Mucho más de lo que ves

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«La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado 

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«La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado 

a su lado y saber que nunca lo podrás tener»

—Gabriel García Márquez—


— ¡Suéltame! —gritó Daniel molesto, tratando de desatar los nudos de sus muñecas. Si Boa antes no le caía bien ahora sin duda la detestaba.

—No puedo, estoy obligada a hacerlo, maldigo el momento en que firme ese contrato en blanco—susurró la rubia disgustada.

—No le diré que me dejaste huir.

— ¿No entiendes verdad? Si te dejo ir arderé en llamas y la verdad no es algo que desee. Míralo por el lado bueno, le importas lo suficiente como para obligar a su mejor amiga que cuide de ti—se quejó Boa.

—Y si le pasa algo—escupió Daniel con clara preocupación

— كان مكتوب .

— ¿Boa? —susurró Daniel suplicante.

—No te voy a soltar y no te hagas el buenito conmigo. Todavía recuerdo de dijiste hace un tiempo que no dudarías en matarme si se te presentara la oportunidad—respondió Boa fríamente desde el otro lado de la oscura habitación.

—Las cuerdas están muy fuertes—añadió él fingiendo dolor.

—Son cadenas, así que no temas, no perderás tus suaves manos—se burló ella.

— ¡Suéltame! ¡Es verdaderamente desesperante! ¡No soy tu juguete! —chilló Daniel preso de la ira.

—Valoro mi vida lo suficiente como para no dejarte ir, sabes nunca firmes algo sin leerlo, o podrías terminar con una molestia atada a ti.

— ¿Por qué lo hizo? —murmuró Daniel confundido.

—Le importas más de lo que es capaz de admitir, tonto. Además, tienes complejo suicida, de seguro ella en este momento debe estar en algo nada bueno—respondió ella con sinceridad y salió de la habitación.

La enorme casa lucía gastada, era inmensa, pero llevaba demasiado tiempo deshabitada, por lo que había adquirido sonidos y rechinidos provocados por el tiempo descuidada. Pasos resonaron sobre el piso de madera envejecida y un puñal se elevó en el aire, Boa estaba dispuesta a dar la pelea.

—Soy yo Boa, baja eso—dijo Aíma con voz cansada.

—Hasta que vuelves—se quejó la rubia, cruzando los brazos.

—Oh, cualquiera pensaría que te tengo cuidando una bestia detestable—bromeó Aíma. La actitud de Boa era divertida.

—Sin duda es detestable y le falta poco para acabar con mi paciencia—señaló Boa y Aíma soltó una risita.

Ángeles caídos |Trilogía cielo o infierno  #2© |Where stories live. Discover now