━ II

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Pocas horas habían pasado desde el reciente asesinato de aquel hombre que había sido su jefe.

Su despertador resonó en la levemente iluminada habitación, ocasionando que el hombre de hebras castañas rojizas lo apagara inmediatamente, evitando que el molesto sonido perturbara la calma que le invadía. Tenía una pequeña sonrisa adornando su rostro, su mente yacía sumergida en los recuerdos de dicha madrugada, disfrutando de los horrorosos gritos de ese caballero que aún retumbaban en su memoria. 

Estaba satisfecho con lo que había hecho, aún podía sentir sus manos cosquilleando por la sensación de enterrar el frío metal del cuchillo en el blando pecho del hombre, en como su boca se hacía agua al ver brotar la sangre del cuerpo viviente de su jefe, de cómo esa miserable e inútil vida se desvanecía lentamente justo frente a sus ojos.

¡Pero qué espectáculo aquel! Lamentaba que haya durado tan poco, esos ojos se apagaron mucho más rápido de lo que predecía, pero debía admitir que no se arrepentía, sin embargo, deseaba que todo hubiese durado aunque sea un poco más.

Sin prisa alguna se levantó de su ordenada cama, no había dormido en toda la noche y honestamente, poco le importaba, meramente se había quedado sentado mirando a la nada para recordar ese estimulante momento después de guardar las sobras en el refrigerador oculto en su sótano. 

Abandonó su habitación completamente vestido, listo para comenzar un día más de su ajetreada vida.

Con una sonrisa en su rostro tomó un abrigo junto con su maletín, el frío traspasaba las ventanas advirtiendo el inicio del invierno. Caminó hasta la puerta y antes de salir dió media vuelta, verificando fugazmente con la mirada el interior de aquella cabaña que denominaba hogar, solo por si algo le llegaba a faltar. 

En cuanto cayó en cuenta que todo estaba en orden, abrió la puerta y salió de la estancia fijando su amado trabajo como destinatario.

[...]

El locutor se mantenía con un caminar tranquilo, ignorando lo más posible el frío que penetraba en sus fosas nasales y las quemaba con levedad; su sonrisa parecía deslumbrar a la gente que le rodeaba y no se molestaba en ocultar su semblante alegre, tarareaba por lo bajo suaves melodías a la par que meneaba muy sutílmente su cabeza al son de la canción que se reproducía en su mente. 

Un café caliente reposaba en su mano derecha, bebía de este mismo de vez en cuando para disipar la baja temperatura que calaba en sus huesos.

Detuvo su tarareo al visualizar a diferentes agentes a la entrada de su querida estación de radio, su sonrisa se mantuvo impune a la par que aceleraba el paso, podía ver unas pocas caras conocidas que consistían en el personal de trabajo, saludo cordialmente a sus compañeros en cuanto llegó al lado de estos. 

╴¿Quién sería tan amable de informarme por qué la policía está aquí?╴Preguntó el de orbes castañas fingiendo confusión, observando los rostros conocidos que yacían pálidos, parecían haber presenciado a un fantasma por el auténtico horror y pesar que portaban, aquello logró que su sonrisa creciera un poco más, riendo para sus adentros ante dichas reacciones.

"Patéticos" 

╴El señor Chenebert fue víctima de asesinato esta madrugada...╴Respondió luego de unos largos segundos una mujer cuya apariencia o presencia no era de importancia, sin despegar su mirada de todos los oficiales que caminaban de un lado para el otro cumpliendo con su trabajo.╴El nuevo detective nos estuvo entrevistando en busca de información.

Lo último dicho captó la atención del más alto, hundiendo sutilmente sus cejas en señal de genuina confusión.

╴¿Nuevo detective? 

╴Si, lo asignaron hace pocos días según lo que nos dijo un oficial, el caballero Boudreax, fue muy servicial y comprensivo a la hora de interrogarnos.╴Respondió nuevamente aquella mujer, meramente que esta vez, su expresión cambió drásticamente a una mucho más calmada, adornando su tranquilidad con una minúscula sonrisa al recordar la delicadeza con la cual fue tratada al ser interrogada.

Intriga, esa extraña sensación viajó desde la espalda baja del castaño subiendo lentamente, brindando unos electrizantes escalofríos que fueron camuflados como efecto secundario de la baja temperatura.

Carraspeó levemente antes de llevar el pequeño vaso de cartón hacia sus labios y beber del líquido caliente que esté contenía, buscando desaparecer dicha emoción, en su mente solo pasaba una cosa, un pensamiento que predominó su consciencia: un juguete nuevo.

╴¡Oh! ¿Cuándo podré tener el placer de conocer a tan cortés caballero?╴Preguntó con notable entusiasmo, se encontraba ansioso de poder conocer a quien muy probablemente sería su próxima víctima, tal vez jugaría un poco con ella para poder sacar un mínimo de información posible, después de todo estaba completamente seguro de la incompetencia del desconocido detective, todos solían ser extrañamente igual de inútiles e insípidos.

╴Ahora mismo si así lo desea.╴Respondió una voz desgastada y ronca a las espaldas del más alto, captando inmediatamente la atención de este mismo, el cual, dio media vuelta para observar de frente a quien probablemente se convertiría en su cena, o en su marioneta, lo que ocurra primero.

╴¿A quién tengo el placer de conocer?╴Preguntó el locutor con cierta burla disfrazada de cortesía, la cual obviamente fue captada por aquel detective. Las orbes castañas de Alastor analizaban cada mínimo detalle de la nueva presencia, advirtiendo pequeñas incógnitas que muy pronto se formularian en su cabeza, notaba cierta delicadeza en los rasgos de dicho rostro desconocido, como unas largas y pobladas pestañas junto con unos labios carnosos, percibía de igual forma mínimos rastros robustos que para él pasaban a segundo plano. 

Su vista fue a parar en el par de orbes claras que se asemejaban a un color ámbar, que por el contrario de transmitir calidez, brindaban una mirada cortante y analítica con una pizca de curiosidad, un leve brillo en su mirar que parecía querer destapar todos los secretos que una persona pudiera esconder.

Un enigma difícil de leer.

╴¿A quién tengo el placer de responder?╴Respondió con la misma burla el "hombre" de baja estatura, alzando de manera casi imperceptible la comisura de sus labios. 

La sonrisa del castaño se ensanchó, ahora se encontraba verdaderamente intrigado con la persona que yacía frente suyo.

╴Alastor Douleur, es un placer señor...╴Dejó aquella oración flotando en el aire con intensión de que esta misma fuera completada por su contrario a la par que alzaba su mano, esperando a que el más bajo aceptará el pequeño saludo.

╴Boudreax, Anthony Boudreax, igualmente es un placer conocerlo, Señor Alastor.╴Respondió con cordialidad la de hebras azabaches, extendiendo de igual forma su mano para aceptar el apretón, más por educación que por gusto.

"Manos delicadas y pequeñas, interesante…" Aquel pensamiento cruzó por la mente del castaño, era claro que ese detective era mucho más interesante que los otros que pisaron dicha ciudad, que había algo más en él que despertaba cierta curiosidad, por la cual, no descansaría hasta saciarla.

Separaron sus manos sin dejar de mantener una silenciosa batalla donde ambas miradas parecían penetrar en las orbes ajenas, buscando, analizando cada aspecto que se pudiera ver a través de las conocidas ventanas del alma.

Buscando una mínima ventaja sobre el otro.

╴Si no es molestia, Señor Alastor, necesito que me acompañe dentro de la estancia para tener la oportunidad de interrogarlo en un lugar más privado.

╴No hay problema, caballero, le brindaré toda la información útil que yo pueda portar.

Por primera vez Alastor percibió que había cometido un error, no uno muy grave, ni mucho más, pero una pequeña equivocación al fin y al cabo.

Había juzgado mal al nuevo detective.

Rose Noire... | AlastorWhere stories live. Discover now