XVIII Fushiguro

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Sukuna caminaba por aquellos pasillos desolados, salvo por algúna que otra alma desafortunada que se cruzaba por su camino, la cual era cruelmente asesinada.

Llego hasta la habitación que buscaba, está estaba sellada pero no fue de ningún inconveniente para él poder ingresar.

Las puertas salieron en direcciones diferentes rompiendo objetos valiosos del mundo de la hechicería. Había varias cajas, pareciendo un almacén de museos donde se guardaban las cosas en cajas de madera.

Se acercó a la que parecía la más reciente. Desde atrás logro sentir como más maldiciones de grado especial se adentraban al lugar, pero no le tomo importancia.

Ya estando frente al la caja, la abrió sin mucho esfuerzo dejando al descubierto algo que había captado si total atención. Esas planchas quebradas escritas con el lenguaje de las maldiciones.

- Lleven esto- ordenó a dos maldiciones cercanas, las.cuales asintieron y tomaron los objetos. Comenzaron a salir del sitio. Ya lo habían dejado completamente destruido.

Afuera las personas comunes corrían, no podían creer que las mismas criaturas que había en New York ya estuvieran allí. Destruyendo el único rastro de poca esperanza que tenían.

Iban a irse, de no ser por Sukuna quien sintio una energía ya conocida para él. Sonrió de forma macabra y se transformó en su forma humana.

Varios usuarios malditos y maldiciones comenzaron a subirse a las camionetas negras que los esperaban fuera. Guardaron lo que Sukuna les había mandado y miraron expectantes al rey.

- No me esperen- dijo mirando hacia las ruinas- iré directamente al aeropuerto- sin más comenzó a caminar devuelta de donde había salido.

De entre algunos escombros se pudo ver como cierto azabache salía con heridas. Paro su andar y miro con superioridad al menor.

- Si que tuve suerte- dijo con arrogancia la maldición, el azabache lo miro y fruncido el ceño al verlo- primero el mocoso y ahora tu.

-¿Qué hiciste con Itadori?- pregunto agarrando su brazo herido, sangre bajaba de su frente y rengueaba.

- No es relevante- constató connsimpelza la maldición. Y en in abrir y cerrar de ojos apareció detrás de Megumi- es hora de dormir.

Golpeó detrás de su cuello, noqueandolo. Tomo el cuerpo inconciente del azabache y sin más se fue de allí.

Narra Tn

Estaba sentada tranquila en la galería de la cabaña, cuando sentí la energía maldita atravesando la barrera invisible que Sukuna había creado. La cual servía para saber que clase de criatura y el peligro se acercaba.

Me tranquilice al ver unas dos camionetas apareciendo desde el bosque por el pequeño camino de tierra hasta llegar y estacionar a unos metros.

De una se bajo Uraume y usuarios malditos, de la otra maldiciones comunes. Me levanté de las pequeñas escaleras y me acerqué, algunos al pasar por su lado inclinaba levemente su cabeza.

No preste atención hasta llegar detrás de uno de los vehículos. Me impresione al ver ver lo que parecía ser un pedazo de roca, notablemente rota. Escrito en lenguaje antiguo de las maldiciones.

-¿Dónde lo encontraron?- pregunté pase la yema de mis dedos por la escritura, era el final de un escrito, o eso parecía.

- En ruinas de templos antiguos de hechiceros, en Salt Lake- contestó una maldición- estaba custodiado, creemos que la tenían hace unos meses- agregó.

-Llevenla adentro- mande, sin rechistar lo hicieron. Mire a Uraume quien se había apartado hacia unos momentos pata contestar una llamada. Me acerqué cuando cortó- ¿Paso algo?

- Ya vienen en camino- dijo el albino dándose vuelta- trae al Ze'nin con él- aviso.

Pude soltar la cantidad de aire y presión que tenía en el pecho cuando Sukuna se había ido. Un simple suspiro hizo calmar mi respiración y mi corazón junto a algunos pensamientos malos al respecto.

- Dijiste que venía con el Ze'nin?- pregunté. Cuando me asintio tome en cuenta el tema de las familias en el mundo de la hechicería, y la única persona que Sukuna traería- está bien.

Me adentre a la casa y comencé a preparar algo comestible, no podía estar tranquila y más con el echo que volvería a ver a Megumi después de algunos años.

No estuve tranquila, no sólo cocine, me puse a limpiar cada rincón de la pequeña cabaña para distraerme. Todo hasta que escuche el sonido de vehículos acercándose luego de sentir el que pasaban la barrera.

Con el corazón en la garganta salí y me acerqué rápido hasta donde estacionaba las camionetas. No tarde en correr cuando Sukuna salió de uno de los vehículos.

No tarde en tirarme hacia él y abrazarlo, enredando mis piernas en su cintura mientras este correspondía.

- Me alegro que estés bien- murmure, este hundió su cabeza en mi cuello y lo escuche respirar con tranquilidad.

- Te prometí que volvería- murmuró, se apartó y me dio un pequeño beso en los labios. Me aparte volviendo al suelo- ahí está el mocoso.

Se separó y camino hacia la cabaña. Yo en cambio me quedé mirando al azabache parado delante mía. Este tenía la vista con lágrimas y temblaba mientras me miraba.

- No sabíamos nada- murmuró- nos enteramos hace dos di...- no lo deje terminar hablar, sólo lo abrace con lágrimas en los ojos, este no tardo en corresponder.

- Debes de tener hambre- murmure con una sonrisa mientras secaba las lágrimas mías.

- Un poco- mumuro también con una pequeña casi imperceptible sonrisa.

- Bien, vamos adentro- dije con tranquilidad. Caminamos hasta la residencia. Las maldiciones alrededor miraban con cierta duda al azabache, sabían que era un hechicero por su vestimenta- Dejen de verlo así- dije con cierto enojo.

No tardaron en apartar la vista y alejarse un poco. Escuche una pequeña carcajada del azabache que me hizo reír también. Al entrar, Fushiguro paro su caminar al ver al Rey de las maldiciones de un forma que nunca imaginaria.

Me acerqué con una pequeña sonrisa y me coloqué detrás de la pequeña barra de cocina y deje un plato donde serví lo que había preparado.

Sukuna comía tranquilamente sentado en uno de los taburetes, miro al azabache unos segundos y luego volvió a lo suyo.

- Bienvenido- dijo con desdén. Solte una risita al saber cual era su comportamiento con personas que yo quería.

Le hice una seña al azabache para que se acercará. Este lo hizo y se sentó un taburete alejado de la maldición.

Por lo menos, algo de tranquilidad antes de que todo siguiera quebrandose.



☠Shi no namae☠ - Sukuna Ryomen [II]✔Where stories live. Discover now