Capítulo 39. Tic Tac

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Alexander 

La hice inclinarse sobre la cama y apreté los dientes por la maldita sensación que me recorrió todo el cuerpo al ver su culo desnudo. Deslice el cuero de la correa por su espalda y pude notar como todo su cuerpo se estremeció, mientras la adrenalina corría por mis venas y mis dedos picaban ante la antelación. No pude resistir la tentación de pasar mis dedos por su humedad, como tampoco me pude contener en saborearla y mi grosor se apretó con más fuerza dentro de mis pantalones.

—Mira como me tienes —gruñí frotándome sobre su culo y pase la lengua sobre su espalda —siente como me enloqueces mi ángel —un gemido escapó de sus labios y apreté con más fuerza la correa que tenía en la mano.

Alexander —gimoteo con voz nerviosa y levantando el brazo deje caer el primer azote.

Se estremeció y soltó un grito que lleno toda aquella habitación, entonces acaricie la parte dolorida y ella me miro por encima de su hombro con severidad. No pude evitar la sonrisa de satisfacción que le regale en aquel momento y sin dilatarlo mucho más volví azotarla; su cuerpo tembló por completo, mientras yo sentía todo aquel poder correr por mis venas. El poder que tenía sobre ella, el de tenerla a mi merced. El de saber que yo era su único dueño.

—Vamos a jugar —. Dije desabrochando despacio mi pantalón —Te azotó y a la vez te penetró —libere mi erección y la roce por su entrada — y sé que voy a disfrutar escucharte gritar mi nombre mientras lo hago —me regaló de nuevo aquella mirada, esa que evidenciaba que era una fiera y no iba a demostrarme debilidad.

Abrí sus piernas e inclinándome un poco sobre ella deje una mordida sobre una de sus nalgas. Su cuerpo tembló y le di otro azote pero ahora no le di tiempo a reaccionar y entre en ella con algo de brutalidad. Clave mis dedos en sus caderas, porque la sensación de estar en su interior me enloquecía. Su vagina se apretó sobre mi pene y contuve la respiración. Lo que me hacía sentir esta mujer era una maldita locura. Me hacía perder todo sentido y todo se reducía a ella.

—Alexander —pronuncio mientras apretaba sus dedos sobre las sabanas y no pude evitar mirarla con malicia.

Tire el cinturón al piso y volví a empujar en su interior, mientras enredaba su cabello en mi mano y ella volvía a gritar mi nombre desde lo más profundo de su ser. Sus gemidos llenaron la habitación y el movimiento de sus caderas me hizo gruñir de placer. Allison sabía cómo perturbarme, como hacer que olvidará todo y que solo ella fuera mi todo, porque la amaba y eso ningún oscuro, maldito y perturbador pasado iba a cambiarlo.

—Eres solo mía mi ángel —. Le susurré mientras dejaba besos sobre su espalda y hacia movimientos dentro de ella a punto de explotar.

—De tu propiedad —ronroneo y un grito escapó de su garganta, pero no quería que se viniera, no todavía así que salí de su interior provocando que se quejara.

Termine de quitarle aquella bata de baño, la tomé por la cintura y la deposite con poca sutileza sobre la cama provocando que gritara por la impresión. La llene de nuevo con mi grosor y me apresure a besarla. Clavó sus uñas en mi espalda, enredo sus piernas en mi cintura y aunque me encontraba en mi punto máximo del éxtasis era más que consciente de que no estaba usando protección.

—Nena no estoy usando protección —. Dije sobre sus labios, ella me miro de manera intensa hizo un sensual movimiento y algo se apretó con fuerza en mi bajo vientre —Estas jugando sucio mi ángel y voy a venirme dentro de ti —pronuncie perdiendo el aliento y ella echo la cabeza hacia atrás entregándose al orgasmo.

Empujé una vez más y me derrame en su interior mientras chupaba su labio inferior. Y siendo sensato no me arrepentía de haberlo hecho, lo había disfrutado al máximo, pero tenía que cuidarla, así que mañana a primera hora debía ir a la farmacia a comprar una de esas pastillas del día después.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Where stories live. Discover now