46 | ¿Cuánto tiempo?

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Él abrió los ojos, expectante. Miraba todo a su alrededor cual niño en dulcería. Las sábanas blancas que en su cuarto del hotel también lo eran le provocaron un flashback bastante desagradable. Recordó por un momento el horror de verlas cubiertas de sangre, lleno de miedo y llamando a su hermano por instinto.

Cuando eran niños, también solía llamarlo. «Jacobo, hay un monstruo bajo mi cama.»

No se dio cuenta cuando el monstruo era la vida e intentaba devorárselo luego de jugar de manera perturbadora con él. Viendo el techo, también blanco, y las paredes, pintadas de un celeste oscuro, entrecerró la mirada. ¿Dónde estaba? Solo percibía luces pálidas, olor a tulipanes apestosos y molestos, y...

El aroma de Sirius.

Giró con cuidado su cabeza, aquello podría ser mortificante para cualquiera. Con un dolor intenso en el pecho, solo sintió el calor en su mano al verla debajo del rostro de quien dormía sentado en el sillón, con la cara apoyada contra su cama.

Sonrió con ligereza, sintiéndose decaído físicamente. Tocó tres veces la frente del mayor con su dedo índice, para despertarlo.

Un toque, dos toques, al tercero ya se había levantado y lo estaba mirando con quién sabría qué emociones.

¿Enfado? No, estaba muy serio como para eso. ¿Alegría? Tampoco, no se veía ni cerca de estar feliz.

«¿Tristeza?», se preguntó y sólo pudo confirmarlo al sentir al mayor abrazarlo con lentitud y algo de estruje. Quiso separarse y saber qué sucedía, dónde estaban y qué hacían ahí, pero la voz rota y posiblemente llorona de Sirius lo detuvo.

──Solo un poco más. ──lloró──. Déjame esconderme en tu cuello solo un poquito...──suplicaba.

Y Marco, respirando hondo, lo dejó.

Sabía lo que significaba eso, así que solo suspiró con algo de miedo.

──¿Cuánto tiempo? ──preguntó.

──(...) ¿Qué...? ──no comprendía, intentaba y no entendía. Marco saboreó su aroma a fresas una vez más.

Sus aromas eran idénticos. Y cual perro adoraba olfatearlos.

──¿Cuánto tiempo necesitas esconderte en mi cuello, Queenie?

Y sonriendo mientras dejaba escapar una lágrima, el pelirrosa solo pudo reír con el mismo miedo que Marco poseía, fregando su cabecita contra los hombros del menor, tan suaves, tal y como lo haría un gatito, sin aún abrir los ojos, queriendo escapar de la horrible sensación que le provocaba la realidad.

──Toda la eternidad.

****

──¿Por qué le llama así? ──curioseaba Jacobo desde la sala de espera. Estaba harto de estar allí. Sirius se había quedado con Marco, durmiendo a su lado, todo el día, esperando a que despertara de su profundo sueño. En cambio, los demás estaban ahí, sentados, sin hablar, solo espantándose por lo que se venía.

──¿De qué hablas? ──cuestionó James, apagado.

──¿Por qué le dice «Queenie»?

El pelirrojo se sentó a su lado, cansado por el día que estaban teniendo.

──Hm... Mi mamá se llamaba así ──admitió de piernas abiertas en el asiento, su chaqueta de cuero roja le apretaba un poco en los brazos──. Él... Cuando éramos niños, nuestros padres nos separaron, como en Juego de Gemelas ──sonrió un poco──. Sólo que Sirius y yo ya nos conocíamos bien y habíamos formado un lazo de hermanos. En fin, ellos decidieron separarse, cada quien por su lado, y mudarse. Yo me fui con papá ──rascó su nariz──, y él con mamá.

Jacobo asintió. Se sentiría emocionado por la historia de no ser por la situación en la que se encontraban.

──(...) Sirius estaba muy unido a mamá. Cuando yo volví, era porque ella había fallecido por Fibrosis Quística. Sirius y yo no éramos sus hijos biológicos, ya que las mujeres con Fibrosis son estériles, pero ese no es el punto. Ellos eran madre e hijo, y él estuvo ahí cuando murió... Cuando yo volví con papá, él no nos hablaba, ni comía. Éramos muy chicos todavía, pero él no lo superaba. Y... Cuando Marco le dijo así por primera vez luego de la muerte de mamá... Algo dentro de Sirius volvió a surgir. Era el chico de antes. Inteligente, sonriente y... Y era él.

──¿Le dice así por su madre muerta? ──la cara de Jacobo se puso pálida en un dos por tres, haciendo reír al menor.

──Supongo que tiene más contexto, pero lo desconozco. Sólo sé que, conocí a dos Queenies en esta vida, y uno de ellos fue creado por Marco ──sonriente, volteó a ver la habitación en la que estaban los jóvenes, solo para encontrarse con que estaban abrazados y Sirius llorando──... Solo...

──¿Solo qué? ──volvió a cuestionar.

James hizo una ligera pausa, para luego, algo decaído, decir con un suspiro:

──Solo espero que ese Queenie que Marco creó no muera con él.

****

Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now