Promesas

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Fue una jornada eterna, o al menos eso le pareció a Jean. Cuando parecía que conseguían ponerse de acuerdo siempre surgía algún otro detalle que hacía tambalear la negociación. En algunos momentos los chicos llegaron a pensar que sería imposible cerrar un acuerdo. Pero finalmente, a última hora de la tarde de aquel día lluvioso de finales de primavera, los representantes del Comité de las Naciones Aliadas por la Paz y el gobierno de la Isla Paradise firmaron las primeras bases del acuerdo de paz.

Historia fue la última en ratificar el pacto. Firmó con su letra delicada y le estrechó la mano a Armin, sin poder disimular una sonrisa de satisfacción.

Pese a las evidentes desavenencias entre las partes, la tensión se había ido rebajando día a día. Seguía habiendo fracciones menos favorables al acuerdo, por supuesto, pero, al menos de momento, los altos mandos del ejército de Paradise habían llegado a la conclusión de que el tratado beneficiaría a todas las partes.

Gracias subcomandante Rehinberg - dijo Armin sosteniéndole la mano a la mujer - Sin su colaboración no habríamos llegado hasta aquí.

Fue vuestra insistencia y vuestra valentía, Armin. Sabía que el comandante Pixis, el comandante Erwin y la comandante Hange hicieron lo correcto confiando en alguien como tú - aquellas palabras hicieron que el chico se sonrojara.

Tenemos que irnos - le dijo Jean a Armin en voz baja - El carro nos espera y todavía tenemos unas cuantas horas de viaje hasta Shiganshina.

Los tres chicos salieron del edificio tras despedirse de Historia y subieron al carruaje que les llevó de nuevo a casa de los Kirstein. Los padres de Jean y Mikasa les esperaban expectantes.

Lo hemos conseguido, Mikasa... - le dijo Armin a la chica que se apresuró en darle un fuerte abrazo.

Los padres de Jean también le abrazaron y felicitaron a todos por el logro histórico.
Luego, tras recoger su equipaje, y sin poder negarse a llevar una cesta con la cena que la Señora Kirstein les había preparado para el viaje, los cuatro subieron al carruaje que les llevaría de regreso a Shiganshina.

Ya había anochecido cuando salieron de la ciudad de Trost. Pese a la euforia de los primeros minutos en los que le contaron a Mikasa cada detalle del acuerdo alcanzado, pronto todos fueron víctimas del cansancio acumulado. Connie fue el primero en quedarse dormido, como siempre. Al poco rato, Armin se dio cuenta que Mikasa, sentada a su lado, también se había rendido al sueño. Jean la miró y pensó en la escena vivida aquella misma mañana. Hubiera querido quedarse allí, abrazándola, durante el resto de su vida.

¿Te importa cambiarme el sitio? - dijo Armin sacándole de su ensimismamiento - Me mareo si voy de espaldas...

Jean le miró y arqueó una ceja.

¿Des de cuando te mareas?... - le dijo él sospechando de sus intenciones.

Des de ahora. - le sonrió su amigo levantándose cuidadosamente de su sitio para dejárselo a Jean. Él se sentó procurando no molestar a Mikasa.

¿Cómo crees que les habrá ido a los demás? - le preguntó Jean intentando no prestar atención de más al cuerpo cálido de Mikasa dormida a su lado.

Seguro que bien. Todavía tardaremos un par de días en preparar el viaje de regreso a las Naciones Aliadas - le indicó Armin. Los dos chicos se miraron, muchas veces con solo eso se entendían sin necesidad de palabras. Armin trataba de decirle a Jean que aprovechara aquellos dos últimos días para aclarar su situación con Mikasa. Jean simplemente asintió.

Al poco rato el rubio también se quedó dormido, solo Jean permanecía despierto, alerta por si surgiera algún problema durante el trayecto. Mikasa se revolvió a su lado cambiando de posición. Finalmente apoyó la cabeza en el hombro de Jean, dejando caer su peso sobre él. Jean la miró y pudo oler el aroma dulce de su pelo. Se acomodó en el asiento intentando no despertarla. Podría sentir su respiración pausada, como aquella noche. Él también terminó rindiéndose al sueño.

Natsukashii  (Jeankasa Storie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora