No siempre la sangre llama.

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Ocho años atrás…

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Ocho años atrás…

Quentin se había dado el tiempo de despertar tanto a Leila como a sus hijos para pedirles el reunirse a desayunar, así podría también darles a ellos la noticia recibida durante la noche. Se mostraba inusualmente entusiasta aquella mañana, lo que llamaba la atención de sus hijos, no así de Leila, quien algo ya sabía sobre lo que quería decirles.

Y no pasó mucho para que mientras desayunaban, Quentin les contara gran parte de la historia, generando de inmediato las interrogantes en sus jóvenes hijos, quienes se mostraban sorprendidos, pero a la vez felices por lo que escuchaban de labios de su padre.

—¿Entonces ya no seremos pobres papá? —Bernardo era el primero en iniciar con las preguntas— ¿Ya no seguirán vendiendo nuestras cosas?

—Pobres no lo fuimos Bernardo, —le corregía Quentin— tuvimos un mal pasar por problemas de dinero en la empresa, esa es la diferencia, pero a ustedes no les faltó ni el alimento ni el techo, eso es lo primordial hijo.

—¡Y que el tío Aníbal te robó plata! —Arremetía por su parte Dexter.

—¡No digas eso hijo, —exclamaba Leila, llamándole la atención— no seas falta de respeto con tu tío, no es la forma de decirlo!

—¡Madre, él nos faltó el respeto primero! —Enojado le corregía éste.

—Dexter tiene razón Leila, —decía Quentin, apoyando sus codos sobre la mesa y entrelazando sus manos—Aníbal nos faltó el respeto, le faltó el respeto a esta familia y eso es inaceptable. Tendrá que pagar todo el año que nos causó, y yo me encargaré de que eso suceda. Por el momento tienen que estar tranquilos hijos, ya la policía lo capturó, es cuestión de tiempo para recuperar todo lo que perdimos por su culpa.

—¿Y a qué hora quedaste en juntarte con Mateo? —Le preguntaba Leila.

—Al mediodía debo reunirme con él en mi oficina para preparar lo que se viene ahora, —le respondía éste— debemos trabajar en cómo recuperaremos lo que Aníbal nos arrebató. Y esa es la parte difícil.

—¿Qué tan difícil es eso padre? —Inquiría Dexter.

—Muchas cosas legales hijo, pero no te preocupes, —le aseguraba éste— con la ayuda de Mateo saldremos con bien. No es necesario que sepas todo eso pues son cosas legales que en ocasiones ni los adultos entendemos, basta y sobra con decirte que las cosas mejorarán.

—Así es cariño, —intervenía Leila, tomándole la mano— ahora que su tío apareció, muchas cosas cambiarán. Retomaremos la vida que teníamos.

—Más que retomarla Leila, —Quentin se apuraba en corregirla en ese punto específico, pues tenía la intención de recuperar en cierta medida el tiempo perdido con su familia— la mejoraremos, por largo tiempo nuestra familia tomó caminos diferentes, ya es hora de cambiar eso.

—Pero no es tema para hablarlo en este momento, además, nadie te asegura que las cosas cambiarán de un día para otro.

Pese a las optimistas palabras de Quentin, Leila se mostraba escéptica al hecho de que las cosas efectivamente cambiarían. Y esto se debía al hecho de que ella ocultaba celosamente un secreto que el resto ignoraba por completo, por lo que algo de veracidad había en sus argumentos.

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