O7 | Solo te quería tomar la mano.

139 45 30
                                    

El moreno realmente no estaba prestando atención a la clase, ni al video, ni al cuarto oscuro al que llamaban "salón de clases". Estaba demasiado ocupado mirando al pelinegro en la otra parte de la sala.

Había pasado toda una semana. ¡Todavía no lo abrazaba, ni tocaba, ni nada! Era impresionante su actitud, no sabía que su Queenie tenía tanta fuerza de voluntad. Él sabía ser autoritario, y eso le gustaba a Marco.

Removió un poco la pelvis en busca de atención en esta. Al percatarse, casi le da un infarto. ¡Solo estaba poniendo límites! ¿Qué clase de reacción era esa?

Fregó su palma en su frente, frunciendo el entrecejo. Tomó un papel, lo escribió, lo hizo una bolita, y lo lanzó. De todos modos, ¿quién lo vería? La mayoría estaban dormidos por la exposición del profesor O'Donell sobre la mitocondria. Marco claramente aprovecharía la oscuridad del lugar.

Sirius sintió una cosa pequeña impactando contra su cabeza. Bajó la mirada, y hela allí: un papel.

Le resultó algo difícil leer, pero con la iluminación de la luz que pasaba por la cortina, pudo hacerlo.

H̶o̶l̶a̶

̶¿̶T̶e̶ ̶a̶p̶e̶t̶e̶c̶e̶

̶P̶e̶r̶d̶ó̶n̶

Mira tu celular, mierda.

Sirius decidió hacerle caso, dejando que su rostro fuera levemente iluminado por la tenue luz del dispositivo, y ahí, justo en la barra de notificaciones, vio un bello mensaje que lo hizo sonreír.

¡«Drogadicto» te ha enviado un mensaje!

Drogadicto:
Dejaré de fumar.

El rubio se había distraído, descansando sus esfuerzos por hablarle al pelinegro. Su celular sonó, llamando su atención. Miró a la pantalla, y sonrió con la notificación.

¡«Mi Queenie» te ha enviado un mensaje!

Mi Queenie:
Así me gusta.

Drogadicto:
¿Ya me puedes... Pues...

Drogadicto:
¿Me puedes tocar?

Se escuchó un "¡Jesucristo!" en el salón, a lo que todos rieron y el profesor casi prende la luz. De milagro, no lo hizo, y el ojiverde pudo volver a su celular.

Mi Queenie:
¿Abrazo?

Drogadicto:
Obviamente.

Drogadicto:
Extraño que me abraces. Dejaré de fumar.

Mi Queenie:
¡GRACIAS!

Drogadicto:
Con la condición...

Mi Queenie:
Desgracia.

Drogadicto:
De que me abraces cada vez que lo pida. Cada vez. Todas las que lo desee. Lo haces, y yo dejo de fumar. Ganar ganar.

Mi Queenie:
Hmmmm...

Mi Queenie:
Bien. Acepto.

Drogadicto:
Bien. Párate.

Mi Queenie:
Q. U. E.

Mi Queenie:
NONONONONO SIÉNTATE

Mi Queenie:
SIÉNTATE, A TU SILLA

Mi Queenie:
POR QUÉ CAMINAS HACIA MÍ? NONONO ESTAMOS EN PLENA CLASE

Mi Queenie:
Esto te lo voy a cobrar tan caro.

──¿Me leíste los mensajes, hijo de puta? ──retaba siendo abrazado en plena clase frente a todos.

──Jóvenes ──dijo el profesor──, yo entiendo el amor actual...

──¡No estamos enamorados! ──negó Sirius, exactamente al mismo tiempo en que Marco dijo:── ¡Qué bien! ──con una sonrisa.

──¿Pero podrían no abrazarse en medio de mi clase? Siéntense juntos si quieren...

──¡No! ──gritó Sirius, mientras que Marco decía:── Nos encantaría ──de nuevo con una sonrisa.

Minutos después, Marco estaba contento, tomando de la mano a Sirius por debajo de la mesa, mientras ahora escribían con las luces prendidas.

──¡Wow, Marco! ──exclamó Cassandra── No sabía que eras zurdo ──afirmaba al ver al rubio escribir con la mano izquierda, teniendo la derecha debajo de la mesa, tomando la mano izquierda de Sirius con la suya.

──Oh, sí. Soy ambidiestro ──sonrió──. Desde siempre. Es muy cool ──aseguraba.

Luego de que Cassandra volteara, él sólo se acercó a Sirius con una actitud coqueta y romántica, relamiendo un poco sus labios de manera inconsciente, acercando su boca a la oreja del mayor, y le susurró:

──En realidad, no soy ambidiestro ──desmintió──, solo te quería tomar la mano, Queenie ──besó su mejilla, dándole un ligero color carmesí a su rostro──. Queenie, ¿por qué te pones rojo?... ¿Qué hiciste con esta mano? ──curioseaba cuando la idea le vino a la mente.

Sirius abrió los ojos al oír tal atrevimiento.

──¡No preguntes esas cosas! ──pidió, a lo que Marco sonrió.

──¿Entonces sí fue con esta mano? ──su curiosidad aumentó. Riendo, el moreno sólo podía defenderse haciéndose bolita en la silla, mientras que el pelinegro lo golpeaba con un lápiz.

Tomó su celular un tiempo después, y tecleó:

Drogadicto:
Ver para creer.

Mi Queenie:
Voy a arrancarte los ojos con un alicate y luego se los daré de comer a tu perro.

Drogadicto:
Eso no quiero verlo. Gracias.

«Este chico...» pensó Sirius: «... Es... Todo un caso.»

****

Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now