27 | ¡No es una propuesta!

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Manos sudadas, respiraciones agitadas, lava en la espalda. Esto era arriesgado.

Estaban sentados en la cama de Marco, en su habitación, lugar a donde rara vez iban. Esta era muy distinta al garaje: tenía un escritorio con letras de canciones, la guitarra colgada en su gancho, un póster de Nirvana...

Dentro de todo, el moreno había ordenado, lo cual desconcertó fuertemente a Sirius.

──Y bien... ──el mayor rompió el hielo luego de un rato en silencio, allí, sentado en la cama de Marco, esa suave y bella cama, que rara vez olía tan genial como ese día──... Entonces... ¿Querías hablar? ──lo miró a los ojos, notando que estaba increíblemente nervioso.

──Sí ──dijo para luego callarse por completo. Diablos, esto era difícil──. Queenie... ──llamó, se detuvo, y volvió a decir:── Digo... Sirius...

«Es serio. Esto es malditamente serio.» pensaba aterrado el pelirrosa. Era la primera vez que lo llamaba así. ¿Habría ocurrido algo? ¿Estaría enojado?

Debía estar extremadamente furioso e iracundo como para llamarlo así.

Mientras tanto, Marco no podía ni mirarlo a la cara. Intentaba evitar que sus ojos buscaran los labios del mayor, así que solo lanzó su mirada hacia abajo y comenzó a jugar con los dedos.

«Solo dilo, Marco. Tú puedes», se animó en su cabeza.

Se reacomodó en su parte de la cama, y miró el pecho del mayor, vestido con su camisa negra que tan bella le quedaba.

──Sirius, yo... ──se mordió el labio, ¡demonios, qué mal lo estaba haciendo!── ¿Sirius? ──llamó al verlo directo a los ojos, algo asustado── Sirius.

──Deja de llamarme así ──pidió──. Me estás poniendo nervioso. Solo dilo ──sonrió con ansias.

El moreno asintió.

──Queenie ──ahora él comenzó a sonreír──, a mí me gustaría que... Tengo algo para ti y no sé si lo quieras... ──arrimó su mano al bolsillo, temblando de los nervios, de la indecisión── Es muy preciado y me gustaría que la persona a la que... ──suspiró── La persona a la que amo, pues, quiero que lo tenga ──explicó, para luego sacar el anillo.

El rostro de Sirius era todo un dilema. Estaba entre asombro y terror.

──¡No es una propuesta! ──calmó y el pelirrosa cerró los ojos con alivio──. Sólo... Quería que lo tuvieras, pues... Tú ──ofreció.

El ojiverde lo tomó y analizó, algo sorprendido al ver la plata cara y el diamante en la punta. Era tan bello y reluciente, que por un momento creyó que Marco lo habría robado, ya que se veía demasiado caro como para ser de alguno de ellos.

──Es... Yo te amo mucho, Queenie ──soltó cual escupitajo, algo infantil, algo inquieto──. Y... Quiero que seas feliz, déjame hablar rápido ──anunció acelerado. Si tardaba, su lengua se trabaría, debía apurarse, ser más rápido que los nervios que lo seguían──. Queenie, no sé por qué actué mal cuando me dijiste que te gustaba alguien. Fue insensato, y fue un accionar bastante insano, y...

──Y solo estabas preocupado por mí ──dijo Sirius, pero rápidamente Marco lo calló.

──¡No! ──exclamó interrumpiendo── No, Sirius ──negó, diciendo aquel nombre que nunca mencionaba. Vaya, sí que era un tema serio──. No fue normal. Yo... No es normal que me sienta así con la idea de que te guste alguien ──intentó ser indirecto, de verdad intentó.

Deseaba oscura y secretamente que el pelirrosa se enterara por su cuenta, lo sorprendiera y lo tomara por el cuello, para así estampar sus labios contra los de él. Pero lastimosamente, la vida no es un libro romántico juvenil.

Él exhaló.

Debía ser directo.

──Queenie, no es normal que yo sienta esto hacia un amigo ──expresó. Su corazón definitivamente se saldría de su pecho y él no podría hacer nada por perseguirlo.

Su corazón iría con Queenie, y él estaría contento al ver eso.

Sirius merecía cada parte de su corazón. Marco así lo elegía todos los días.

Aun respirando muy fuerte, casi grosero, se acercó a su frágil y bello rostro.

──Queenie ──llamó una última vez, pasando su cara hacia el costado del mayor, quien con ansias lo recibió cerca de su oreja. Y ahí, sintió el cálido aliento de su mejor amigo──... Sirius... ──susurró. Sirius soltó un ligero jadeo, un suspiro robado, uno tan incitador, apetecible, deseable, irresistible y seductor.

«Carajo, diablos, diantres.

Solo quiero que mires hacia mí y pienses "mierda, él es tan bonito" mientras suspiras así.»

A veces, a Marco le agradaba notar que ellos fingían hablar, siendo que solo jugaban a tentarse.

──Marco, yo... ──habló girando el rostro del menor, quedando a unos tres centímetros de sus labios, dejando que sus alientos chocasen y se unieran en una melodía que los espíritus podrían disfrutar.

La puerta fue golpeada.

El rubor del menor era tan notorio como el posible sofoco y la molestia que significó aquella interrupción. Todavía así, ambos la agradecieron. Ese estaba siendo un momento que ninguno podía manejar.

──¡Marco, llegó el paquete que ordenaste! ──gritó Jacobo del otro lado de la puerta── ¿Qué es un «Vibrador cabeza de Dragón»? ──exclamaba, ocasionando que el menor abriera los ojos con asombro y vergüenza.

Su cara se tornó pálida en unos tres segundos.

──¡No es lo que parece, él miente! ──aseguró el moreno para Sirius, quien contenía la risa── Yo no soy así... ──garantizaba con pena.

El mayor acarició su cabeza rubia, tranquilizándolo como haría con un perrito.

──Anda por tu paquete, todos tenemos intimidad ──sonrió──. Vuelve pronto, quiero seguir esta charla ──pidió, a lo que Marco entendió casi en ese mismo segundo lo que quería decir.

Sirius quería volver a estar a dos centímetros del menor, sintiendo su aliento y así, continuar, y que sucediera lo que tuviera que suceder. La simple idea de esto lo motivó a apurarse, y corriendo, asintió y se fue.

Pasaron dos, tres, cinco minutos. Y al fin, cuando Sirius estaba pasando sus manos por el escritorio y revisando las anotaciones y letras de canciones compuestas por Marco, la puerta se cerró.

Él, emocionado, volteó a preguntar por la canción titulada: « Queenie ᴗ̈ »

─¿Es sobre m... ──al voltear, no consiguió ver a nadie más que a Jacobo.

Tragó duro, y con aquellos verdes ojos, miró y se grabó cada detalle. El ambiente había cambiado drásticamente, ahora era uno inseguro, altanero y fastidioso.

──¿Qué haces aquí? ──cuestionó curioso y ciertamente atemorizado.

Él parecía estar serio. Inerte.

Molesto.

Y aún al verlo sonreír, Sirius sintió terror cuando él dijo:

──¿Realmente crees conocer a Marco Vitale? ──y con una mirada llena de maldad, rió── Deberías ser menos ignorante, Sirius.

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Bailando con una estrella (BL) | ✔Where stories live. Discover now