El amor a través de las eras.

3.7K 184 110
                                    

Link estaba confundido, asustado y quizá algo excitado por la repentina actitud de la princesa. Sabía que era fácil hacerla enojar pero jamás se había comportado de esa manera tan... Desvergonzada. 
Estaba jalándolo del brazo con fuerza, las puntas de sus largas y bonitas orejas se teñían de rosa con la sangre que se acumulaba en ellas, al igual que su rostro. Lo empujó hasta una habitación pequeña, parecía haber pertenecido a alguna doncella por el tipo de muebles que se ubicaban en ella, sin embargo, no había rastros de que alguien realmente la hubiese habitado. Era de las pocas habitaciones que aún tenían forma tras la guerra del Cataclismo. 

 —Esta habitación, ¿La conoces? — Inquirió la princesa con ojos feroces. 

Link la observó por un par de segundos, analizando la situación. Lo más seguro es que ambos hubiesen estado juntos en aquel lugar antes, pero ¿Por qué? No había libros, por lo que la idea de una tutoría quedaba descartada. Tampoco era un espacio muy grande para entrenar algo en específico, otra idea descartada. Lo que sí había, era un conjunto de muebles muy delicados que podrían servir como tocador, para lavarse la cara o incluso el cuerpo (ya que había una bañera pequeña en él), y una cama amplia. Por donde lo mirara, aquella habitación sólo podría servir para dormir y descansar, pero era demasiado afeminada para haberle pertenecido a él.
A menos que... 
Link sonrió coqueto ante la idea que le cruzó por la cabeza. ¿Podría ser que ellos compartieran aquella habitación en algún momento? Se apresuró y tomó a Zelda por el brazo, estrechándola contra su pecho y esperando que la princesa no reparara en la exagerada taquicardia que desbocaba en él. Adoptó aquella posición por conveniencia, así ella no podría verle el rostro que acababa de llenársele del tinte escarlata que demostraba la sangre que corría por sus venas. Sonrió ligeramente para si mismo, ahora él tenía la batuta, sólo tenía que mantener la máscara bien en alto y no bajar la guardia, si caminaba con cuidado descubriría lo que la princesa estaba queriendo decirle sin arriesgarse demasiado. 

   — Shhh... Creo que ya sabes la respuesta, ¿No? — contestó, dejando escapar una risita sonora que retumbó en los oídos de la princesa, pegados a su pecho. 

— Link... — La princesa levantó el rostro hacia el héroe quien detrás de su careta de playboy estaba más aterrado y avergonzado de lo que lo estaría cualquier adolescente, la expresión de la princesa había pasado de la irritación a... Algo más. 

— ¿Sí, Zelda? — sonrió firme. 

— Link... Yo... — 

Zelda volvió a bajar la mirada enterrando el rostro en el pecho del héroe nuevamente, Link la abrazó con ligero alivio, no sabía cuánto tiempo más iba a poder soportar mantener aquella careta. Zelda susurró un par de palabras inaudibles contra el vientre del héroe y comenzó a arrastrarlo, sin despegarse un segundo de él, en dirección a la amplia cama.
Se sentó lentamente en el borde, a pesar de estar algo empolvado el sitio resultaba bastante cómodo. Link se puso de rodillas frente a ella. 

   — Link... — Zelda tomó el rostro del héroe en sus blancas y delicadas manos, el tacto de la rubia hizo estremecer un poco al héroe. — Yo... Hay algo que... Hay algo que realmente quería decirte... — 

— Estoy para escucharte, Zelda. — contestó, tomando una de sus manos y besándola dulcemente.

— Yo... Tuve un sueño... 

Las nubes son tan claras que me ciegan un poco con su belleza, el cielo está apenas poblado por ellas, pero en su mayoría se ve despejado. Hay un alto roble haciendo una espesa sombra justo donde estoy recostada, en su follaje los pájaros trinan una canción dulce y natural. El pasto está algo largo, apenas lo suficiente para convertirse en una mullida cama. A lo lejos se oye un ligero barullo de un par de grillos y cicadas veraniegas. 
Te veo acercarte y ponerte de rodillas junto a mí, ahora mi cabeza ocupa el espacio sobre tus muslos. Te miro de frente y me sonríes ampliamente; por alguna razón te ves más grande y robusto, un atisbo de lo que parece una barba se asoma en tu mentón brillando con la luz del sol, el color de tu cabello y la manera en que se acomoda sobre tu cabeza también es algo distinta, pero al verte a los ojos sé perfectamente que eres tú. Estiro la mano para alcanzar tu mejilla, mis manos también se sienten diferentes, los dedos se ven un poco más largos y no son tan delicados, se siente como si hubiese trabajado mucho con esas manos.
Te acercas y me regalas un beso en la frente, hay un sonido como de risas de niños igual de lejanos que el barullo de las cicadas. Todo me parece tan perfecto y me siento tan feliz... Entonces se me ocurre mirarme en el reflejo de tus ojos que me observan expectantes. La yo que está ahí recostada no soy yo. En sus ojos puedo ver que estoy ahí, como si fuese una espectadora dentro del cuerpo de alguien que se parece mucho a mí, sin embargo, sé perfectamente que ese cuerpo no es mío, que esa vida no es mía. 

Para que no quedemos en el olvido.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن