22 | Tu brillo es hermoso, Queenie.

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Queenie al oír las palabras de Marco no supo qué decir. Miles de recuerdos vinieron a su mente.

──¡Tu brillo es hermoso, Queenie! ──reía el joven niño castaño de catorce años, andando en aquella bicicleta roja con la guitarra atada en su espalda. Él se refería en ese entonces a la piel pálida y que en el sol brillaba, característica de Sirius.

──¡Deja de gritar, Marco, vas a caer! ──rió este también, sintiendo la emoción de ir en bicicleta en picada por una colina baja.

La bici del menor se descontroló en un segundo, comenzó a ver el volante ir de lado a lado con rudeza, piedras pincharon una de las ruedas y su descarriló hacia la izquierda.

──¡Queenie! ¡Me! ¡Voy! ¡A! ¡Caeeeeeeeer! ──exclamó antes de que su vehículo terminara tirado y roto en un arbusto.

El mayor corrió con rapidez, luego de dejar la bicicleta (que con arduos intentos, logró parar y arrojar lejos). Allí, entre los árboles que hacían una ligera sombra de aquella tarde fresca de verano, se encontraba su amigo, desparramado por el suelo, boca arriba, en posición de estrella e inconsciente.

──¡Marco, Marco! ¡Marco, despierta, por favor! ──una lagrima de desesperación se asomó por su ojito cuando sacudía a su mejor amigo.

El moreno abrió un ojo para espiar la situación. Sí: Queenie estaba llorando.

Aquello era tan tierno de su parte.

Dio una risita muda y volvió a hacerse el dormido.

──¡Marco, por favor, arriba! ──lloraba y lloraba, su nariz moqueaba y sus ojitos estaban cansados── Marco, si tú mueres, yo también moriré... ──lloraba con sus párpados cerrados a la fuerza, todo rojo por las lágrimas, desconsolado.

Esto a Marco le molestó un poco, y con culpa, pero aún dramatismo, fue abriendo los ojos, adolorido.

──Oh... Queenie... ──susurraba fingiendo haber despertado──... Queenie... ¿Te he dicho que me encantan los llorones? ──bromeó riendo y a la vez sobando su abdomen con dolor── Eres muy lindo, Queenie ──quejó tirando la cabeza hacia atrás, todavía dramatizando la escena.

El mayor lo golpeó en el hombro, secando sus lágrimas.

──¡Tú, grandísimo...!

──¿Amor de mi vida? ──completó mirándolo a los ojos, observando su sonrojo──. Amor de mi vida, entonces ──afirmó victorioso.

Sirius, ofendido, se cruzó de brazos y miró hacia otro lado. ¡Eso había sido de lo más injusto!

──No vuelvas a asustarme así ──pidió, aún negándose a verlo.

Marco sonrió ante esto.

──¿Lloraste por mí? ──curioseaba algo contento al ya saber la respuesta.

──No, claro que no ──mintió.

Marco acercó sus palmas a la cintura del mayor, quien continuaba sentado en el césped, y lo abrazó por la espalda.

──Tú sí eres el amor de mi vida, Queenie ──admitió el menor, mirando con tranquilidad su nuca azabache.

──No digas cosas bobas de las que luego te vas a arrepentir ──soltó algo molesto. No era la primera vez que el castaño decía cosas así.

──No me arrepentiré, y no son “cosas bobas” ──repitió en burla──. Sí eres el amor de mi vida, Queenie. Yo lo sé.

──¡No puedes estar seguro de eso! ──exclamó volteándose para luego ver a Marco sonreírle con ternura, poniendo su mano algo tierrosa en la mejilla del mayor, limpiando una lagrimita que había quedado ahí abandonada.

──Estoy más que seguro ──garantizó al pasar su pulgar para sacar la lágrima, acercando su rostro, saboreando con la mirada──... Queenie... ¿Alguna vez te he dicho que el brillito en tus lágrimas queda precioso? ──consultó alegre.

──Pues... Pues no y, y eso es raro ──admitió este──. Las lágrimas no son bonitas.

──En ti lo son.

──Oh... Marco, no sé si debamos... ──dudó cuando el menor quiso acercarse un poco más, solo un poco──. Marco.

──¿Sí? ──preguntó cerca de sus labios.

──Tu guitarra se rompió ──soltó con una expresión de angustia.

Marco, sorprendido, volteó hacia la guitarra, la cual efectivamente estaba toda rota.

──Así que eso amortiguó mi caída... Mierda ──se separó de golpe, yendo hacia el instrumento que él se había comprado con su dinero. La tomó, la observó y la arrojó lejos, lleno de rabia──. ¡Mierda, me costó un montón conseguir esa guitarra horrible y...!

──Marco.

──¡¿Qué rayos quieres?! ──gritó al verlo. Justo después de esto, justo al ver el rostro dolido de Sirius, él reaccionó queriendo acercarse──. Lo lamento, lo lamento tanto, Queenie, no quise...

──Está bien ──sonrió él.

──No, no lo está, no quise gritar ──disculpó, inhaló, y exhaló──. No quise gritarte ──bajó la mirada, apenado, para luego sorprenderse al ver a Sirius acercándose──. Queenie, yo...

──Te compraré una nueva guitarra ──prometió el mayor.

──(...) ¿Qué? ¿Hablas en serio? Acabo de gritarte de manera horrible ──objeción tras objeción, el moreno se sentía de lo más culpable.

──Y ya pediste disculpas, y no lo volverás a hacer ──aseguró──... Y, bien, te compraré una guitarra.

Marco sonrió. Cielos, Sirius era el jodido cielo en la tierra.

──Pensaré en ti cada vez que toque esa guitarra, ¿Estás seguro de que estás dispuesto a pagar ese alto precio? ──bromeó, aún diciendo la verdad.

Sirius lo pensó unos segundos, y luego, con una expresión agradable y alegre, asintió.

──Lo tendré que soportar.

──Y... Y cada vez que la vea, también pensaré en ti ──tentaba con emoción al notar que el ojiverde parecía estar de acuerdo.

──Sufriré en silencio.

──Además, estaré con la guitarra todo el día, así que todo el día estarás en mi mente. ¿Crees que puedas con eso? ──cuestionó, rogando porque la respuesta fuera «sí.»

Sirius volvió a sonreír, tanteando el terreno.

──Podré con eso y más ──afirmó.

Marco tomó la bici rota, y puso su mano sobre la del mayor.

Luego de tomar la otra bici y caminar un rato, el menor volvió a hablar.

──¿También me comprarás una bici?

──No pruebes mis límites, Vitale. Ni mis ahorros mínimos.

Ambos rieron y volvieron a la casa de Marco, donde se despedirían y, semanas más tarde, recibiría la guitarra comprada con los ahorros de Sirius.

Ahora, en el presente, el pelirrosa solo podía observar la guitarra mientras Marco hablaba, y leyendo el nombre que tenía escrito, no pudo hacer más que sonreír.

«Queenie.
Rockstar pero contigo.»

──(...) Y tu brillo es hermoso, Queenie. Yo... ──balbuceaba el moreno en el presente, elevando la mirada hacia los lagrimales de su amigo──. Te queda... Tan jodidamente lindo el maquillaje en el lagrimal... ──en su mente, lamentaba no poder besarlo ahí mismo──. Tu brillo es hermoso, Queenie.

Y ahí, Sirius solo pudo sentir la conexión entre el pasado y el presente, entre su Marco y el antiguo.

¿Y saben? Solo pudo darse cuenta de que el sentimiento seguía siendo el mismo.

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now