7

209 37 38
                                    

Desdé que entró al Shiratorizawa, procuraba tener siempre su atención y de una u otra manera lo conseguía. La verdad era que pasaban una gran cantidad de tiempo juntos,  hasta esa semana, exactamente ese día, en dónde se había dedicado a esconderse y en algunas ocasiones huir del mayor.

No lo hacía por miedo o por sentirse dolido, sí no, por algo que consideraba peor.

La noche anterior, se había ido a la cama con un mal sabor de boca por la penosa, ridícula y confusa situación vívida; en un intento para dejar de sentirse mal, tomó "la revista" y empezó a hojearla.

Ya entrada la madrugada, debajo de sus cobijas y con una lampara de mano, dio con una fotografía de un hombre, alto, bronceado y musculoso en una jungla usando solo un trozo de tela con patrón de leopardo que tapaba su zona íntima; no necesitó verla dos veces para que su imaginación comenzará a volar. Antes de que su cuerpo pudiera reaccionar, se asustó de si mismos y metió aquellos objetos debajo de su cama.

Vergüenza, eso lo hacia no poder ver de frente al capitán.

Arrojó la bolsa de plástico llenada de pedazos de papel al gran contenedor y se dirigió al gimnasio para el segundo entrenamiento del día.

—No te preocupes por ese tonto.

—No me interesa.

—Eso es mentira, sí no pasara nada, no tendría que soportar tu horrible cara enojada y, lo más importante, no evitarías a Ushiwaka.

—No le digas así y no lo estoy evitando ni estoy enojado.

—Como digas—Taichi no era idiota, sabía que algo le ocurría pero no insistiría por que también sabía que eso terminaría en pelea y no planeaba recibir otro castigo cuando estaba apunto de terminar uno.

***

Shirabu entendió que le era difícil ignorarlo por completo gracias a tres simples razones:

1. Estaban en el mismo equipo.

2. Lo admiraba demasiado.

3. Estaba enamorando de él.

El tiempo pasó y el entrenamiento había terminando. Lleno sus pulmones de aire y saboreo su anhelada libertad hasta que su senpai albino llegó y se plantó delante de él.

—Traté de ignorarlo, no te lo reproché e incluso te defendí y nada, sigues cometiendo los mismos errores—Sabía de que hablaba y no diría nada, no cuando todo estaba en su contra—¿Acaso crees que eres digno de ser el colocador principal del equipo?

—¡No Semi-san!

—Exacto, cumple tu castigo de inmediato, te esperaré y hablaremos.

—¡Si!

Era consciente de que ese "hablaremos" se resumía en él siendo fuertemente regañado y golpeado por el mayor, aún así se apresuró para no dejarlo esperar por mucho tiempo.

Algo dentro de él le decía que el hecho de que se tomará la molestia de esperarlo y que pareciera más enfadado que de costumbre era obra del alocado pelirrojo.

—A la distancia, te puedo asegurar que si te pareces a Chucky.

—¿De cuántos metros es tu orden de restricción?

—Golpe bajo Kenjirō.

—No me importa.

En el instante en que abrió su casillero, su vista fue capturada por un trozo de papel color amarillo perfectamente doblado. Lo tomó y con un poco de miedo (y con el alto asomado detrás de su hombro) lo desdobló.

Yo sé de amorWhere stories live. Discover now