Capítulo 32. Enemigo a mi lado

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Allison 

Me perdí en una bruma de recuerdos oscuros que me atormentaban y volví a sentir aquel punzante dolor en el centro de mi estómago. Sentí unos brazos sostenerme con firmeza y abrí los ojos sorprendida, solo para darme cuenta de que aquello solo había sido otra pesadilla. Me aferre a los brazos de Alexander mientras él dejaba un beso sobre mi cabeza y con un pañuelo seco el sudor de mi frente. La oscuridad bañaba aquella habitación y cuando me calme caí en la cuenta de que seguíamos en el hospital, los días parecían eternos entre aquellas paredes solo seguía soportando porque él estaba a mi lado.

—No puedes estar aquí —. Le dije, aunque amaba el hecho de que a pesar de estar prohibido el había desafiado todo para quedarse junto a mí.

—No voy alejarme de ti —. Dijo con voz firme y determinada. —Solo déjame quedarme a tu lado —, pero más que pedirlo parecía estar suplicando que le dejara.

Levanté mi mano y acaricie su rostro. Sabía que muchas cosas malas seguirían pasando si me quedaba a su lado, más no podía, ni quería alejarme de él. Porque lo que sentía por Alexander era tan fuerte que ni yo misma, ni nadie podría luchar contra ello y mientras más me negaba, más lo amaba, aunque era demasiado cobarde todavía para decir aquellas palabras en voz alta, así que en aquel momento solo me acerque a su rostro y deje un beso sobre sus labios.

—No seas mala pequeña, sabes que no puedo tocarte —me reprochó y no pude evitar la maliciosa sonrisa que adorno mis labios.

—No puedo evitar desearte —admití —ya no puedo ocultar lo que me haces sentir —tomo mi rostro en sus manos y me besó con intensidad. El corazón se me acelero, todo mi cuerpo reaccionó, sin embargo él se detuvo antes de perder el control.

—Vamos a tener todo el tiempo mi ángel, ahora lo importante es que tú te recuperes —dejo un beso sobre mi frente y bajo de aquella camilla.

Camino hacia las ventanas y corrió las cortinas haciendo que todo el lugar quedará iluminado y contemplar su rostro bajo aquella luminosidad por un instante me hizo sentir aliviada, sabía con certeza que esto no había terminado y que detrás de lo sucedido con Di Ángelo se escondía algo más macabro. Él no actuaria por puro impulso, sabía que algo o alguien le había motivado y por eso no podíamos bajar la guardia.

—Buen día —escuche decir y giré el rostro para mirar a la persona que entraba en la habitación. Era Eric.

—Buen día para ti —. Dije con amabilidad, pero Alexander se quedó en absoluto silencio, ni siquiera se molestó en saludarlo.

—Veo que te encuentras mucho mejor, gracias a Dios Allison nos diste un gran susto a todos —observe a Alexander mirarlo con sospecha y no entendí el porqué de su actitud.

— ¿Y mi madre? —le pregunté, mientras Alexander se colocaba a mi lado como marcando territorio, esto no pasó desapercibido para Eric.

—Anoche le sugerí que fuera a descansar a la casa, pero no debe tardar en venir —asentí en afirmación y pose la mirada sobre el hombre junto a mí.

—Iré al hotel para cambiarme —fijo la mirada sobre Eric —Espero que cuides de ella mientras no estoy, aunque no te acerques mucho—Enfatizo.

—Alexander —. Dije con tono severo, pero este no me hizo caso. Simplemente dejo un beso sobre mi cabeza y salió de la habitación, no sin antes echar un último vistazo al hombre de pie en medio de aquella habitación.

Eric arrastró una de las sillas y se sentó a mi lado, tomo mi mano y no sé porque lo sentí incorrecto, así que regalándole una triste sonrisa la aparte y esperaba que no se ofendiera. Pude ver la decepción arribar a su mirada, pero había algo más, una cosa que no había visto antes y que me perturbo, algo oscuro que nunca antes había visto en él.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Where stories live. Discover now