IX Última gota de felicidad

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Miraba mi reflejo en el espejo delante mía

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Miraba mi reflejo en el espejo delante mía. El vestído blanco con toques dorados se ajustaba perfecto de mi cintura hacia arriba. Dejando para abajo un corte princesa lleno de tull.

-¿Estas nerviosa mama?- pregunto la pequeña entrando a la habitación donde estaba. Vestí a de dorado. El pequeño vestido le llegaba hasta las rodillas.

- Algo- respondi- nunca hubiera creído que un día me casaría con tu padre- mencioné. La escuche reírse.

- Si, papa me contó su historia- dijo acercándose- debo decir que era medio estúpido en aquel tiempo- agregó.

- Ni que lo digas- le di la razón. Volví mi mirada a mi en el espejo.

- Ya es tiempo mama- dijo ella sacandome de mis pensamientos- papi te espera- dijo último para darse vuelta e irse.

Con un suspiro tome el ramo adornado con rosas rojas y blancas junto en el medio, una calavera humana. Reí por eso. Sin más salí y camine por un pasillo hasta estar en la puerta por donde primero saldría Den con los anillos.

Todo bien norte americano. Las puertas se abrieron y ella feliz, salió. Seguido de eso yo lo hice. Solté una risa en el medio del camino al darme cuenta que en uno de los sitios donde se sentaban los invitados.

Los que eran humanos estaban más que muertos salvo por el padre quien temblaba en su lugar. La sangre chorreaba y empapaba el suelo haciendo que el vestido antes perfectamente blanco se marchará del rojo carmesí.

Maldiciones de las más importantes, y usuarios malditos se encontraban vivos mirando cuando entraba. Mire a Uraume quien sonrió.

Luego dirigí mi mirada hacia Sukuna, quien tenía el traje manchado con sangre al igual que sus manos y me miraba. Dejaba ver sus cuatro ojos.

Cuando llegue le di el ramo a Den y tome las manos de Sukuna. Ambos luego miramos al religioso, yo le sonreí con inocencia.

-Q-queridas m-maldiciones- comenzó diciendo, se notaba las risas divertidas de varias lejos al escucharlo titubear- estamos aquí reunidos...

- Ya pasa esa parte- dijo Sukuna con una mueca, el hombre trago en seco y asintio.

- Ryomen Sukuna, ¿Aceptas a Tn Gojo como tu legítima esposa, para amarla y respetarla, en la pobreza y enfermedad, hasta que la muerte los separe?

- Hasta más allá de la muerte- dijo sonriendo, le devolví el gesto- acepto.

- Tn Gojo, Aceptas a Ryomen Sukuna como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, En la pobreza y la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

- Hasta más allá de la muerte- respondí al igual que él- acepto.

Den nos entregó los anillos y los pusimos en el dedo anular de la mano izquierda de cada uno.

-¿Hay alguien que se oponga?

- Nadie lo hará si no quiere morir- sonrió con arrogancia la deidad frente mío.

- Entonces los declaró marido y mujer, ya puede besar a la novia- ni bien dijo aquello Sukuna me atrajo a su cuerpo y estampó sus labios con los míos.

Al separarnos sonreimos y miramos a Den, ella nos sonrió cómplice. De uno de los bolsillos del traje de Sukuna, este saco una daga y se la dio a la pequeña.

- ¿Lo haces tu?- pregunto divertido. La niña sonrió y negó.

- Juntos- dijo tranquila. Los tres miramos al padre quien era sujetado fuertemente por Uraume.

Sin esperar clavamos el objeto en el pecho del hombre. Una vez hecho aquello las maldiciones y usuarios malditos comenzaron a aplaudir y birotear.

Una boda. Un tanto extraña.

Debía admitir que la luna de miel fue algo intensa. Llevamos a Den con nosotros ya que está quería recorrer algunos lugares a donde iríamos.

Fueron como pequeñas vacaciones familiares las cuales disfrutábamos al máximo. No me arrepentí de haberla tenido ni de haberme enamorado de ahora mi espeso, El actual Rey de las maldiciones. Ryomen Sukuna.

Narrador omnisciente

Los chamanes miraban los escritos. Cuando llevaron a ser las traducidas, se encontraron con algo que en absoluto no esperaban.

- Señor- llamo con desespero al alto mando de Japón, este asintio.

- Llamen a Satoru Gojo, y preparen lo necesario- dijo.

Todos acabando órdenes salieron de allí. Miro los escritos en oro rotos, su corazón palpitaba del miedo. No sabía lo que vendría y sólo esperaba que estuvieran preparados.

Todo dependía de la desicion del albino.

Los escritos estaban incompletos, aún así no querían precipitarse mucho, no sabían si había algo más escrito. Pero debían actuar con antelación.

Había sido revelados muchos secretos del antiguo Japón al igual que aquella profecía escrita y no podía pasarse por desapercibido.

A partir de este momento, termina el horario apto para todo publicó.


☠Shi no namae☠ - Sukuna Ryomen [II]✔Where stories live. Discover now