Toma de contacto

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La trampa
Debemos ser como un zorro para recorrer las trampas, y como un león para asustar a los lobos.
Nicolás Maquiavelo.

Él la acerco hasta que sus bocas quedaron casi juntas.
– Escúchame… aquí todos creen que tú eres mía, así que si quieres vivir a tu manera le dices a tus padres que vengan hablar con los míos. No me vas a dejar de tonto.
Ella puso los antebrazos sobre el pecho de Alex para empujarle, él dio un paso atrás ninguno de los dos apartó la mirada.
– Eres tú quien ha estado todo este tiempo viviendo a su manera…y ahora ¿vienes y me exiges? ¿Con qué derechos? Yo no soy absolutamente nada tuyo ni soy esas pobrecitas que te encuentras en la calle y dominas a tu manera.
Alex fue a contestar cuando se acercó María trayéndole su bolso, diciendo que ya todas se iban que se hacía de noche, Cami asintió y dijo que la esperaran que ya iba.
– Veros tranquilas yo la llevo a casa.
Intervino Alex sin que nadie le hubiese dado vela en este entierro. María parecía esperárselo porque de seguido se despidió y se marchó antes que Camila pudiera abrir la boca.
—¿Qué estás haciendo?, ¿sabes lo que vas a dar de hablar? Él se encogió de hombros como si no le importase. 
—Vamos al coche.
—Yo no voy contigo.
Alex la miró escrutándola.
—Jamás pensé que tus padres fuesen a criar a una contestona. Relajado paseo su vista por el cuerpo de Cami, tensándola.
—Yo no soy eso.
¿qué le pasaba? Siempre se comportaba a la perfección, pero él la sacaba de quicio ni siquiera dio una buena respuesta. Con una sonrisa se apoyó en el coche que había a su espalda y se cruzó de brazos.
—¿Entonces que eres? Si me replicas por todo. —Porque me desquicias —Se excusó.
Mira lo que haces en dos días ya nos ha visto juntos medio mundo.
Él se siguió riendo de buen humor cuanto más se reía más se exasperaba Cami. Alex la miro unos segundos y se puso serio.
—Venga vamos al coche.
Se levantó y empezó andar esperando que Cami le siguiese. A ella le hubiese encantado dar media vuelta y marcharse sola, pero no iba a hacerle ese desplante en medio de la plaza. No por el sino por su reputación, su comportamiento tenía que ser impecable, el padre de Camila era un hombre importante de una familia importante… Ella debía comportarse a la altura de su posición. Le siguió de mal humor al subir al coche apretó los dientes para no inhalar profundamente como le apetecía. Todo el coche olía a él… A su perfume, a su crema de afeitado, a su marca de tabaco. Por dentro no había nada que revelarse su personalidad, solo había un ambientador conectado al dispensador de aire. Nada absolutamente nada más todo estaba impoluto, nada de monedas en el cenicero o restos de comida por ahí… nada que hiciese débil o humano al estúpido Alex. El saco el móvil y llamo.
—Primo he tenido que irme, después paso por tu casa díselo a los demás. El otro chico contestó algo preguntando que excusa les daba, Alex miro a Cami que le estaba mirando. —Diles que he tenido un imprevisto, que mañana quedamos. Respondió sin que ninguno apartara la mirada, cuando acabo de hablar Cami miro por la ventanilla pensando para sí que eso era ella, para él un “imprevisto” que había fastidiado su plan. Alex guardo su móvil se puso el cinturón y arranco, silencio llegaron a la calle de Cami.
—¡Párame aquí!
Grito apenas vio su casa a los lejos.
—¿Estás loca?
—Que nos van a ver llegar.
Exclamó desesperada ¿qué le pasaba a ese chico? No pensaba para nada en la reputación de Cami.
—Yo se explicó a tu padre.
— ¡No! ¡no! Por favor, Alex.
Dijo agarrándole la mano que tenía sobre la palanca de marchas, él dudo un momento pensando lo que estaba pasando.
— No le voy a decir nada de tus salidas nocturnas, nada más que te he visto yendo a casa y te he traído. Y ya de paso entrado a saludar.
—Me vas a buscar una ruina. Dijo ella en tono de queja.
— Mejor que tu padre se entere de que te has subido a mi coche y piense que te estoy viendo a escondidas. A mí no me tienen porque afrentar nadie Camila ni a ti… vamos a hacer las cosas bien, venga baja del coche y déjame hablar a mí, tú nada más asiente con la cabecita.
Alex bajo y Camila se quedó inmóvil viendo como él caminaba hacia su puerta, ¿Acababa de darle una lección de comportamiento? Jamás nadie le había cuestionado su forma de actuar. Ella era prudente, consecuente. Y nadie le había dicho que tenía que hacer, desde pequeña miró y aprendió sin nadie tuviese que regañarla, su cultura era muy estricta, pero a ella le encantaba, vivía en una cultura rica en tradiciones y valores y aunque cierta parte de ella deseaba libertad para algunas cosas, el resto de su ser estaba pleno y feliz por la vida que tenía. Alex estaba esperándola con las manos en los bolsillos, en cuanto ella hizo ademán de abrir la puerta del coche, él entendió que ya estaba lista para salir… La conocía, aunque llevase años sin entablar conversación con ella, por eso eligió darle tiempo y esperar a que se tranquilizara un poco. No era cualquier situación estaba llegando a su casa en el coche de un chico, que para colmo las costumbres decían que debía ser su prometido. Ese fue el trato que hicieron sus padres cuando ellos eran niños. Por supuesto la última palabra era de ambos, ellos debían decidir si reafirmar ese compromiso y declinarlo. Años de pruebas dejaban claro que Alex lo declinaría, desde los 16 años jamás tuvo una atención visible hacia Cami. Pero que de repente la llevase a su casa no iba a facilitar que dijese que no quería casarse con ella. Alex entro primero y ella unos pasos por dentras. Nada más había un enorme pasillo, a la izquierda quedaba la habitación de Cami, las paredes eran blancas, casa siempre olía a las flores que la madre de Cami Rosa, ponía por todas partes. Unos metros más adelante estaba la sala, una cocina comedor de unos 25 metros cuadrados. Con una decoración rústica y ostentosa. Si pasabas de largo su seguías caminando al final del pasillo había una puerta la cual conducía al patio donde Rosa cultivaba sus flores y donde sol siempre brillaba de una manera especial. Pero Alex no paso de largo él entro a la cocina/comedor donde estaban los padres de Cami.
— Buenas noches, tío. El hecho de llamarle así era una cuestión de tradición, pero también por el cariño que se procesaban. Se sentó a su lado, el padre de Cami, Manuel tenía unos 50 años las primeras canas ya estaban apareciendo en su rostro y barba, era un hombre alto y robusto con unas manos grandes como panes de pueblo, siempre vestía en traje y su único abalorio era su anillo de casado y un solitario en la otra mano.
—Estaba dando una vuelta y me he encontrado una cosa suya. Cami apareció en el comedor y su padre la miro con sorpresa, Alex le puso una mano en el hombro para atraer de nuevo la atención hacia el, ya que Camí seguía con esa cara de susto. —Se le ha traído no se vaya a perder.

Dijo con una sonrisa preciosa y petulante. Manuel se rio con él y le dio unas palmadas en la pierna. Alex era carismático, inteligente, gracioso. Tenía esa chispa que atraía miradas. Como un depredador atrayendo a su presa.
—No te quedes ahí niña, prepara café.
La espoleo la madre de Cami. Entrando en el salón, llevaba puesto un vestido de flores por debajo de la rodilla, era una mujer alta tenía el cabello negro y con pequeños rizos. Camí puso la cafetera torpemente sin decir nada solo escuchando la conversación de sus padres con el horrible y precioso ser que la había traído a casa. “Para que no se pierda dice el imbécil” (llevo 23 años volviendo sola a casa y jamás a apreciado para traerme y… “que no me pierda” será …) Los pensamientos de Cami mientras esperaba que el café hirviese, le molestaba que fuese tan correcto y encantador con sus padres, ellos lo adoraban. Sirvió tres cafés, saco una bandeja de pastas y una botella de anís dulce como era de costumbre. Al terminar fue a su habitación, se puso un vestido cómodo de pijama unas zapatillas, se recogió el cabello y salió al pasillo para volver al salón. Pero al salir se encontró con Alex que al parecer ya se iba. Ella iba a pasar de el entrar en el salón cuándo…  

🌸 𝗔𝗺𝗼𝗿 & 𝗥𝗮𝗯𝗶𝗮 🌸 ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin