Capítulo 4

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Tal vez haberme quedado festejando con Dominic hasta cualquier hora de la noche y bebiendo champagne no había sido la mejor idea del mundo justo antes de empezar un nuevo trabajo, el más importante de toda mi carrera hasta ahora para ser exacta

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Tal vez haberme quedado festejando con Dominic hasta cualquier hora de la noche y bebiendo champagne no había sido la mejor idea del mundo justo antes de empezar un nuevo trabajo, el más importante de toda mi carrera hasta ahora para ser exacta.

Sin embargo, no lo pude evitar. Mi emoción se triplicó cuando le conté la noticia a Dom y él estaba tan feliz por mí que ambos soltamos un par de lágrimas entre copa y copa. Muy pocas personas saben cuánto luché por esto, todo el esfuerzo y tiempo que puse, contando los días hasta conseguir algo así, y una de esas personas es mi compañero de piso, que a esta altura es casi como un hermano mayor.

Puedo sentir los estragos del champagne retumbando en mi cabeza, el dolor es punzante y la claridad que va apareciendo en el cielo de camino al trabajo me molesta la vista.

De verdad espero que no me toque trabajar siempre en el turno de la mañana porque despertar temprano no es lo mío.

Dominic me alcanza hasta cerca del trabajo y camino lo que queda del trayecto disfrutando la brisa fresca del otoño neoyorquino. Me dirijo hacia la puerta de servicio del callejón por donde había entrado el día anterior y me encuentro con que está cerrada.

Claro, ayer Ron había abierto con su propia llave. Tomo mi celular, pero recuerdo que jamás agendé el número de nadie así que voy hacia la entrada de la calle principal que está destinada a los clientes.

Es una gran puerta decorada con pintura que imita el oro. Tomo el pomo y al notar lo pesada que es en realidad me veo forzada a empujar con mi hombro.

En cuanto entro me quedo asombrada, Doux Paradis es incluso más hermoso de lo que imaginaba, mucho más impresionante de lo que pude apreciar en fotografías de notas y reseñas del lugar. Los colores que predominan en el ambiente son el marrón, el dorado y el rojo vino. Paseo mi mirada por el área de recepción y sala de espera admirando el buen gusto para la decoración. Hay unos grandes ventanales adornados con pesadas cortinas de brocato labrado que todavía permanecen cerradas y frente a esto varios asientos de cuero marrón. En la otra punta se encuentra una barra de tragos para beber algo mientras se espera, la selección de botellas abarca desde el piso hasta el techo y hay una escalera del mismo alto para poder alcanzar todas.

—¿La puedo ayudar en algo señorita? — pregunta una chica joven parada al lado del pequeño mostrador de mármol ubicado justo al lado de la puerta que permite el acceso al salón principal.

Me sorprende que haya alguien en esta parte del restaurante cuando todavía no abrió. Camino con una sonrisa hacia la mujer delgada y perfectamente peinada. Lleva un saco negro con solapas blancas y pantalón haciendo juego, su camisa también es oscura y ninguna de las prendas tiene una sola arruga o mínima pelusa. La imagen del restaurante y los que lo representan es lo más cercano a la perfección posible. Me pregunto si eso será obra de Ron o de Henri.

—Hola, ¿qué tal? Sí, ayer tuve una entrevista y hoy empiezo a trabajar. Quise entrar por la puerta de atrás, pero estaba cerrada.

—¿Isla Quiroga? —cuestiona suave y asiento—. Ron me avisó que ibas a venir hoy, bienvenida a Doux Paradis, espero que sea de tu agrado. Sígueme, te llevo a la cocina.

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Where stories live. Discover now