El taxi

887 37 0
                                    

Quedan reservados todos los derechos de esta obra, no se permite su plagio o adaptación de ningún tipo. Si es así se tomarán acciones legales.

🔥🔥¡¡Ya en formato físico!! /🔥🔥

Rezo para que el amor no venga a mí con una intensidad homicida, en ritmos salvajes y sin mesura.
Eurípides.

Prima que yo no quiero ir… Cami se sentó en la cama de su prima Samara quemando su última bala, no quería ir a una discoteca a las once de la noche a buscar al ex de su prima… ni a otra cosa. No le gustaba ese ambiente y si su hermano o su padre se enteraban, iba a tener problemas lo sabía.
– Cami… José está muy enfadado conmigo tengo que ir y hablar con él, por teléfono no me escucha.
– Pues vamos mañana a la plaza y lo buscamos ahí. La voz de Cami, sonó como un ruego. Además hacía frío, no era un día de fiesta, era un día de peli manta.
– Que no Camila, que lo tengo que arreglar hoy que, me muero… ¡Siento que voy a morirme! Por favor prima acompáñame, por fis, por fis. Puso esa carita de perro abandonado.
– Si me llamas Camila otra vez, te vas sola. Soltó Cami enfadada, Samara salto de alegría sobre su prima. Samara estaba enamorada, y sentir que iba a perder a su amor le hacía sentir Una ansiedad insoportable.
–¡ Qué guapa mi prima que va a acompañarme! Samara empezó a darle besos por la cabeza.
– Venga arréglate ya, así no te dejan entrar. ¡Ni hablar! No pensaba arreglarse, estaba de lo más cómoda con su pijama de felpa. La noche era fría, había llovido por una semana completa y las calles estaban llenas de charcos. Iría con su pijama de ositos y sus zapatillas de Monstruos S.A. Bueno no eran suyas, eran de su sobrina. Pero no pensaba devolvérselas.
– Yo voy así… le tontearé al portero, que tengo mucho carisma, verás como entro. Afirmó, intento sonar contundente para convencer a Samara.
– Que no, así no… ponte este vestido. Saco un vestido negro, corto con la falda de vuelo una perfecta mezcla entre tela de encaje y satén, tenía las mangas y la espalda transparente y un pronunciado escote… Camila se quejó al verlo no le gustaba vestir así y menos si iba a salir de noche, pero tras la insistencia de Samara al final se lo puso. Lo acompaño de unos tacones de tiras negras y unos pequeños aros dorados, se soltó el pelo y se maquilló. Se dirigieron hacia el club, estaban andando por un callejón lleno de charcos cuando empezaron a oír música. Samara salto entusiasmada.
– Ya hemos llegado ¡Venga alegra la cara! Dijo cogiendo a Cami por el brazo y metiéndola a empujones dentro. Tuvieron que aguardar algunos segundos, hasta que sus ojos se adaptasen a las luces de colores. Enseguida vieron a José en la burbuja, su sesión como DJ aún no había acabado. Samara lo saludo alzando la mano y agitándola enérgicamente.  –Samara, hay como trescientas personas aquí, no te va a ver. Dijo Cami haciendo un llamado a la cordura y la clase.
–Que sí. Gimoteo Samara.
–Déjame el espejo. Cami la miro unos segundos, sus ojitos azules brillaban de euforia y de amor. “Estúpido” pensó Cami, ojalá jamás me vea así. Rogó al cielo. Sin esperar más abrió el pequeño bolso y saco el espejo azul de su sobrina que siempre llevaba encima, Samara hizo reflejos con las luces y para sorpresa de Camila, funciono. José las miro… y sonrió ¿Dónde estaba su enfado? Samara espero a que volviese a mirar a la tabla de mezclas para saltar de alegría, se giro hacia Cami devolviéndole el espejo llena de entusiasmo.
– Has visto que me ha sonreído me quiere aún… Parecía flotar de alegría.
– Estás loca Samara. Respondió Cami  riéndose; y echo un vistazo a la sala había muchísima gente ¿trescientas? Había al menos mil personas ahí… las suficientes para que nadie se fijara en ella pensó. Pero ¿se estaría equivocando? Fueron hasta la barra y allí se sentaron en unos taburetes, lo bueno era que casi todo el mundo estaba bailando.
–¿Qué vais a beber? Les grito la camarera. Era una mujer de unos treinta años, su pelo decolorado a rubio con unas puntas azules lo tenía sujeto en una coleta. Tenía puesto un chaleco negro y un vaquero. Tenía en el brazo el tatuaje de una mujer en una barra americana. Sámara pidió dos coca colas y Camila la miro mal, encima que le hacía salir y arreglarse ¿no la dejaba beber? Que le hubiese pedido un buen cardhu. Bebió un par de sorbos de mala gana, ese caso de plástico no invitaba a seguir bebiendo. Pocos minutos después bajo José y aunque quiso hacerse el enfadado le duro bastante poco. Termino abrazando a Samara y acariciándole el cabello. Después se acercaron a Cami que los observaba desde la barra.
– Me alegra verte Camililla. Dijo con Samara colgada de su cuello. José era moreno, media 1.90 aproximadamente, sus ojos oscuros eran bastante bonitos. Mantenía su rostro sin barba, y solía vestir bastante moderno y de un rollo callejero pero cool. Nada que ver con el estilo de Samara que era pura elegancia y sencillez.
– Josito las que lía tu chica. Se bajó del taburete y le dio dos besos.
– Llévatela ya para tu casa.
– En nada iremos a pedir su mano. La miro a los ojos como si viese un universo en ellos Samara le miro de la misma forma. Y Camila se sintió absolutamente fuera de lugar.
– No la pidas que te la doy yo llévatela ya. Los tres se rieron y Camila dijo que se iba le hicieron un poco la pamplina para que se quedase, pero enseguida se dejaron convencer, estaba claro que querían hablar con tranquilidad. Se suponía que se quedaba en casa de su prima Samara a dormir y a su vez que se quedaban en casa de la hermana de la Samara quien estaba enterada de todo… así que iría a la casa de su prima Roció. Salió a la avenida metiéndose con ella misma por no hacer caso de Samara y ponerse una bufanda además de la chaqueta de cuero, paro un taxi y se subió apenas cerro su puerta vio como un chico se sentó a su lado ¿De dónde había salido?
– Buenas noches. Le dijo al conductor.
– Ahora le dice la señorita donde la llevamos. La miro y ella se quedó sin palabras era él, era Alex.
– ¿Qué haces tú aquí? Le dijo él en voz baja.
– Ya me iba a casa. Dijo estupefacta.
– Eso ya lo veo bájate, que te llevo yo. Cami bajo sin decir una palabra. Su padre y el de ella eran amigos desde siempre y desde que ellos eran pequeños habían hablado sobre un compromiso cuando fuesen mayores, de niños se trataban como familia y Alex siempre decía a todos los niños del parque que ella iba a ser su esposa, que era su prometida. Pero a medida que Alex se fue haciendo mayor lo fue dejando de ver. Vio desde fuera como pagaba al taxista por la molestia y cerro la puerta, iba impecable como siempre. Tenía puesto un traje oscuro, Cami no pudo distinguir si era negro o azul marino, su camisa también era oscura, sus zapatos elegantes e impolutos pasaron sobre un charco con decisión, sin importarle estropearlos. Su pelo y su barba perfectamente degradados, aun desde la distancia de Cami podía oler su perfume. En sus 23 años siempre usaba el mismo. Él le echo una mirada de mal humor y señalo un camino Cami fue detrás de él como un pingüino desorientado. Empezaron a meterse por varias calles y estaban desiertas hasta que llegaron a una donde había varios bares y algunas personas en la calle se notaba que no estaban muy serenos Cami si encogió él la cogió de la mano.
–Pégate a mí. No era una petición, era una orden. Le estaba diciendo que si quería que todo fuese bien todos tenían que notar que iban juntos. Le paso un brazo por encima de los hombros y la apretó a él, ella apenas podía ver por donde caminaba. Y tras unos segundos incómodos lo agradeció; estaba congelada y asustada y él trasmitía tanto calor y seguridad que se sintió a salvo.

🌸 𝗔𝗺𝗼𝗿 & 𝗥𝗮𝗯𝗶𝗮 🌸 ©Where stories live. Discover now