━ III

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Una entrevista peculiar, sin duda.

Ninguno de los dos despegaba la vista de los orbes ajenos, unos mostraban completa burla mientras que otros brillaban con superioridad, creyendo ingenuamente que tenía la ventaja en el pequeño e "insignificante" juego que había empezado en cuanto sus manos se estrecharon.

El detective se encontraba escribiendo unas pocas anotaciones en su preciada libreta, sin siquiera mirar lo que escribía en esta, su mano enguantada se movía con fervor manejando con maestría la pluma que portaba, percatándose de varios detalles al poder cruzar personalmente palabras con aquel... Hombre.

El castaño rojizo mantenía una enorme y perturbante sonrisa en su rostro, no necesitaba ser un genio para saber de aquello; solía expresarse mayoritariamente con las manos y con los ojos, los últimos no mentían al mostrar seguridad y superioridad en todo lo dicho durante la conversación, sabiendo responder cada una de las preguntas formuladas por su contrario.

"Oculta sus emociones tras una sonrisa, cliché" pensó con cierta gracia la fémina.

Jugaba a la perfección sus cartas a la hora de responder, dejando ver accidentalmente como todo parecía planeado anteriormente al hacer notar la fluidez con la cual hablaba, impaciente por terminar con aquel interrogatorio pero, extrañamente, deseando en el fondo poder precisar de más tiempo para analizar al nuevo detective.

El de orbes castañas logró prestar mayor atención al "hombre" enfrente suyo, fijándose más en las acciones del contrario, parecían tan delicadas y femeninas que llegaba a descolocarlo de alguna manera; las orbes miel del de hebras azabaches parecían compuestas por el frío del Antártico, siendo casi imposible de leer si no fuera por la deslumbrante pizca de curiosidad y burla que se asomaban por estos.

Supuso inmediatamente que el individuo estaba enfermo por la constante tos y los carraspeos que se le escapaban al preguntar.

╴Gracias por la... muy valiosa información, joven Alastor.╴Comentó de manera burlona la fémina, levantándose de donde se encontraba para acercarse levemente hacia su contrario y alzar su mano para estrecharla con la ajena.

Claramente, el de hebras castañas no dejaría a un caballero colgado.

╴Fue un placer, Señor Boudreax, no tema a llamarme cuando necesite una mano.╴Comentó el locutor, sin dejar de sonreír a la par que deshacía el apretón, inclinándose lo suficiente para poder estar cara a cara con este, claramente invadiendo el espacio personal ajeno.╴Podría integrarme al caso si así lo desea usted, debe de admitir que el intelecto de los oficiales de esta ciudad no es el mejor y...

╴No. Gracias por su oferta, joven, pero no.╴Respondió cortante - y con una pizca de desagrado mezclado con burla - la más baja, alzando su mano para apuntar con su dedo índice la frente del contrario y comenzar a empujar a este hacia atrás con el mismo, rompiendo la cercanía.╴No dudo de su intelecto ni mucho menos, Señor Alastor, ni de que contribuyó a los anteriores a mi, mas, a diferencia de ellos, no necesito de usted.

Las orbes castañas mostraban sorpresa, una tan genuina que ni él mismo se lo creía, no se esperaba una negación ante su propuesta, pues, anteriormente logró jugar con los detectives que llevaban su caso, guiando a estos mismos a pistas verdaderas pero inservibles, usando los datos a su favor para hacer creer un iluso avance en aquel caso cuando en realidad era todo lo contrario. Su sonrisa se tensó con levedad, pero esta no desistió.

Y antes de que pudiera decir u objetar palabra alguna en reclamo, el "hombre" de hebras azabaches ya se encontraba dándole la espalda en el marco de la puerta que brindaba la salida de aquel lugar, mirando al más alto por encima de su hombro con una leve sonrisa, cargada de burla y descaro que no fue capaz de esconder.

Rose Noire... | AlastorWhere stories live. Discover now