5O | Hola, Queenie. Hola, drogadicto.

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El pelirrojo observó como el de rosa cabello llegaba a la cocina, despertándose por el ruido de sus gritos. Estaba furioso, no quería ni ver la cara de su inesperada visita.

──¿Qué haces aquí? ──cuestionó Sirius, viendo los ojos oscuros del hermano de Marco, y teniendo a James dándole la espalda, molesto.

──Créeme, yo no lo quería aquí. ──negó el pelirrojo.

──Claro que no me quieres aquí. Soy tu ex. ──bromeó el mayor, sin sonrisa alguna── Quería hablar con Sirius.

──Sirius no quiere hablarte.

──¿Es eso o tú sigues enojado conmigo?

──¡Por supuesto que sigo enojado contigo! ──exclamó con ira── ¡Tu hermano murió, y tú lo único que decidiste hacer fue...!

──Lo sé. ──admitió── Lamento haber buscado consuelo en alguien más. No te merecías eso. ──habló inexpresivo.

──Estaba ahí. Para ti, y para Sirius. Y te dio exactamente igual al... Andar con una... ──negó, fastidiado y cansado── Con alguien más. ──suspiraba cerrando los ojos, tocando con su mano su frente. Se sentía tan estúpido. Todavía así, era lo suficientemente educado como para no descargarse con la chica. No la insultaría. Él no sería ese tipo de persona.

Sirius solo se adentró a la situación, ignorando ligeramente la charla. Envuelto en una sábana que se había traído consigo, le dio el don de la palabra a Jacobo, quien seguía mirando sin expresión alguna a James.

──¿Qué querías, Jacobo? ──cuestionó al romper el hielo, notando que la charla no iría a ningún lado.

──Quería saber si estabas bien...

──El amor de mi vida murió hace menos de cuatro meses, ¿cómo crees que estoy? ──soltó algo grosero. Jacobo se quedó en silencio, al igual que James, así que Sirius suspiró, arrepentido de alzar la voz.

──Jacobo, Marco murió, y no sólo murió sino que se llevó una parte de mí con él.

──¿Qué parte? ──curioseó.

──Mi corazón.

Un silencio se hizo presente, e incómodo, Jacobo sacó de su mochila un gran sobre que contenía algo que Sirius ya esperaba, chasqueando la lengua.

──Vine a traerte... esto, ya sabes. ──Y también sacó un celular.

El menor de todos inspeccionó las cosas con la mirada cuando el mayor las dejó sobre la mesa de cristal. Todas ellas las conocía de vista, como el teléfono de Marco, o el sobre donde le dijo que guardaría las cartas que eran para él.

Antes de irse del hospital, les había dado una última mirada, y se marchó. Jacobo las habría tomado de ahí y habría deducido que eran para Sirius.

──¿Por qué su celular? ──consultó al mirar los ojos del pecoso, quien, curioso, levantó los hombros en duda.

──No lo sé. Sólo... Sentí que debía dártelo.

James rió, estando de brazos cruzados, haciendo resaltar sus bíceps a través de la camiseta bordó que tenía.

──El poder de la intuición nunca te traiciona, eh. Es impresionante que te guíes por él siempre. Me asombra que no hayas sentido que te terminaría la relación también. ──bromeó, generando molestia por parte del castaño.

──Ya dije que lo siento. ¿No es suficiente? ──argumentaba, haciéndolo abrir los ojos con una mirada terrorífica.

──Nunca será suficiente. ──expresó enojado, pero con una sonrisa de decepción. Volteó su mirada hasta Sirius, quien estaba curioso y aún decaído, examinando el celular con los ojos── ¿Sabes algo ya?

──Borró todo. ──extrañado, se metió a cada aplicación── Fotos, videos, contactos, aplicaciones... Todo lo que hay aquí es lo que venía ya con el celular. Y... ──descubrió, y luego se detuvo──(...) Y unas grabaciones.

──Dijiste que no habían videos. ──recordaba el más grande, viendo cómo de reojo el de rojo cabello se sentía fastidiado con su voz, empujando el labio por dentro con su lengua, como cuando algo le estorbaba.

──No son videos. Son archivos de audio. Veintiuno, para ser exactos. ──mencionó.

Pensó y pensó, y al darse cuenta, abrió los ojos y tomó todo, para luego dirigirse a su habitación con prisa.

──¡Hey! ¿A dónde vas? ──exclamó su hermano, con la misma voz preocupada que Jacobo quería soltar.

──¡Lo siento! ¡Debo oír esto solo! ¡Gracias, Jacobo, ya te puedes ir! ──gritó antes de cerrar la puerta.

De nuevo, momento incómodo.

──Supongo que sabes dónde está la salida. ──habló con burla el menor, moviéndose hacia la cocina, para servirse un café. Todavía con una ceja levantada.

Él iba a irse. Juraba que sí.

Pero luego de voltearse, caminar hacia la puerta y tocar el picaporte, se arrepintió.

──¿Aún me amas? ──preguntó sin darse vuelta.

James se descolocó, pero todavía con el orgullo gritando en su cabeza, quería ser honesto.

──Claro que lo hago. ──se sirvió el café e hizo una pausa. El pecoso se volteó, sorprendido── Pero ya no puedo más.

──¿Por qué no? ──demandó saber al ver la espalda de su ex pareja.

Y sin más preámbulo, espetó el pelirrojo:

──Porque rompiste mi corazón.

****

Algo asustado por lo que oiría, pulsó «reproducir archivo 000.», y de aquel móvil viejo y con una funda de una foto de él mismo, bendito sea el ego; salió la voz de cierto moreno que por meses el pelirrosa no había escuchado.

«Sabía que eras tú.», salió de la grabadora.

Con cariño, Sirius sonrió.

«Hola, Queenie.»

Su Marco otra vez.

──Hola, drogadicto. ──y ahí, se largó a llorar.

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now