Bajo la luna llena.

568 38 26
                                    

-¿Debimos habernos vestido para la ocasión desde antes?- comentó Link, entrando al recinto.

-¡Oh, Link! No, no te preocupes, pueden pasar de este lado a las cámaras y podrán tomar prestadas las joyas de plata del reino. Dicen que la plata tintinea en una frecuencia diferente cuando choca con la del ser amado. ¿No son bonitas nuestras tradiciones?- saludó Redo, recibiendo la caravana. -Me ha tocado ser el receptor porque yo ya estoy casado.- sonrió.

-Gracias Redo.- saludó Link con la mano.


Al entrar a las cámaras los zoras más pequeños eran quienes repartían las joyas de plata. Corrían de un lado al otro saltando y bailando. Las madres de los niños sólo los observaban esperando que ninguno se lastimase y cuidando que no perdieran las valiosas joyas.

-La razón por la que los pequeños eligen es porque dicen que su corazón puro está más cerca de los dioses, por eso saben quién debería usar qué, su inocencia guía al corazón de las personas para resonar adecuadamente.- sonrió una de las madres, ayudando a Zelda a colocar una especie de corona plateada sobre su cabeza, atando su cabello en una cola de caballo.

La pieza en sí misma era bellísima. Tenía unas cadenas delgadas que culminaban en un brillante diamante en la frente de Zelda, éstas estaban ornamentadas con diminutas florecillas plateadas que colgaban como si fuesen estrellas sobre su cabeza. La pequeña corona lucía aún más flores un poco más grandes con diamantes en el centro. Combinaba con el prístino vestido blanco de mangas largas y anchas que llevaba Zelda.

Por otro lado, Link usaba una sencilla gargantilla platinada también, que llevaba al centro de ésta un triángulo compuesto de tres triángulos plateados con una piedra de zafiro, esmeralda y rubí respectivamente incrustadas al centro de cada uno. Era muy delicado, pero hermoso. El símbolo combinaba con las mancuernas de plata que habían incrustado en los puños del saco real que Link llevaba puesto. Aunque el uniforme estaba algo gastado y viejo, aún contenía claramente la misma belleza fuerte que lo acompañaba en sus días de gloria como guardia real.

Salieron ambos al mismo tiempo de los respectivos vestidores. La vista del otro quedó sumamente embelesada por la imagen del otro, ambos conteniendo la respiración involuntariamente, como dos jóvenes adolescentes tratando de evitar romper una burbuja que se había quedado pegada en las hojas de alguna planta llena de rocío.

-Están increíbles, princesa.- Riju rompió la pequeña burbuja de los dos chicos.

-Gracias, vamos.- rió Zelda, caminando hacia ella.

Según las tradiciones, debían bailar en parejas hasta que la luna estuviese en su punto más alto, en ese momento las diosas harían sonar las campanas y unirían los lazos de plata que llevaran a las parejas a un futuro matrimonio exitoso. Los invitados, todos elegidos por el rey, estaban considerados como parejas potenciales del príncipe, o bien, eran personas que ya estaban comprometidas y querían recibir la bendición de las diosas.

Sidon sonreía mecánicamente. Nadie notaba lo hastiado que estaba excepto Link. Entre personas que no soportan los eventos sociales se reconocían. Se dieron una mirada de ánimo y un par de pulgares arriba, y continuaron soportando la fanfarria social. A pesar de haber sido ambos criados en ese entorno, realmente en sus corazones anhelaban la libertad de la vida en el mundo externo.

El baile requería de que todos se presentaran ante el príncipe antes de tomar la iniciativa de poder bailar con él. La tradición decía que sólo podía bailar con quienes se habían acercado a mostrarse a él como un prospecto, por lo que hacer lo contrario era atentar contra la voluntad de las diosas. El consentimiento era uno de los pilares en la constitución del matrimonio Zora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 11, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Para que no quedemos en el olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora