╴XIV

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La aguja penetraba con suma delicadeza en la piel de la fémina.

Las manos enguantadas del locutor ejercían con cuidado el trabajo autoimpuesto por el castaño; sus cejas yacían levemente fruncidas gracias a la concentración, su mirada estaba clavada en la herida que ahora cosía, observando minuciosamente como el pedazo de metal se clavaba en la lechosa tez para volver a salir de la misma. Desvió sus ojos hacía las cicatrices que adornaban el hombro ajeno para inmediatamente volver su atención a la herida.

Mientras, la detective detallaba con cuidado cada expresión de su contrario, centrándose principalmente en sus orbes castañas, que mantenían un brillo sin igual, uno cargado de... ¡No tenía idea! Sin embargo, ese sutil resplandor de lo que parecía ser admiración le quitó el aliento.

Y un mísero latido, el cual falleció casi al instante.

La azabache soltó un suspiro en cuanto sintió un leve tirón en su herida, dando indicio de que esta, finalmente, estaba cerrada.

╴¡Bien! Ahora me vas a decir quién fue el que hizo esto...

El tono de voz del más alto poco a poco se fue apagando conforme avanzaba la oración, sus ojos se fueron tornando fríos y su pintoresca sonrisa fue creciendo lentamente, perturbando a su contraria.

╴Nadie, solo unos... Caballeros que querían hablar conmigo.

╴Parece que sus conceptos de hablar no son realmente civilizados, menos cuando se trata de una dama, dime, ¿Quien te hizo esto?

Ante la insistencia de Alastor, la más baja no tuvo más remedio que suspirar.

╴Hace muchos años, comencé una investigación acerca de una compañía bastante antigua, se llama "Black Hat Organization", digamos que no es una organización que esté destinada hacía las "personas buenas", moralmente hablando. De hecho, he asesinado a varios de sus clientes, los cuales en su momento fueron los criminales más buscados, entonces, yo supongo, que aquellos matones venían para saldar cuentas por la pérdida de dinero que han tenido estos últimos años gracias a mi presencia.

El castaño comenzó a mover la cabeza en señal de afirmación, procesando la información.

╴Y uno de mis informantes, antes de que esos hombres llegaran a mi departamento, me llamó, advirtiendo del peligro, el resto de la historia ya la conoces.

╴¿Así que has asesinado a más personas? ¡Ja! ¿Por qué tanto repudio hacía mi persona, si somos iguales?

T/N tensó su cuerpo, alzó una ceja en burla y una sonrisa sarcástica adornó sus labios.

╴No somos iguales, Alastor. Tú asesinas por placer, yo por oficio.

╴¡Ja! ¿Y no es eso peor? Que tus manos se manchen de sangre para cumplir con tu trabajo, ¡Oh, con tu preciado deber! Todo es moral, ¡Querida!

╴Somos distintos, "querido", yo intento salvar a las personas, tú te diviertes con su dolor.

╴Mi vida, ¿Por qué la caza animal está permitida? Moralmente, está bien, no lastima a nadie, ¡Ah! Pero si hay una cacería humana, no es bueno, siendo conscientes de que el humano devora el mundo poco a poco, mientras que la raza animal solo sigue sus instintos, sin hacerle daño al planeta en el que viven.

Las orbes castañas se encontraron con las ámbar, ambas desafiando a las otras, unas llenas de locura y otras llenas de cordura.

Ambas bailando, coordinadas, con una intensidad inefable en su mirar.

El castaño acercó su rostro al de la detective, percibiendo la respiración tranquila de la misma. Tomó con delicadeza el mentón ajeno.

╴Yo solo escucho a mis instintos, después de todo, todos somos animales, ¿No?

Sus ojos se desviaron a los labios ajenos, observando aquel color rosáceo y su brillo natural.

╴¿Escucharás los tuyos?...

Y sus labios se posaron suavemente sobre los ajenos, derritiéndose ante el contacto que hace tiempo había esperado.

La fémina correspondió aquel afecto, degustando los suaves y sutiles movimientos que llevaba a cabo su contrario mediante el beso que los unía.

Ambos se separaron con lentitud, abriendo poco a poco sus orbes para finalmente conectarlas entre sí.

La azabache soltó una pequeña risa a la par que arreglaba con su mano izquierda un mechón suelto de su cabello, desviando su mirada como si estuviera avergonzada, como sí aquel castaño tuviera poder sobre ella con un simple beso, sus mejillas se sonrojaron y miró con coquetería al locutor.

Su mano izquierda viajó hasta el moflete ajeno, acariciando con delicadeza este mientras acercaba nuevamente sus labios, buscando una nueva unión.

Detuvo sus acciones en cuanto percibió la respiración calmada del contrario chocar suavemente contra sus labios.

╴Oh, cariño, ¿Enserio crees que "escucharé a mis instintos" solo con un beso?

T/N separó con lentitud su rostro del de Alastor, con una sonrisa cargada de sorna adornando sus labios, negó suavemente con la cabeza a la vez qué clavaba sus orbes ambar en las joyas castañas del contrario.

╴Eso es muy tierno e iluso de tu parte, querido.

Las mejillas sonrojadas del recién nombrado acompañadas por una mirada de asombro eran algo que la detective guardaría en su memoria, era algo digno de admirar.

Sin embargo, en aquella mirada notaba cierta tensión, un leve orgullo herido y un claro enojo que dilataba las pupilas ajenas.

╴¡Oh! Por cierto, deberías ponerte un poco de mantequilla en los labios, están... resecos.

Se burló la azabache, señalando a los labios del castaño. 

Quien, en respuesta, sonrió.

Oh, querida, si querías más solo debías pedirlo.

El locutor volvió a unir sus labios con los ajenos, en un nuevo beso, uno con el cual esperaba ganar ventaja en aquella eterna partida de ajedrez.

Hay que sacrificar peones para derrocar al rey.

Y si lograba su jugada, ganaría el juego.

Las manos del más alto viajaron a la cintura de la fémina.

Todo era una treta.

Pero...

"¿Quién era realmente la marioneta?"

Rose Noire... | AlastorWhere stories live. Discover now