Primera entrega.
¿Qué ocurre si un día descubres que has vivido bajo la sombra de un engaño? Tu mundo en fracción de segundos se derrumba por completo, pierdes la confianza en la gente que te rodea, y no sabes quien te habla con la verdad.
Pandora e...
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En ese punto Gabriela detenía su relato, pues a su mente venía lo más importante que había mencionado la pequeña, poniendo especial énfasis en que de hecho, era lo más importante que quería hacer.
—¿Qué sucede Gabriela, inquiría apurada Beatriz, intuyendo que no le gustaría lo que escucharía del relato— qué más te dijo Pandora?
—Que lo más importante que quería era que conociera a Temible. —Lanzaba ésta con voz temblorosa.
—¿Puedo preguntar, quién es Temible? —La doctora Ventura lanzaba la pregunta, mirando con extrañeza a las mujeres, pues desconocía a quién se referían, pero intuía a la vez, que si Pandora quería que Consuelo conociera a dicho personaje, no había peligro a la vista.
—Temible es un pura sangre que tenemos aquí, —respondía Armando— el problema radica en que este alazán dista mucho a como es su naturaleza, pues es muy pajarero y traicionero. Nadie aquí ha logrado domarlo, sin embargo su personalidad cambia estando con Pandora.
—Ahora entiendo como hizo Pandora para salir de aquí junto a Consuelo, —la doctora Ventura comprendía que aquello sería el nexo entre ambas niñas, ya que Consuelo también sentía atracción por los alazanes. Durante su estadía en el orfanato, había leído y visto documentales respecto a estos animales, sin embargo jamás había podido estar con uno— ambas comparten un gusto en común.
—¡Pues no perdamos tiempo, vamos a las caballerizas, —exclamaba en el acto Armando— con seguridad estarán allá!
—Aún no. —Decía súbitamente la doctora.
—¿Pero qué dice señorita Ventura, cómo no quiere que vayamos? —Inquiría un tanto enojada Beatriz.
—Desde un principio les dije que debían tratar a Consuelo como una niña normal, pues ella es normal, no deben sobre protegerla ni mucho menos actuar invadiendo su espacio, pues aquello les traerá problemas con ella. Acaban de decir que Pandora conoce la hacienda como la palma de su mano y que el caballo que quería que conociera es dócil con ella. —Argumentaba la doctora.
—Así es, ¿pero qué tiene que ver eso? —Inquiría Beatriz, pues no entendía el trasfondo de la situación.
—Denle unos minutos antes de ir a verla, que se desenvuelvan entre ellas, pues lo mejor que les puede pasar es que nazca una conexión entre ambas, eso ayudará a que Consuelo se adapte con más rapidez aquí, y si tienen ese gusto en común pues con mayor razón. Además, nadie nos asegura que estén precisamente allá. —Aseguraba la doctora, cuyo argumento tenía lógica, pues Pandora sería el mejor nexo para Consuelo en estos momentos.
—Creo que tienen mucho acierto sus palabras, —Armando le daba la razón al discurso de la doctora, mal que mal, era quien mejor conocía a Consuelo— sin embargo, prefiero ir de inmediato para allá, podemos observarlas desde lejos.
—Me parece buena idea, —accedía la doctora, dirigiéndose luego a Beatriz, quien aún se mostraba perturbada— ¿se encuentra mejor ahora señora?
