Capítulo 38. Suplicar

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Allison 

La oscuridad nos abrazó en aquel momento y al regresar las luces aquel hombre había desaparecido. Dejo un charco de sangre en el lugar donde había estado antes y por lo que escuche decir a uno de los hombres de Rubén el rastro se extendía más allá a lo largo del pasillo, entonces sentí que la cabeza comenzaba a darme vueltas, luego sentí que Alexander me tomaba por la cintura y me sostenía con firmeza.

—No puede estar muy lejos —escuche decir vagamente a Rubén —con esa herida es imposible que pueda hacerlo, iremos a buscarlo —. Él y el otro hombre se perdieron en el pasillo y mi madre se apresuró hacia mí en aquel momento al parecer comenzaba a recuperarse de la conmoción.

—¿Estás bien? —pregunto con preocupación.

No pude evitar mirarla de la forma en que lo hice, porque ¿Cómo era posible que solo se preocupara por mí? Hace tan solo unos segundos atrás aquel hombre la amenazaba a ella con una pistola sobre su cabeza ¿Cómo era posible que ella no me estuviera cuestionando por todo lo que había descubierto sobre mí? Fijé la mirada en Alexander y sentí vergüenza, quizás en el fondo siempre había sido más pervertida que él, quizás en el fondo siempre fui una puta mentira.

—¿Por qué no me preguntas? —le cuestione con voz temblorosa y este me miro con tanta intensidad que se sintió lacerante —¿Y tú mamá? Se le cayó la máscara a tu hija perfecta ¿¡Por qué ninguno me pregunta!? —mi madre extendió su mano y la poso sobre la mía para tratar de calmarme, luego acaricio mi mejilla.

—Desahógate si es lo que quieres, pero yo no voy a juzgarte. Tu pasado es solo eso Allison, pasado y nadie puede señalarte por este y existe la probabilidad de que ese hombre este mintiendo —observé el anhelo en su mirada y tuve que cerrar los ojos para escapar de esta. Las lágrimas bañaron mis mejillas, porque no era mentira. Todo lo que aquel hombre había dicho era verdad.

—Pero todo es verdad mamá —no pude evitar posar la mirada sobre Alexander. Él solo estaba ahí callado y eso me hacía sentir mucho peor, porque sabía que él también tenía la remota esperanza de que todo lo que había dicho Marco fuera mentira. Separé los labios, pero Rubén apareció ante nosotros y por la rigidez en su rostro sabía que todo estaba mal. Que Marco Antonelli se había escapado de nuevo.

—No lo encontramos —Alexander se apartó de mí y se aproximó hacia él con el rostro ensombrecido.

—No podemos descansar hasta encontrarlo —. Dijo con dureza —Marco Antonelli tiene que morir —Y aunque sabía que tenía razón no pude evitar sentir aquel escalofrío. Ese que me recorrió todo el cuerpo ante aquellas duras palabras.

***
La policía llegó una hora después y acordonó el lugar. Rubén se había marchado con sus hombres por las razones que ya todos conocemos y Alexander fue quien hablo con los agentes de la ley. Observé como sacaban el cuerpo de aquella mujer y no pude evitar rememorar aquella escena. Cómo abogada había tenido que tratar con algunos criminales, muchos de ellos despreciables y ahora parecía que el karma me la estaba jugando sucio, aunque la hubiese matado en defensa propia.

—Ven a la iglesia conmigo, creo que es el lugar más seguro por el momento —mire a mi madre avergonzada.

—No me siento digna de ir allí ahora mamá —le dije con toda sinceridad y esta me miro con tristeza y sabía que tenía muchas cosas más que decir, pero hizo silencio cuando se percató de que Alexander se aproximó hacia nosotros.

—La policía las llamara a declarar mañana, logré convencer al agente para que las dejara descansar por hoy, así que vamos al hotel les reservare una habitación —mi madre lo tomo por la mano y luego, tomando la mía las entrelazo.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora