Capítulo 2. Debe temerme

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Alexander

Me incomodaba, no lo podía negar. La forma en la que Allison simplemente me ignoraba y todavía no lo podía comprender. Era la primera vez que una mujer me intrigaba, quizás era el hecho de que fuera exótica y ahora con aquella revelación el demonio dentro de mí se había interesado mucho más. No estaba acostumbrado a las mujeres como ella y ya me la había imaginado mil veces desnuda sobre mi cama, me puse duro solo de solo pensarlo y me bajé el zipper del pantalón para terminar con aquella tortura, no me importaba ir conduciendo en realidad no me importaba nada. Era demasiado degenerado para pensar que aquello era inmoral.

La chica del 102 siempre estaba dispuesta a todo y ahora mismo necesitaba descargar la euforia que corría por mis venas, así que desde que bajé del coche fui directo a su apartamento. Toque el timbre, me recargue sobre la puerta y espere que ella abriera; al segundo que lo hizo rompí aquella bata y la incline sobre el sofá. Nunca hablábamos sino era necesario, ni siquiera sabía su nombre y tampoco me interesaba saberlo. Solo sabía que aquel culo lo tenía disponible sin cuestionamientos, ni tabús. Rompí la envoltura con los dientes y me coloqué el condón, mientras ella se apretaba los senos y pellizcaba sus pezones. Era una maldita zorra y eso me encantaba.

Envolví su cabello en mis manos y empuje en su interior. Soltó un grito de placer que lleno toda la sala y sabía que lo había escuchado más de un vecino, volví a empujar con bestialidad y comencé a mover el falo dentro de ella, sus gritos no cesaban y aquello me subía más la adrenalina. Salí de su interior la levante y la cargue sobre mis caderas, lleve su espalda contra la pared y seguí metiéndola con rudeza mientras ella me halaba el cabello y comenzaba a mordisquea mi cuello.

Me detuve por un segundo, porque escuche unos pasos acercarse; la mire con sospecha.

—Es solo una amiga—dijo con voz quejosa y apartándola de la pared, lleve la mirada a la susodicha.

—¿Puedo unirme? —pregunto con descaro mientras se quitaba aquella franela y yo accedí ante aquella petición con una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro.

—Pero yo pongo las reglas —impuse y las dos hicieron un asentimiento de cabeza —Quiero que ella se acuestes sobre el sofá y quiero que tú le chupes el coño mientras yo te sigo cogiendo—la amiga de la del 102 se acomodó de manera complaciente sobre el sofá sin pensarlo y abrió las piernas.

La del 102 comenzó a chupar y lamer el coño de su amiga; pasaba los dedos por sus pliegues y luego metió dos de sus dedos dentro de ella, mientras pasaba con diligencia la lengua sobre su vagina. Y me sentí poderoso, me encantaba tener el control y jugar así de sucio, porque mis limites eran reducidos y me fascinaba usar la imaginación. Estaba a punto de venirme y metí mis dedos en su boca para frotarlos sobre su coño y hacerla acompañarme al orgasmo.

La chica sobre el sofá soltó un grito y la del 102 se estremeció y luego soltó un alarido. Yo apreté las manos sobre su culo dejando que el placer en aquel momento me consumiera.

***

Era el primero en llegar a la oficina, porque todo tenía que estar listo cuando llegara el señor Lombardi, pero este día en particular alguien esperaba por mi sentada en los muebles para visitas. Resople con desdén y me aproxime a ella, conocía de antemano la razón de su presencia, pero creí que el tema estaba cerrado.

—No estuviera aquí de no ser necesario—la ayude a levantarse y le pedí a Crista que nos trajera unas bebidas esta levanto una de sus cejas y me miro fastidiada.

—Pide a servicio que las traiga, no tenemos que poner intensos por eso y sé que no eres una sirvienta—me miro con intensidad y levanto el teléfono.

—Qué bueno que lo sabe señor Rizzo, ahora mismo pido sus bebidas—no sabía cómo Alessio la soportaba, aunque debía admitir que la mujer era muy diligente.

—Tengo que convencer a Allison de que eres la mejor opción para ayudarla mientras no esté, no sé qué paso entre ustedes y de solo imaginar una persona desconocida metiendo las narices en nuestras cosas me tiene tensa—mire a Genave con pena, la pobre mujer debería estar tranquila con su condición.

La ayude a poner de pie y nos encamina a mi oficina.

—Ya le pedí disculpas por el malentendido que tuvimos y bueno no sé si realmente las acepto, pero tratare de hablar con ella, aunque no te prometo nada—era la excusa perfecta para ver a Allison, porque todavía tenía que descubrir porque sentía la maldita necesidad de verla. Esa mierda me tenía irritado.

—Gracias Alexander, sé que estas demasiado ocupado, pero agradezco que hagas esto. Así que ya no te quito más tiempo—Se puso de pie y la acompañe hacia la puerta.

La observe perderse en el pasillo y trate de concentrar mi atención en los deberes de este día. Aunque sabía que al final iba a ser casi imposible hacerlo y por esa razón había decidido hacer una visita Allison a la hora del almuerzo.

***

Me acomode la corbata mientras subía al ascensor. Había conseguido un local en uno de los edificios más exclusivos para que Genave y Allison se instalaran, la primera impresión era demasiado importante y desde que pisabas aquel lugar te brindaba seguridad. Entre en el local. Allison hablaba de manera animada con un tipo y hasta vi aflorar una sonrisa genuina a su rostro que me causo cierta molestia y me maldije por aquello. Los dos se pusieron de pie y ella le ofreció la mano a lo que el tipo se atrevió a dejar un beso sobre su mejilla.

—Lo siento —se disculpó—soy muy espontaneo—continuo y parecía no querer soltar su mano. Trate de mantenerme tranquilo.

—No hay problema—dijo ella quien miro en mi dirección y volteo los ojos—le estaré llamando—el tipo paso por mi lado y le mire de manera intensa, aparto rápido la mirada y tuvo urgencia al salir.

—Ya te disculpaste, así que no entiendo que haces aquí—dijo con tosquedad y comenzaba a perder la paciencia con ella.

—Estoy aquí porque Genave estuvo a primera hora en mi oficina. No quiere que ninguno desconocido/a trabaje en la firma —resoplo con cansancio y se acomodó sobre la silla.

—Ella y yo hablamos de esto, porque insiste tanto en lo mismo—dijo con los dientes apretados—A ver, tú y yo no podemos estar en un mismo espacio Alexander, me molesta tu presencia y lamento ser tan directa, pero es mejor ser sincera a ser una hipócrita. No puedo simplemente ignorarlo—sí, tenía que admitir aquello había sido un maldito golpe bajo a mi ego y por ello de la manera más satisfactoria para mi le haría tragarse sus malditas palabras.

Apoye las manos sobre su escritorio y me incline de manera amenazante sobre ella.

—Recuerda bien lo que acabas de decir Allison Dollister, porque será la última vez que lo digas —pude ver el temor arribar a su mirada y me sentí complacido, porque eso era lo que buscaba. Que ella se diera cuenta que debía temerme.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora