52 | Mi estrella favorita.

80 27 3
                                    

12 años después...

La temperatura era impresionante. Cinco de la mañana. Una hermosa mañana de ¿verano? ¿Otoño? Aún si era el jodido invierno, el clima estaba perfecto. Era de esas mañanas cálidas y a la vez frescas, como las que hay en verano, todavía si no era verano.

«Aunque deseo que sea verano», rió el adulto de veintinueve años. Alborotó su cabello rosado antes de entrar al hospital con dos tazas de café. Cielos, hace tanto que no veía a ese hombre que visitaría.

Parpadeó con lentitud, ignorando el brillito mal puesto en su lagrimal. No debió haber esperado que el agua se calentara viendo videos de YouTube, ¡se había colgado! Y ahora estaba veinte minutos tarde.

«Bien hecho, Queenie», se dijo frustrado. Al final, después de todos los pasillos de luces amarillentas y pocas prendidas, dando una sensación de calidez muy tenue y agradable, llegó a las guarderías, donde el castaño lo esperaba.

Al verlo, sonrió, y extendió el café.

──Jodido viejo loco, ¿qué haces espiando a los bebés? ──bromeó al darle la bebida caliente.

──Busco el mío. Ya no recuerdo cuál es. ──rió al tomar un sorbo── ¡Oh! Creo que es ese. ──señaló.

──Rihanna va a matarte por ni siquiera recordar cuál es tu hijo. ──negaba con la cabeza, viendo al mayor morderse el labio. Diablos, su novia iba a asesinarlo.

──No, no, a ver. Estoy casi seguro de que es ese. ──enfatizó en el «casi»── Además, creo que más va a matarme por haber engañado a ese pobre chico.

──¿Cómo vas con eso?

──Ella parece que va a dejarme y a volver con él. Desgraciados. Ojalá me deje ver al niño. ──se lamentaba.

──Lamento eso. ¿Y cómo se llama?

──¿El otro hombre? Luca, hasta donde sé.

──No, chimpancé ──rió──. No el amante. O, bueno, tú eres el amante...

──Ambos somos el amante, ¿okay? ──bromeaba intentando quitarle presión a la situación── Mi hijo. ──pronunció con orgullo── Mi bebé. Ese morenito tan tierno, pecoso, castaño y llorón ──señaló.

«Entonces sí sabías cuál era», se enterneció al pensarlo.

──Marco. ──suspiró, llevándose consigo una mirada curiosa y nostálgica del ojiverde── Marco Javier. Aunque, creo que se quedará con el apellido del "amante" y no el mío. ──supuso── Él parece que se hará cargo.

──¿No lo harás tú?

──No quieren. Aparentemente ella me usó para ponerlo celoso y se salió de control... Haré una cuenta del banco a su nombre para que cuando crezca pueda sacar el dinero que necesite. Pero mientras tanto, no puedo acercarme. Creo que será confuso tener dos papás y una mamá, ¿no crees? ──explicó excusándose.

──¿Estás seguro de que es por eso? ──cuestionaba. Jacobo suspiró de nuevo. Aquello era difícil.

──No quiero que sea una competencia, Queenie. Él debe tener un padre, uno bueno. Y yo... No sé si pueda serlo. ──sentenció apenado── Cuando sea grande, estaré ahí para él. Solo quiero que sea...

──Feliz. ──asintió── Lo sé... Bien, primerizo, espero que todo salga bien. Por cierto, qué pésimo nombre.

──No seas así, es un clásico ──rió él──. Creo que a él le hubiera gustado.

Queenie sonrió con alegría y dulzura, Jacobo era todo un cursi. Tomó su brazo del hombro, y ambos pronto se marcharon. Esperaría a que su novia se arreglara con el otro tipo antes de volver. Las líneas celestes y azul oscuro mezclado con violeta en el cielo no dejaban nada a la imaginación. Cada año, era mágico ese día.

Ya en el camino, cerca de su auto, Jacobo volvió a hablar.

──Oye. ──llamó. A lo que Queenie subió la cabeza, mirándolo── Dile feliz cumpleaños. Por mí. ──solicitaba. El pelirrosa sonrió y asintió.

──Solo dilo al aire, seguro te oirá. ──rió antes de subir al auto── ¡Ahora sal, que te atropello! ──exclamó alegre, solo para ver al mayor abrir los brazos y mirar al cielo── ¡Ouh, vamos! ──carcajeaba.

──¡Feliz cumpleaños, hermanito! ──gritó al cielo, a lo que Queenie salió del auto── ¡Feliz diecinueve de abril! ──cerca del llanto por lo emocional, solo impulsó al ojiverde a gritar también── ¡vamos, Queenie! ¡Celebra!

──No voy a gritar en un estacionamiento de hospital... ──decía apenado ya fuera del auto.

──¡Vamos, Queenie! ──pidió── Demuéstrale que su esfuerzo por hacerte más bravo valió la pena.

──¡Yo no...! ──objetaba con una sonrisa.

──¡Vamos!

──(...) Feliz cumpleaños, Marco. ──murmuró lleno de pena, mientras el viento comenzaba a mover las hojas del suelo.

──¡Más fuerte! ──reía.

Y entonces, el alguna vez llamado Sirius, sonrió, y gritó hacia el cielo:

──¡Feliz cumpleaños, Marco Vitale! ──una brisa ligera llena de hojas de otoño lo envolvió, los árboles comenzaron a moverse con el viento, Queenie sintió su cabello moverse── También te amo. ──respondió a la naturaleza── Feliz cumpleaños. ──susurró.

Luego de un rato sintiendo aquellas ráfagas, se fueron, dejándolo sonriente, y así, volviendo al auto, se detuvo un segundo a mirar por la ventanilla.

El sol estaba saliendo victorioso, y allí, aún vigente, había una estrella visible en el violeta cielo que en horas sería celeste y hace horas fue azul.

Un pensamiento volvió a su mente.

«━¿No me dejarás solo?»

─Nunca. ──dijo el adulto.

«━¿Lo prometes?»

Entonces, Queenie sonrió, y con cariño, sinceró:

──Lo prometo, Marco Vitale. ──encendió el auto. Reflexivo, no terminaría ahí, y decidido, corrigió:── O, mejor conocido como «mi estrella favorita.»

Y comenzó a conducir.

****
Estamos taaaaaaaaaan cerca del final...

Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now