XVI Promesa

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Termine de acomodar algunas cosas en la despensa, comida y provisiones que había traído Uraume mas para mí que para el peli rosa. No poseía el celular ya que nos descartamos de ellos o bueno, Sukuna lo hizo para que no nos rastreen.

Solo una computadora y una televisión por cable para ver solamente algún dibujo viejo y las noticias. No la había prendido para no despertar al peli rosa, pero según Uraume, New York era un desastre.

También a lo largo del mundo empezaron a ver más desapariciones y muertes, todo sin una orden del rey. Las maldiciones ya lo sabían, el rumor había corrido rápido. Termine de colocar una caja de cereal para darme la vuelta.

-Sukuna-sama- la voz del albino se escuchó. Levante la vista viendo como el mencionado aun con el torso descubierto se acercaba a la mesada de la cocina. Uraume hizo una pequeña reverencia mientras que yo me acerque.

Lo tomé de las mejillas y lo hice verme. Sus ojos carmín carecían de brillo, estaban apagados y vacíos y lo único que irradiaban era una incesante necesidad de sed de sangre para reemplazar lo que le habían quitado.

-¿Quieres algo para comer?- le pregunte luego de dejar un casto beso en su labios.

- No, estoy bien- contestó tranquilo. Asenti- Uraume, ven- llamo al albino.

Ambos hombres salieron. Sólo pude quedarme mirando como se alejaban de la cabaña mientras hablaban.

No sabía que sucedería, pero tenía muchas dudas con respecto a lo que harían. Me puse a limpiar el sitio mientras esperaba. Estuvieron un largo tiempo afuera, hasta que Uraume entró sólo y me pidió que saliera ya que Sukuna hablaría conmigo.

Limpie mis manos y salí. Sukuna miraba el lago a unos metros de la cabaña. Me acerqué colocándose a su lado también mirando el lago.

- El primer ataque será en Italia- mencionó- se que tu también quieres saber las razones por las que tu hermano asesino a nuestra hija- dijo de forma fria.

-Alli están los registros y es donde todos los altos mandos se juntan... si encontraron algo que hablará de las maldiciones... lo más probable es que este allí- aclare.

- Bien, también llegó un mensaje, encontraron unas planchas de piedra, está escrito en idioma de las maldiciones antiguo- dijo- es tan rotas, como si las hubieran quebrado a proposito.

- De acuerdo, que las traigan- mencioné- veré que dice- me di vuelta y comencé a caminar a la cabaña devuelta.

-¿Enserio no me detendras?- pregunto al yo ya estar a unos metros. Suspire.

- Sólo... si vez a Megumi- me di vuelta a verlo, este me miraba atento- traelo, ¿de acuerdo? No lo obligues, pero si quiere venir...

- De acuerdo- respondió.

Pasaron las horas, varias maldiciones de grado especial aparecieron y estuvieron planeando el ataque. Yo no me metí sólo escuchaba.

Cuando se hizo tarde las maldiciones se fueron, Uraume también, sólo quedamos Sukuna y yo.

Miraba por la ventana el como el reflejo de la luna se veía en el lago. También había alguna que otra luciérnagas rondando.

Sentí los brazos de mi esposo rodearme la cintura y abrazarme por la espalda. Apoyo su mentón en mi hombro y también miro hacia afuera. Nos subimos en un silencio cómodo y algo nostálgico.

Las palabras no eran necesarias. Mañana se iría junto a muchas maldiciones fuertes a La ciudad del Vaticano. Atacarian y el mundo empezaría a ser un caos.

-Prometeme que volverás- susurre tomando sus manos. Tenía miedo, debía de admitirlo. Estábamos hablando de Satoru, mi hermano a quien se enfrentarán si llegará a estar en Italia.

- Lo prometo- respondió en un susurro- volveré a ti- tal vez podía tratarse de una promesa que no pueda cumplirse, pero mi corazón se quedó algo más tranquilo con su respuesta.

Narrador omnisciente. Italia. Ciudad del Vaticano.

-¿Ya llegaron?- pregunto uno de los hechiceros de grado uno. Miro como el camión se estacionaba en la zona de carga.

- Si señor- respondió otro de grado inferior. Asintio y vieron como varias personas bajaban una caja de madera con las letras en japonés, y en inglés escrito "Frágil"

Habían llegado desde Japón, la planchas con la profecía que hablaba de la hija de ambos Reyes, la guardarian allí en Italia, en la sede de Hechiceros para que este más segura.

- Dijeron que estaba rota... faltaba una parte- mencionó uno de los empleados- dicen o se rumorea que estaba intencionado.

- ¿Quien querría inciar una guerra con las maldiciones?- se preguntaban y rumoreaban entre ellos. Pero esa era la mayor pregunta.

Mientras tanto, ciertos ex alumnos subían a un avión. Irían a Italia. Se encontrarían con Mei Mei, la cual los llevaría a que sean ascendidos de rango.

Sólo estaban Megumi e Itadori. Iban uno al lado del otro en el avión. El cual no tardo en despegar. Ambos en silencio..

- Sigo sin creer lo que hizo- mencionó el pelirosa, apretó los puños ante el enojo.

-Itadori- llamo el azabache. El mencionado giró su rostro prestandole atención- no volveré a Japón, tomare otro vuelo e iré a Estados Unidos.

- Oh... ya lo sabía... bueno en parte...- se rasco la nuca con una sonrisa- de todas formas- miro un poco más serio al azabache- dicen que New York es un caos y...- suspiro- si llegas a encontrarla... ¿le mandas saludos de mi parte?

- Lo haré...

☠Shi no namae☠ - Sukuna Ryomen [II]✔Where stories live. Discover now