O9 | Tus ojos me recuerdan al pasto, Queenie.

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──¿Te apetece si te invito formalmente a una cita? ──cuestionó estando boca arriba, recostado sobre su cama, haciendo rebotar una pelotita de béisbol en el techo──. Digo, sería muy romántico.

──No quiero romanticismo, ¿sabes qué quiero? ¡Aprobar! ──exclamó el pelinegro desde su escritorio en la habitación del moreno. Era bonita, eso ni lo dudaba. Tenía techos naranja pastel, y paredes amarillo claro. Sin contar los miles de adornos y la guitarra agarrada a la pared.

──Qué aburrido, Queenie Minho ──quejó.

──Ese no es mi nombre ──sonrió.

──Para mí siempre será tu nombre, Mi Queenie ──habló con seriedad y de manera lenta.

Sirius podría anotar cada vez que le dijera Queenie, y en menos de una semana, tendrá mínimo cien anotaciones. Lo que más le gustaba de su nombre, era que el moreno no lo usaba.

──¿Por qué me dices así? ¿Por qué no «Mi Kingie» o algo así? ──curioseaba. Era la primera vez que pensaba en eso. ¿Por qué desde sus once años le decía así? No tenía sentido.

──Pues... Siempre te vi como una reina, no un rey ──explicaba a medias──. Es decir, tienes como, una energía femenina. No quiero decir que seas femenino, solo que... No sé. Si fueras una reina, te seguiría ──dijo vagamente, sin meterse en profundidad ya que de todas formas no lo había explicado bien.

──¿Serías mi rey?──sonrió bromista, aunque Marco siguiera serio.

──No ──negó, arrebatándole la sonrisa al mayor.

──¿Por qué no?

──Me gustaría ser tu caballero ──sonrió ahora el moreno──, así podría cuidarte.

──No necesito que me cuiden, puedo cuidarme solo ──aseguró.

Marco se dio vuelta sobre la cama de manera casi automática, quedando con las rodillas y los codos apoyados ahí, moviendo las caderas con algo de promiscuidad.

──¿No quieres que te cuide? Si te molestan en la escuela, ¿te vas a defender? ──retaba de cierta forma.

Sirius era molestado a diario por su apariencia femenina en su instituto. Justamente por esta característica, su rostro delgado y medianamente redondo, sus ojos grandes y expresivos, sus labios carnosos y su voz fina. Sus manos huesudas y frágiles, sus piernas delgadas y suaves. Su piel tersa y su cuello y espalda pequeña. Era un gran motivo de burla, tanto que nadie creería que fuera hombre.

──No lo sé... ──dudó con molestia. Odiaba no poder, no saber cómo defenderse.

El menor se paró en la alfombra de peluche rosada en el suelo. Tenía el pantalón algo flojo, pero aquello no importaba. Puso sus pies descalzos cerca del mayor, y lo rodeó con sus brazos. Cielos, qué placentero era abrazar a su Queenie. Era todo un sueño. Esponjoso, cálido y hogareño. ¡Queenie era prácticamente una estufa!

──Queenie, mi amor ──elevó la cabeza este. Por un momento, Marco olvidó que había dicho «Queenie», y se sintió alegre al ver que se levantaba con un «mi amor»──. ¿Cómo vas a defenderte sin tu caballero? ──preguntó.

──Deja el romanticismo ──rió el ojiverde, queriendo evitar la mirada esperanzada del moreno.

──No lo haré. Queenie, defiéndete. Sólo... ──suspiró pensativo──... Empodérate.

Aquello a Sirius le llamó la atención.

──¿Cómo me empodero? ──curioseó atento.

──Pues... Sé único. Eso es todo ──sonrió mirando un punto perdido en la esquina──. Sé tú mismo. Sé... Tú ──y observando sus ojos, prosiguió──. Sé lo que ellos envidiarán ser: una persona segura, una persona en la cima ──estaba tan cerca de su rostro, que ni se fijó cuando sintió su respiración cálida y con olor a menta en la cara──. Sé Queenie Minho... ¿Queenie? ──llamó a quien lo miraba con inspiración.

──¿Sí?──dejó entreabiertos sus labios, casi tentándolo.

──Tus ojos me recuerdan al pasto, Queenie ──sonrió y tosió un poco──. ¿Sabes? Me encanta el pasto.

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now