Capítulo 7: Señales.

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Si a Marine Jones le preguntaran, ¿Cuál es el peor momento de tu vida?, ella respondería que sería este mismo.

La joven pelirroja estaba en su casa, ya habían pasado seis días, y todavía no cruzaba palabra alguna con su hermana. Sintió culpa, obvio que sí, pero sabía que su hermana se había equivocado.

Sus padres habían vuelto de su viaje de negocios, y todo era igual que antes:

Cenas silenciosas, solo se oían los cubiertos y las copas.

La casa en total silencio ó el sonido de su violín cuando practicaba.

Y sobre todo, nadie hablaba con nadie.

Sus padres notaron el cierto distanciamiento de las hermanas, pero no hicieron nada para que se resuelva. Ellos estaban contentos de que la mayor al fin cierre su boca, y que su hija menor esté más obediente que nunca. Lo que ellos no sabían, era que Marine escapaba por las noches para caminar con Quil y que Madison los seguía para vigilarlos.

La mayor aceptó que estuvo mal, pero su alto orgullo no iba a bajarse por nada del mundo. Las hermanas tenían caracteres parecidos, y sobre todo la terquedad y el orgullo.

Ahora mismo, estaban cenando en absoluto silencio. Sus padres decían una que otra palabra, y volvían al silencio. Y uno muy incómodo. Todo lo que quería Marine, era que se termine la cena y así ir a su cuarto para volver a salir de la casa.

En esos días, la pelirroja menor había notado algunas cosas raras de Quil, como por ejemplo, el que siempre escuche sus muy bajos susurros, o el que supiera cuando su familia estaba despierta. Sin embargo, no decía nada, supuso que era algo de una persona con buena audición. Su hermana creía todo lo contrario, y le frustraba el ver que Marine sea tan inocente como para no ver que ese chico era extraño.

Cuando el reloj marcó las once, ya todos se habían ido a sus cuartos a dormir. Bueno, no todos. Marine esperó a que sean las once y media para bajar por las escaleras de forma sigilosa. Ya para las once y cuarenta, ya estaba en el límite del bosque esperando a Quil, como todas las noches que habían estado haciendo eso. Ella no tenía miedo, ella amaba el sonido de él bosque, el viento y los pequeños animales que se movían por ahí.

Sintió unos pasos detrás de ella, volteó a ver y lo encontró. Estaba detrás de ella con una sonrisa y una pequeña flor en su mano derecha.

—Buenas noches, Mary.—Murmuró Quil, dejando un beso en la mejilla de la chica.

—Buenas noches, Quil.—Saludó sonriente.

—Es para ti.—Le tendió la flor, que ella gustosa y sonrojada aceptó.—Y bien, ¿Qué haremos el día de hoy?.

Innocent |4| Q.AWhere stories live. Discover now