El deseo de Mipha.

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Tras vencer al Cataclismo, Hyrule había entrado en un estado de paz poco común desde hacía cien años. Preocupados por el Cataclismo, las aldeas tenían un "objeto en común" del cuál hablar continuamente, pero finalizado el riesgo comenzaron a quedarse faltos de comunicación, expectantes de que algo nuevo los hiciera converger otra vez. Se aburrían.
Pero así como la calma volvía a la tierra de la Diosa, una nueva pregunta asaltaba, discreta, la mente de todos sus habitantes.

¿Qué será ahora del reino?

Y naturalmente, tras la alegría pasada por el alivio, los dedos comenzaron a levantarse en dirección a la antigüa princesa de Hyrule. "Y bien, princesa, ¿Ahora quién es la cabeza del reino?"

El rumor se corrió de un lado al otro de Hyrule con una velocidad impresionante. La princesa y el héroe eran los únicos sobrevivientes del Cataclismo y los señalados a la hora de rendir cuentas.

Link le ofreció a Zelda quedarse en su casa, en la aldea de Hatelia, y que la usara como base para sus investigaciones. Ella accedió gustosa de poder compartir con él todo su conocimiento, pero sobre todo, de poder estar a su lado disfrutando de la investigación otra vez, aunque él no recordase nada.
Una vez asentados y vuelto a poner en marcha el ritmo de sus vidas, se sentaron en el comedor y hablaron de los cabos por atar.

—Bueno... Principalmente tenemos que recorrer las cuatro aldeas antes de cualquier otra cosa.— dijo Zelda, depositando el plato de sopa recién hecha frente a Link y sentándose frente a él en la otra pequeña silla de madera.—Como te dije, necesito llevar mis condolencias y disculpas por lo de hace cien años a todos... También quiero revisar las bestias divinas, pero sobre todo, quiero pedirle su ayuda a las cuatro tribus para reconstruír nuestro reino y darle un hogar a todos los hylianos, devolverles ese patrimonio que perdieron.—

Link la observaba en silencio, como siempre. Asintió con la cabeza sonriendo ligeramente y cuchareando la sopa.

—También me gustaría... Me gustaría ayudarte a recuperar tus recuerdos...—

Link detuvo su mano y soltó la cuchara, se quedó mirando al plato como avergonzado, se hizo un pequeño silencio incómodo. Zelda lo miró fijamente y estiró la mano por encima de la mesa, luego, sonrió levemente.

—Tranquilo, está bien. Sabía que no sería tan fácil recordarlo todo. Hicimos demasiadas cosas, pasamos mucho tiempo juntos en ese entonces y quizá... Quizá sea cuestión de tiempo, de recuperar nuestro ritmo de vida.—

Link puso su mano sobre la de Zelda y agradeció con la mirada. Asintió con una sonrisa y continuó comiendo la sopa. Ella comió con él. Una vez finalizado el desayuno, se dispusieron a ensillar a los caballos para iniciar el viaje a la región Zora.

***

Se detuvieron al pie del río, donde Sidon los esperaba para darles la bienvenida.

—¡Link! ¡Amigo!— saludó Sidon, alegre, saltando del agua para pararse junto a los caballos. —Princesa... Me alegra saber que está bien.—

—Sidon, gracias. ¡Vaya! La última vez que nos vimos eras apenas un renacuajo, has crecido mucho.— puntualizó Zelda, a la vez que lo saludaba con la mano, al igual que Link.

—Gracias Princesa. El Rey Dorphan los está esperando con ansias, hay bastantes asuntos que tratar. Además de las formalidades, hay una especie de favor que queremos pedirle a Link, pero discutámoslo allá arriba, sigan el río mientras yo les aviso a todos que han llegado.

—¿Favor? Uh... Bien, gracias Sidon, nos veremos allá.

Zelda miró a Link como preguntando si sabía a qué se refería, él se limitó a encojerse de hombros y seguir su camino.

Para que no quedemos en el olvido.Where stories live. Discover now