Pasiones del pasado

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«Los que no pueden recordar el pasado

están condenados a repetirlo».

—George Santayana—


La noche era oscura y fría, al igual que la fémina de piel morena y cabellera castaña al estilo afro, se contoneaba dando pasos sensuales. Entró en un edificio departamental; avanzó hasta llegar a uno específico, tocó el timbre y un hombre joven le abrió. La invitó a entran, ni siquiera habían cerrado la puerta para cuando se despojaron de la ropa salvajemente, acabaron teniendo sexo, de un modo bestial sobre el piso. Cuando él estuvo a punto de terminar los ojos de ella se tomaron de un extraño color, eran como los de una víbora, sus colmillos crecieron afilados, lo atacó sin tardanza, acabando así con la vida de su amante. La fémina abandonó el lugar, su labor ya estaba realizada, aunque esa no era la única habitación que planeaba visitar esa noche.

La fresca brisa marina entró por la enorme ventana, provocando que las blancas cortinas, no pararan de moverse. Una silueta femenina avanzó hasta la cama, lo hizo de modo seductor, contoneándose como una gata en busca de su presa. Se acercó al hombre yacía dormido sobre la misma. Él se percató de su presencia inmediatamente.

— ¿Darah? —preguntó confundido.

—Kólasi̱, mi amor. ¿Me extrañaste? —susurró ella y lo besó apasionadamente.

— ¿Qué haces aquí? —dijo Kólasi̱, rompiendo el beso bruscamente.

— ¿Acaso no puedo visitarte? —respondió ella incrédula.

— ¡Fuera! ¡No eres bienvenida! —gritó señalándole la puerta.

— ¿Seguro? —musitó ella, restregando sus atributos contra su cuerpo.

—Darah... —titubeó él, tratando de resistirse a sus encantos.

—Me extrañaste—siseó la morena con una sonrisa triunfal, ella debía tener unos veintiocho años, su piel era oscura, llevaba una cabellera rizados y corta, provocando que se viese como un afro, sus ojos poseían un extraño color, el cual cambiaba frecuentemente, pese a lo delgado de su cuerpo se encontraba bien dotada. Posiblemente ella representaba la fantasía de muchos hombres hecha realidad.

—No lo hice—respondió con frialdad.

—Sé que lo hiciste—señaló con tono seductor—. Es tan cierto que buscaste una sustituta con mi mismo nombre.

— ¿Qué?

—Te atrae la sangre—murmuró a su oído y luego lamió su mejilla.

—Es mera coincidencia—respondió él apartándola, en verdad era una rara, pero no buscada coincidencia.

Ángeles caídos |Trilogía cielo o infierno  #2© |Where stories live. Discover now