Más allá de lo que ves

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«Lo importante se halla en la mirada, no en la cosa mirada»

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«Lo importante se halla en la mirada, no en la cosa mirada»

—André Gide—


— ¡¿Qué demonios pasa?! —se quejó Aíma aturdida.

—Una tormenta genio—respondió Kevin con sorna, su camisa negra tenía un hoyo enorme en el pecho.

— ¿Estás bien? —preguntó Boa con genuina preocupación.

—Se necesita más que un rayo, para acabar conmigo—dijo él con tono desafiante, fulminando a Daniel con la mirada. De seguro se lo contaría a Sunshine, siempre se quejaba del rubio con ella.

—Averiguaré como se mata a la muerte—comentó Aíma, irritada su invitado se había marchado y ella salió tras él.

—Estamos en medio de una tormenta. ¿A dónde demonios vas? —chilló Boa desde la entrada.

—No me da miedo una tormenta—respondió la pelirroja sin voltearse.

—Es una insensata—se quejó la rubia, negando con la cabeza, provocando que sus rizos danzaran.

— ¿Qué esperabas? —le resopló Kevin, pasando un brazo sobre sus hombros—. Es muy temperamental, te lo he dicho, cariño, pero tú siempre la excusas—añadió besando su frente—Va a estar bien, un par de rayos no le harán daño, te lo aseguro, nena.

La lluvia se incrementó, al igual que los rayos y truenos; Aíma subió por viejas escaleras que daban a la azotea, sus pasos eran apresurados, pero decididos. Un poco de agua no la detendría, no cuando ella deseaba estar cerca de él, aunque solo fuese para luego verlo marcharse; el agua la empapó totalmente, ocasionando que el uniforme se adhiriera a su piel. Se permitió quedar al descubierto, actuando impulsivamente, pero había perdido tanto últimamente y ya nada le importaba.

Daniel se sentó en el bode de la azotea, recordó lo que era, lo que alguna vez fue se había acabado sin darse cuenta. Perdió su hogar, a quienes fueron su familia por siglos; ahora entendía todo, se convirtió en aquellos seres que tanto luchó por destruir. Se volvió un demonio, una criatura malvada y saberlo le dolió inmensamente.

—Me debes unos zapatos y un uniforme nuevo—se quejó Aíma serenamente. Daniel continuaba mirando el caos que causaba, decidió girarse, comprobando que su mente no le engañaba, la vio, completamente mojada, pero tan indefensamente hermosa.

— ¿Qué haces aquí? —logró preguntar, era una sorpresa verla allí, una muy grata.

—Darme un baño al aire libre—respondió ella sacudiendo el agua de su cabello. Se sentó a su lado sin esperar una invitación.

—Deberías secarte—añadió Daniel con una sonrisa, estaba tan empapada que su ropa empezaba a transparentarse.

—Mira quien lo dice, pareces un pollito remojado, ángel. ¡Vamos a la casa! —agregó levantándose del piso. Daniel la miró dudoso, no podía creer sus palabras. — ¡Apúrate es para hoy!

Ángeles caídos |Trilogía cielo o infierno  #2© |Место, где живут истории. Откройте их для себя