━ Prólogo

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>> ¡Una hermosa mañana en mi querida Nueva Orleans! ¡Con apenas 3° de frío congelante y con señales claras de lluvia! ¡Digno para un buen café mañanero! Claro, para quien puede pagarlo, ¡Ja! <<

En la cocina de una hogareña cabaña se escuchaba la animada voz de un locutor a través de la radio, siendo cada una de las palabras dichas por este por una fémina, la cual yacía apoyada en el mesón de aquel lugar mientras bebía una taza de té de miel con limón con libreta y lápiz en mano.

Relamió sus labios con frustración, maldiciendo por lo bajo el haber despertado con aquel frío que erizaba sus vellos. Su mirada se encontraba fija en la libreta, fundiéndose en todos y cada uno de los momentos que había vivido mientras desarrollaba ese peligroso trabajo. Fue divertido mientras duró.

Se había cerrado el caso hace pocos días, sin embargo ella no podía quitar de su mente al locutor de radio que llevó a cabo todos y cada uno de los asesinatos y desapariciones. Para su desgracia, él era algo a lo cual ella no se podía resistir.

Un enigma.

>> ¡Lamentablemente despertamos con malas noticias! El jefe de nuestra querida estación de radio fue encontrado muerto en el bosque por un civil a altas horas de la madrugada. ¡La policía sigue sin encontrar al culpable de los actos tan infames que se han llevado a cabo por meses! Una verdadera tragedia... <<

El entusiasmo con el cual hablaba ese hombre le brindaba escalofríos, unos que lograban ponerle los vellos de punta. ¿Y a quién no se les pondrían así al escuchar el fervor con el cual hablaba un asesino?

Un suspiro abandonó los labios de la detective, era perturbante de cierta manera extrañar la extravagante personalidad de aquel hombre, y a pesar de el macabro juego al que había sido sometida al apenas conocerlo, no pudo evitar acostumbrarse a su juguetona e invasiva presencia.

Se vio obligada a escuchar una de las tantas grabaciones de radio que encontró en aquella cabaña, meramente para volver a sentir su odiosa compañía.

Aún no podía quitar de su mente la cálida mirada que le fue brindada por el locutor, antes de dedicarle su última sonrisa.

╴Yo gané...

Murmuró en un hilo de voz aquella mujer de hebras azabaches, despegando su mirada de la libreta para posarla a uno de esas paletas de limón con miel que él le había regalado hace bastante tiempo. Sonrió débilmente.

╴Te veo en el infierno, bella marioneta...

Soltó una pequeña risa nasal al recordar aquello.

╴Allí nos veremos, falso titiritero...

Rose Noire... | AlastorWhere stories live. Discover now