Marine sentía su cuerpo doler, su padre lo había hecho de nuevo, la había golpeado por defender a su hermana. Madison había intentado que Marine pudiera escapar por una ventana, y su padre la encontró, pero antes de poder pegarle, Marine se interpuso y se llevó la peor parte.
Todo estaba yendo de mal en peor para las jóvenes. Estaban viviendo un infierno y no sabían cuando pararía. Su padre era un completo sádico y su madre una psicópata.
Ahora, ambas hermanas estaban en sus habitaciones nuevamente encerradas. Sin agua, sin comida, sin nada. Se creían perdidas. En dos días se irían a San Diego, y Marine solo pensaba en él, en que no podría despedirse, en no poder abrazarlo.
Pero, no lloró. Ya no tenía lágrimas para hacerlo.
Oían como sus padres caminaban en el piso de abajo, como si nada, escuchando música clásica que hacía que la situación se tornara tétrica y de una película de terror.
La manada de lobos aún no aparecía, y Quil estaba muy inquieto, pero debían seguir el plan que armaron cuando salieron al bosque. Marine miraba las fotos de sus hermanos, sentía que era la última vez que la vería.
Marine se sentía sola, abandonada, desamparada. Le pedía a la madre luna que la salvara a ella y a su hermana. Que las mantuviera vivas y juntas.
Solo quería vivir.
La vida de Marine cambió en el momento en el que ella y su familia piso ese pueblo. Su inocencia desapareció cuando conoció los peores villanos, en realidad, cuando reconoció a los verdaderos villanos.
La casa estaba en silencio, y eso le daba aún más miedo a la más pequeña. Algo tramaban. Y no era bueno.
Sintió que la puerta de ella se abrió de golpe, y se levantó del suelo como pudo. Su hermana, lastimada, estaba con un bate. La mayor corrió a ella y la levantó rápidamente, como su cuerpo lo permitía, y comenzó a arrastrarla hacia fuera de la habitación, Marine no entendía, pero su hermana mayor estaba intentando salvarla.
Bajaron las escaleras lo más rápido que pudieron, y caminaron tan de prisa como sus piernas les dejaban. Cuando llegaron a la puerta de entrada, oyeron que alguien les gritó.
-¡¿A donde creen que van?!.-Gritó Mark, con un arma en su mano izquierda.
Madison se puso delante de su hermana, protegiéndola.
La manada y la policía llegarían a la escena en unos momentos, pero no podían abrir la puerta. Quil, que se adelantó, comenzó a ver por donde podría entrar, se desesperaba al oír los sollozos de su impronta.
-Yo no les di permiso para salir de su habitación.-Dijo el hombre, recargando su arma.-Pero siempre tan desobedientes.-Sonrió cínico.
-¡Vete al infierno!.-Gritó Madison, con su cabeza en alto.-¡Has matado a tu hijo, y ahora lo harás con nosotras!.-Vocifero con ira en su voz.-¡Maldito, hijo de puta!.
Mark soltó una risa que causaba escalofríos, mientras caminaba más a ellas, aún con el arma en su mano. Apuntó la cabeza de la menor, que sobresalía del hombro de la mayor.
-Ella es mi única hija.-Dijo el hombre con una sonrisa.-Tú, no eres más que el producto de la infidelidad de tu madre.-La apuntó a ella.-Debo deshacerme de lo que no me pertenece.-Rió.
Marine tomó el brazo de su hermana, y en un rápido movimiento se puso delante de Madison.
-Entonces, matame a mí.-Pidió entre llanto.-Ya no tengo nada por que vivir si ella se muere.-Sollozo.
Quil, que oía todo, se desesperaba peor. Fue hasta la puerta, y pateó la puerta con fuerza, con enojo. Esta se cayó, a unos centímetros de las hermanas. Cuando la vio, su cuerpo tembló de la impotencia. Su piel blanca ya estaba manchada de hematomas y raspones, su rostro angelical estaba destrozado y sus ojos, aquellos que él amaba, estaban apagados. Iba a transformarse, iba a hacerlo.
-¡Tenemos invitados!.-Dijo Mark, quien en un rápido movimiento, tomó la hija que más cerca estaba de él.-Ahora, haremos algo.-Dijo, apuntando la cabeza de Marine, a la cual la tenía tomada del cuello.-Si no quieres que la mate, díganle a su amiguito que se vaya. ¡AHORA!.-Le gritó a Madison.
Madison sollozo. Y Quil sentía su cuerpo quemar. Corrió a él hombre tan rápido, que no le dio tiempo a nada. Lo golpeó con ira, dejándolo en el suelo. Tomo a su impronta y quiso correr a la puerta para huir, pero el sonido de un disparo se oyó, más no impactó en ninguno de los dos.
Todo paso en cámara lenta para Marine. Vio que su hermana, su protectora, se interponía en el disparo, dándole a ella en su hombro y cayendo al suelo. La policía entraba rápidamente y detenían al hombre, mientras sacaban a Valerie del despacho de Mark. Los paramédicos entraban rápidamente, atendiendo a la mayor de las hermanas y otros tratando de acercarse a ella, pero Quil no la soltaba. La manada llegó tan rápido como pudo, pero sabían que habían llegado tarde, los vampiros habían hecho aparición.
Toda la vida de Marine, cruzó por delante de sus ojos. Estaba estática, en Shock. Quil la tenía abrazada, acariciando su enmarañado cabello, sintiendo una tristeza inhumana por ella.
Recuerdos, recuerdos que algún día fueron felices cruzaban en su cabeza como rayos. Las risas de Maison, las charlas con Madison, los juego de los tres juntos en central Park. Las lágrimas caían, pero sus ojos no parpadeaban. Estaba quieta, fría y perdida.
¿Cuándo su vida se fue a la mierda?. No lo sabía.
Los policías se llevaban detenidos a los señores Jones, mientras que los paramédicos se habían llevado a Madison en cuanto sintieron que su corazón fallaba. Marine estaba parada en medio de la sala, con la vista perdida, siendo abrazada por la única persona que le quedaba.
Quil.
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Okay, estoy llorando.
Sé que es un capítulo corto, pero ya me quemé la cabeza pensando en los otros capítulos. #BloqueoEscritor xd
