El duelo

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Noli me tangere, ya que soy del César, y salvaje soy aunque domesticada pueda parecer.
Sir Thomas wyatt.


Al terminar se cambió de ropa y fue a su casa. Saludo a sus padres y les contó que al final habían ido a casa de Roció a dormir por si hablaban con los padres de Samara, sus padres y su cultura era tan estrictos para algunas cosas que a veces le tocaba mentir… como para meterse en un bar de madrugada a buscar al novio secreto de su prima. Al contar que habían dormido allí se acordó de Alex… estaba cada día más guapo, a su mente vino el recuerdo de Alex pagando al taxista y caminando hacia ella. Su pelo castaño oscuro a juego con su barba ligera, medía alrededor de 1.85 empezó a trabajar muy joven a sí que su cuerpo enseguida tomó forma, pero no la forma de un tipo fuerte y atractivo sino forma de un tipo que asusta, o es capaz de asustar, con esa aura de experiencia y peligro a su alrededor. Esa aura de: jamás vas a importarme Camila.
Agito la cabeza para quitarse eso del pensamiento, abrió los contactos de su tfno. Había guardado su número sin nombre lo miro un rato pensando si se quería hacer eso a ella misma… Al final lo agrego al WhatsApp para mirar su perfil tenía una foto con todos sus primos y amigos incluido el hermano de Cami, Rafa. Él tenía una guitarra flamenca frente al pecho. (Fingiendo que sabía tocarla) Como información solo tenía “disponible” no quería pensar más en él así que salió a dar un paseo, llamo algunas de sus amigas y primas y quedaron en un bar de la plaza.
Se puso un vestido corto blanco de tirantes con falda de vuelo y un lazo en la mitad de la espalda. Lo combinó con unas sandalias blancas de plataforma, se hizo unas hondas en el pelo. Al maquillarse se miró así misma en el espejo juzgándose. No era muy alta apenas llegaba al metro sesenta, su pelo largo y negro la hacía parecer aún más pequeña, hondeando a la altura de sus caderas, su piel era más blanca de lo que a ella le gustaría, sus ojos tenían el color del ámbar oscurecido. Sus cejas arqueadas le daban un aspecto más interesante a su cara redonda de niña buena, tenía veintitrés años y seguía aparentando dieciocho. Su nariz era pequeña y respingona, sus labios … Bueno no estaban mal el superior era más grueso que el Inferior, cosa que ella detestaba. Tenía un pecho generoso a combinación de su cadera redondeada, su cintura pequeña y su vientre plano era el contraste. Odiaba ser así… Le encantaba el cuerpo de Samara tan alta y esbelta. Todo lo que ella no era. Sin más juicios agarró su bolso y se fue dando un portazo. Estúpido Alex, todo era por su culpa la  cuestionarse toda ella, y mirarse durante horas buscando el defecto por el cual él no se había enamorado de ella. Llego a la plaza y vio a su panda respiro profundo, con ellas se le olvidaban todos los males. Pidieron algo de beber y empezaron la sesión hablando de citas que habían tenido o querido tener, anécdotas, chistes, insultos varios… Intentando adivinar las vidas de quienes iban y venían, cuando de la nada apareció Alex, también con su grupo de amigos.
Cami aparto la mirada y las demás empezaron a elogiarlo y criticarlo casi a la par Camila saco el móvil empezó a contestar mensajes a mirar Instagram… cualquier cosa con tal de no mirarle a él, se distrajo tanto que no se dio cuenta de que venía hacia la mesa.
– Buenas tardes.
Ella levantó la cabeza y ahí estaba él. Todas le devolvieron el saludo.
– ¿Cómo estás, Alex? Preguntó Andrea con una sonrisa en la cara, para nadie era un secreto que a pesar de saber que Alex debía casarse con Camí, Andrea babeaba por él. Respondió un rápido “bien” y fue hasta Camila, la cogió del brazo sutilmente y ella se levantó, una vez en pie cerro los ojos al volver a oler de cerca su perfume. Llevaba puesto unos shorts vaqueros rasgados, una camisa blanca y unas Nike cortes. A la luz del día a pesar de las gafas de sol que Camí llevaba pudo ver con más claridad que Alex ya no era el niño con el que jugaba de pequeña.
Su cara había perdido todo rastro de inocencia tenía una mandíbula prominente y unos pómulos marcados, su barba enmarcaba unos labios gruesos y carnosos. Camí agradeció más que nunca llevar gafas así nadie podría ver cómo sus ojos habían salido de sus órbitas al poder mirarlo tan de cerca. La luz del sol se colaba tras las pupilas de Alex haciendo sus ojos aún más hipnóticos, su iris cambiaba sutilmente de color, a veces gris como el cielo antes de empezar llover, a veces azul vivo, tenía unas pestañas largas de color castaño oscuro. El ajeno a toda expectación de Cami solo la miró un momento.
– Os la robo, si no os importa.
La respuesta quedó en el aire porque todas quedaron mudas, Andrea abrió la boca puede que para protestar, pero ninguna palabra salió de sus labios. Cami sonrió por no llamar más la atención Samara les miró sin comprender nada. Camí le lanzó una mirada a Alex como si estuviese loco y en la que iba implícito un (suéltame imbécil)
Alex la soltó y empezaron andar para alejarse un poco, había un camión grande aparcado que daba sombra a unos metros de la mesa en la que estaban las chicas. Caminaron hasta ahí con el único ruido de los tacones de Cami contra los adoquines. Al llegar ella se apoyó allí con las manos agarradas a lo largo de su cuerpo miro a la mesa de lejos atreves de sus gafas de sol y se molestó todas estaban mirando después la interrogarían y hablarían de eso durante días y la sombra de Alex ya llevaba demasiado tiempo en su vida. 
– Por qué rondas tanto?
– Cómo dices?
–Anoche en el bar y hoy aquí… ¿Te crees que se me ha olvidado?
– Sinceramente pensé que habías bebido de más. Le clavó la mirada y se cruzó de brazos. Él sonrió de medio lado y se apoyó en el coche que estaba frente a Cami
– No te he hecho nada para que me faltes el respeto. Ella se ajustó el vestido incómoda. 
– Y no lo he hecho. Dijo mirándose los zapatos. – Me llamas borracho ¿y no me faltas ¿ Dios me libre cuando quieras hacerlo.
Cami cogió aire y se agitó el pelo.
– Vale pues lo siento me sacas de un taxi y te quedas en la puerta de casa ¿pues que quieres que piense? Alex se puso de pie y fue hasta ella, aún con los tacones él le sacaba como dos cabezas.
– No quiero nada… Solo que te comportes. Cami se acercó un poco más para que viese que no la intimidaba.
– Me comporto perfectamente.
– ¿Si?
El apoyo un brazo en el camión detrás de la cabeza de Cami, ella miró a la mesa imagino cómo se vería la escena desde fuera … ¿Por qué él le tenía que hacer esto? Le había costado años que dejaran de llamarla la novia de Alex. El chico que no le hacía ni caso y ahora él hacia esto en medio de la plaza, donde todo el pueblo iba y venía sin importarle que todos les viesen ¡Claro! ¿Qué tenía el que perder? Nada. Porque no le importaba nada lo que la gente dijese sobre él, pero si había algo que gustase a todo el pueblo eran las habladurías.
– Mírame a mí – Dijo agarrándole la barbilla. Te estoy hablando yo.
Cami se levantó las gafas de sol y le miro desafiante.
– ¿Por qué haces esto? ¿Es que no ves que nos mira todo el mundo? Puede vernos cualquiera.
Alex sonrió y se inclinó un poco más hacia ella. – Te recuerdo que estás comprometida conmigo.
Cami casi da un respingo ¿Comprometida con él? ¿hablaba en serio? Llevaba años ignorándola y saliendo con todas las chicas del pueblo y fuera de él ¡que se creía!
– Tú estás loco. Su voz se entrecortó lo apartó e intento irse, él la agarro por la cintura y la atrapó entre el camión y su cuerpo.
– ¿Qué haces?
Una corriente de electricidad se apoderó de ellos, ella apartó la mirada de esos ojos grises intento mirar hacia donde estaba el resto de la gente, pero antes de llegar a ver nada él se interpuso. Movió la cabeza y se puso de nuevo en su campo de visión.
– Mírame.
– Suéltame.
¿Empezó el duelo?     

🌸 𝗔𝗺𝗼𝗿 & 𝗥𝗮𝗯𝗶𝗮 🌸 ©Where stories live. Discover now