Mi corazón

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 «El corazón está hecho para romperse »

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 «El corazón está hecho para romperse »

—Oscar Wilde—


—Todavía no se acaba nuestro día, y yo también tengo un obsequio para ti—susurró Daniel mientras trazaba líneas imaginarias en los pómulos de ella.

— ¿Obsequio? Me regalarás una mansión—bromeó Aíma.

—Si te quedas podría hacerlo, pero hoy no será—dijo él, luego giró su mano y la ropa de ella se convirtió en un hermoso vestido de época color purpura con detalles dorados

—Yo no uso vestidos—comentó disgustada

—Y, aun así, te ves como la mujer más hermosa que haya existido con el—musitó Daniel atrayéndola hasta su cuerpo.

—Viendo el estilo diría que es de una época muy antigua, ¿acaso eres un anciano? Porque eso sería algo retorcido, sobre todo si tomas en cuenta el hecho de que todavía soy menor de edad—comentó Aíma con un toque de malicia.

—Tus comentarios son tan alentadores—susurró él algo desorientado por su comentario.

—Oye, yo no soy quien persigue niñitas—bromeó ella entre risas.

—Técnicamente no eres una niña, tendrías que ser mortal y no lo eres—le recordó Daniel, dándole un golpecito en la frente.

—Tranquilo, guardaré tus retorcidas obsesiones—añadió Aíma con una gran sonrisa. Caminaron por la orilla del mar, porque ambos sabían que ese no era un comienzo sino un final, una despedida de dos seres casi inmortales que se enfrentaban a un caos provocado por pertenecer a lados opuestos de una batalla. —Sabes, la oscuridad ama a la luz, porque sabe que nunca la podrá tener—admitió Aíma con tranquilidad

—No es nuestro caso—aseguró Daniel y entrelazó sus dedos con los de ella.

—Tal vez sí, pero ahora nunca lo vamos a saber—suspiró Aíma con toque que tristeza.

—Te esperaré y vas a dar esa respuesta—argumentó Daniel con una sonrisa y se sentó en la arena.

—Puedes abrir tu regalo—susurró ella, él sacó la cajita del bolsillo de su pantalón y la abrió dentro de ella había una cadenita con un dije en forma de corazón, que por una extraña razón brillaba inmensamente.

—Es muy brillante y hermoso, ¿es un rubí? —trató de adivinar él.

—No, es mi corazón. Es una verdadera joya, al igual que yo—respondió ella, él sonrió pensando que ella bromeaba; pero no era así ella le había obsequiado su corazón real. Ahora su pecho estaba vacío y eso era realmente peligroso. —Si lo cuidas bien prometo que intentaré volver contigo—añadió esperanzada.

—Lo cuidaré mejor que a mi vida—le aseguró y besó su mano.

—Más te vale hacerlo—respondió ella con tono sombrío, pero él no le prestó atención al tono de su voz.

Aíma desapareció cuando el último rayo de sol se apagó, la oscuridad trajo el silencio y con el volvió la triste realidad; estaban en guerra, por lo que solo quedaban dos opciones morir en batalla o sobrevivir a la destrucción. Daniel cerró los ojos y se colocó el collar, una promesa es una promesa, aún cuando es casi imposible que te la cumplan. Ella prometió volver y si de él dependía estaba dispuesto a hacer lo que fuera por ella.

—He llegado tarde—susurró Boa al ver a Daniel sentado en la arena y se dejó caer junto a él.

—Me temo que sí, mi endemoniada enemiga—suspiró el cansado.

— ¡Debiste detenerla, lo que va a hacer es un suicidio! — chilló ella disgustada.

—No hubiera podido—admitió él, sabía que era imposible detenerla y no la forzaría nunca.

— ¡¿Ese es tu maldito amor?! ¡De qué sirve un amor que te deja lanzarte por la borda! —le reprochó Boa.

—El amor es libertad, y quién te dice a ti que esto término. Lo de hoy no fue un final, sino nuestro comienzo. Piensas que después de lo que pasó, me quedare mirando las piedras. No preciosa, ahora más que nunca tengo razones para luchar—aseguró Daniel decidido, lucharía por ella y si tenía suerte un día tendrían una vida.

—Ella va a morir Daniel, se mete con cosas peligrosas, se robó algunos artículos, de los cuales no me sentía orgullosa de poseer; es magia peligrosa y antigua, algo que no debe tomarse a la ligera. Se los he guardado a mi padre todo este tiempo, sonará estúpido, pero él los amaba, eran su posesión más preciado por eso los conservé y Aíma lo sabía—admitió Boa mientras sacaba un pequeño trozo de papel de su brasier y Daniel giró los ojos. Boa le daba curiosidad, reconocía lo que la maldad era capaz de hacer y dudaba de sus intenciones, aunque ella sonaba triste y preocupada. Pero recordaba que ella le era fiel a Kevin, por eso no podía confiar del todo en sus palabras.

¿Seguro me quieres matar? Lo sé soy una tonta que no para de meterse en problemas, suena ridículo lo que estoy a punto de hacer, pero es necesario. Conozco lo que estoy por llevarme y doy gracias al universo de que tu padre coleccionara esta basura, porque debo admitir que esto es como un suicidio involuntario, me las llevó porque necesito una oportunidad o por lo menos una esperanza de regresar, se que lo más probable es que no vuelva, pero ten por seguro que fue mi decisión, lo hago por voluntad propia. Te libero de nuestro pacto hermana, sé libre, encuentra tu camino y si no es bueno recuerda que podríamos vernos en el infierno.

Te voy a hacer falta, admítelo... Aíma

— ¿Se lo contaste? —Preguntó Sunshine a Cinthya y ella asintió.

—-Trato de matarme, por eso se lo dije. Ella reaccionó bien.

—Esto va a terminar muy mal—confesó Sunshine mientras se masajeaba la sien—. A ese tonto lo van a matar por idiota, podrá ser de tu familia, pero está cavando su propia tumba.

—Lo peor es que se veía tan feliz cerca de ella—admitió Cinthya con tristeza.

—Por eso el diablo tiene tantos seguidores, te engaña con una falsa ilusión de felicidad, pero es un espejismo de no dura mucho.


Kan maktub: estaba escrito (árabe)

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Ángeles caídos |Trilogía cielo o infierno  #2© |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora