por la jugarreta de la niña, por lo que debía poner los paños fríos, en el caso que a su muer se le pasara la mano.

De un brinco la pequeña se lanzaba sobre su cama, y con frenesí tomaba uno de los peluches que la ornamentaban, abrazándolo fuertemente mientras dejaba ver sus blancos dientes. Su felicidad era total en ese instante. Por fin tenía una amiga con quien poder jugar, una amiga pequeña como ella. Ya no dependería de los peones o sirvientes para pasar las horas de la tarde.

Juntas recorrerían la hacienda de punta a punta, y ella se encargaría de mostrarle cada rincón, cada paraje, cada piedra de ser necesario. Jugarían y tomarían helado, irían cada día a cepillar y acariciar a Temible. ¿Irían juntas a la escuela? De ser así, les presentaría a sus amigos y amigas de la escuela, a sus profesoras y al viejo chofer del autobús.

Por escasos segundos, su cabeza recreaba con lujo de detalles un millar de escenarios posibles en compañía de Consuelo, y mientras más veía esas imágenes en su mente, más feliz se sentía, dando vueltas sobre la cama con aquel peluche entre sus brazos. En un abrir y cerrar de ojos, la felicidad se esfumaba cual humo de cigarrillo tras ser expelido por la boca.

En el umbral de la puerta, apoyada al marco de esta y de brazos cruzados, su madre la observaba con el ceño hundido, golpeteando con su pie el piso, esperando a que Pandora se diera por aludida que era observada. Por sobre su hombro sin embrago, se dejaba ver la figura de Facundo, quien a diferencia de Gabriela, dejaba ver una gran sonrisa en sus labios.

La pequeña descendía de la cama al ver la penetrante mirada de su madre, lentamente, parándose al costado de esta, a la espera de lo que seguramente le diría, que seguramente no era nada bueno por la expresión en su rostro. A paso lento ambos ingresaron, y mientras Gabriela se sentaba al borde de la cama, observando en silencio a Pandora, Facundo quedaba de pie junto a ella.

—¡Pero hija por Dios, en qué estabas pensando cuando te escapaste con la hija de la señora, nos tenías con el alma en un hilo!

—Ya mujer, tranquilízate un poco, ya viste que nada malo pasó. —Facundo intentaba poner paños fríos a la situación, sin embargo, poco y nada podía hacer, Pandora debía entender que hay cosas que no podía llegar y hacer, y ésta era una de ellas.

—¡Ah claro, y tú te lo tomas a la ligera! —Gabriela sacaba toda la rabia contenida que tenía por dentro tras la travesura de su hija, cosa que ante los patrones no había podido hacer— ¿Y qué hubiera pasado si no las encontrábamos, o si tenían un accidente, te imaginas el lío en que nos hubiese metido esta chiquilla mal criada?

—Pero no pasó mujer, deja de mortificarte y preocuparte por cosas que no pasaron. El mal rato ya lo tuvimos, deja que la niña descanse mejor.

—Mami, —murmuraba la pequeña, poniendo sus manos hacia atrás y mirando al suelo— yo quería que conociera a Temible, a ella también le gustan los caballitos.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Sep 30, 2022 ⏰

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